Read Ocho peculiares by Lalia Alejos Capítulo 51

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Capítulo 51 El maestro de Liliana

-¡El Joven Soto solo está despierto ahora mismo por mi Maestro! -resopló Sandro-. El Maestro Soler usó sus poderes para pedirle a los Dioses que trajeran de vuelta el alma del Joven… pero su alma estuvo vagando durante demasiado tiempo, por lo que el tiempo del Maestro Soler estaba un poco fuera de lugar. ¡La pequeña mocosa se aprovechó de la situación y reclamó el crédito como suyo!

Abuela Soto al fin entendió. De hecho, la vida de su nieto había sido salvada por el Maestro Soler, a pesar de un ligero retraso, pero Liliana Juárez hizo pensar a todos que fue ella quien lo hizo. Las palabras del Maestro Soler ahora tenían sentido para la Abuela Soto.

-¡Lo sabia! -graznó enfadada, sintiéndose engañada-. Ella es solo una niña de cuatro años, ¿qué sabe ella?

-Mi Maestro no queria pelear con una niña solo para reclamar lo que le pertenecía por derecho, ¡pero ustedes Soto le han faltado al respeto de una terrible forma! Te deseo la mejor de las suertes en el futuro. -reprendió Sandro a la anciana antes de escoltar al Maestro Soler.

por

La Abuela Soto entró en pánico cuando a gran velocidad alcanzó al Maestro Soler y Sandro detrás, murmurando una serie de disculpas y gracias. Incluso sacó algo de dinero y lo metió con discreción en la mano de Sandro. Fue entonces cuando la expresión de disgusto del Maestro Soler se suavizó un poco. Si fuera por él, no volvería a ver a Liliana Juárez nunca en la vida.

-¿Adónde vamos, Maestro? -preguntó Sandro mientras lo seguía

-Estamos invitados a la ceremonia de apertura de Entretenimiento Tamayo mañana. Preparémonos para ello. -Le dijo el Maestro Soler a su fiel discípulo.

El asintió con entusiasmo. Las ceremonias de apertura eran bastante fáciles de manejar. Todo lo que tenian que hacer era predecir un buen momento para el corte de la cinta.

La Abuela Soto vio cómo se alejaban el Maestro Soler y Sandro, hasta que desaparecieron de su vista. Luego se subió a su propio auto, no sin antes darle una mirada de desdén a la Mansión Castellanos.

-¿La mocosa embustera la hizo ofender al Maestro Soler, y Camilo quería que la visitara y le agradeciera en persona? ¡De ninguna manera! ¡Mientras esté viva, nunca dejaría que su nieto estuviera cerca de Liliana Juárez! ¡Argh!».

De vuelta en la Mansión Castellanos, Hugo, Beatriz y Antonio tenían emociones encontradas cuando observaron a Liliana, quién lucia feliz masticando un muslo de pollo. Todos estaban pensando lo mismo, pero nadie se atrevia a expresar sus preocupaciones…. hasta que Beatriz habló.

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-Nunca había tenido la oportunidad de decirselo a ninguno de ustedes, pero creo que algo anda mal con Liliana… -susurró Beatriz en voz baja.

Las cejas de Hugo se estrecharon.

-¿Qué quieres decir? ¡No le pasa nada a nuestra Liliana!

-No, solo digo… dice que tiene un maestro a su lado-corrigió Beatriz.

Los tres se dieron la vuelta para mirar a Liliana… y el espacio vacío a su lado. Sentian un escalofrio en la espalda cada vez que pensaban en lo que Liliana les había dicho.

—¡Tal vez Liliana tiene una condición psiquiátrica debido a los años de abuso por los que pasó! Como un trastorno de personalidad múltiple. Su mente crea un personaje por completo nuevo que parece tan real como tú y yo -pensó Beatriz en voz alta.

Antonio consideró la evaluación de su madre en silencio mientras miraba a Liliana.

-¿Deberíamos llevarla a un psiquiatra? Solo para estar seguros -sugirió Beatriz ansiosa.

-Eso no será necesario. —Antonio negó con la cabeza-. Liliana estará conmigo durante este período. Yo cuidaré de ella.

Beatriz y Hugo eran personas mayores después de todo, y Beatriz tenía sus propios problemas médicos que atender. Antonio pensó que lo mejor sería mantener a Liliana a su lado.

-La llevaré a la ceremonia de corte de cinta mañana. -Decidió Antonio.

Valores Castellanos era uno de los principales accionistas de Entretenimiento Tamayo, que mañana iba a salir a bolsa. Después de la cena, Liliana se sentó en silencio en el sofá de la sala, dibujando en su álbum de recortes. Junto a ella, Pablo hojeaba un libro.

-¡Ah, aquí está! -exclamó Pablo emocionado-. Aquí, el punto morado, el punto de jade… Deberías intentar darle masajes a tu abuela. Una vez que sienta que sus piernas vuelven a la vida, puede tratarla con un poco de acupuntura.

Liliana escuchó de forma atenta a Pablo, asimilando cada palabra de él.

-¿Podrá la abuela ponerse de pie y caminar de nuevo? -preguntó.

Pablo flotaba en el aire, acariciando su mandíbula de forma pensativa.

-¿Pararse y caminar? ¡Incluso podría unirse a un flash mob si quisiera! Haz que tu tio te compre un par de agujas de plata.

Los ojos de Liliana se iluminaron con esperanza. Ahora solo tenía un objetivo en mente.

«iLa abuela se levantará un día y bailará en un flash mob!-.

La Señora Karen Soto regresó a su casa de inmediato buscando a su nieto, Iván.

-¡Mi querido niño! Deja que la abuela te mire… -dijo mientras caminaba hacia la habitación de su nieto,

Sin embargo, escuchó el sonido de la puerta cerrándose con cerrojo justo cuando llegó. Era Mariana, por supuesto.

-¡Mariana, abre la puerta ahora mismo! -chilló enfadada-. Debes pensar que eres todo eso desde que volvió Camilo, ¿no? Bueno, déjame decirte algo. ¡Mientras estés en mi casa, tendrás que seguir mis reglas!

-¿Cómo se atrevia esa mujer a faltarle el respeto en su propia casa?-.

Apenas podia esperar hasta que Camilo se fuera una vez más, para poder mostrarle a Mariana quién estaba a cargo ahí. Camilo subió las escaleras sosteniendo un tazón de sopa caliente. Le dio a su madre una mirada fría, habiendo escuchado sus gritos hace unos momentos.

-Terminaste de hacer tu escena? -dijo Camilo arrastrando las palabras.

-Estoy haciendo una escena?! -replicó Karen-. ¡Soy tu madre, Camilo! ¿Estás del lado de un extraño en lugar de tu propia madre? Nunca acepté tu matrimonio con ella desde el principio. Mira su actitud incluso cuando estás cerca. ¿Te imaginas cómo es ella cuando no estás aquí? ¡Ella responde, me falta el respeto y nunca está en casa! ¿Quién sabe lo que hace afuera? ¡Es un hazmerreir, Cami!

Camilo puso los ojos en blanco mientras abría la puerta de la habitación de Iván, antes de cerrar la puerta de una patada con tanta fuerza que la puerta se cerró con fuerza en la cara de Karen. Sacó su celular y marcó un número.

Por favor, recoge las pertenencias de mamá y pidele al conductor que la lleve de regreso a su ciudad natal. Ella puede pasar el resto de sus días alli-habló al móvil.

Fuera de la habitación, Karen no tenía idea de que sus próximos años ya estaban planeados para ella. ¡Estaba segura de que Mariana le había lavado el cerebro a su propio hijo para que odiara a su propia madre!

-¿Qué hice yo para merecer un hijo tan poco filial? -gritó en voz alta, golpeando su pecho de forma dramática.

Justo cuando estaba llorando y gimiendo a todo pulmón, apareció el mayordomo con un mensaje para Karen.

-Señora, los Mijares están de visita. ¿Le gustaría verlos?

-¿Los Mijares? –Karen levantó una ceja. No era un nombre familiar para ella.

-Ellos fueron los que ayer llamaron al Señor Soto después de encontrar a Iván mientras acampaban -explicó con paciencia el mayordomo.

Karen jadeó por completo conmocionada.

-¿No fue Liliana Juárez quien encontró a Iván?».

-¡Ay, por favor, déjalos entrar! Karen dijo mientras alisaba su cabello y su vestido. Puso una brillante sonrisa propia de una matriarca, aún sin darse cuenta de los planes de Camilo de despedirla.

En el recibidor, Carolina Mijares estaba sentada en un sofá junto a sus padres mientras esperaba a Karen, observando su entorno. La Mansión Soto era diferente de una forma sorprendente de la de los Castellano. Mientras que la Mansión Castellanos estaba recién construida en un vasto terreno y apestaba a dinero y opulencia, la Mansión Soto era un edificio histórico que había pasado de una generación de Soto a la siguiente. Fue construido al estilo de un patio y emanaba un ambiente elegante e imperial.

Castellanos es un apellido destacado en el mundo de los negocios, pero la Familia Soto proviene de una dinastía política. -Le susurró el padre de Carolina-: ¡Cuidado con tus modales cuando nos reunamos con la Señora Soto!

La Familia Soto estaba llena de mártires leales. El Abuelo Soto se había sacrificado por la patria y su hijo había seguido los pasos de su padre trabajando por la nación. Esa era quizás la razón por la cual los Soto eran una familia pequeña con un solo nieto al que todos adoraban.

-…En especial la Abuela Soto. Ella es la matriarca que toma las decisiones en la familia. ¡Carolina, recuerda ser amable con ella! Si le agradas, iestaremos más cerca de los Soto en el futuro! -Le dijo el padre de Carolina con una expresión seria en el rostro.

Carolina asintió con la misma seriedad. No iba a defraudar a sus padres. La familia esperó con un regalo en la mano hasta que vieron a la Abuela Soto que se dirigía hacia el salón. El padre de Carolina se levantó de inmediato.

-IAh, usted debe ser la Señora Soto! ¡Es un placer conocerla! -saludó emocionado a la anciana.

Karen estaba encantada con la actitud respetuosa de este hombre hacia ella, algo que tal vez le faltaba en su propia casa en estos días.

-Hola —le devolvió el saludo-. ¿Fueron ustedes los que encontraron a Iván ayer?

El padre de Carolina se rio entre dientes.

—Oh, no, no fuimos nosotros quienes lo encontramos. Pero también estábamos allí cuando ocurrió el incidente, así que también echamos una mano.

Karen estaba bastante impresionada con los Mijares. No solo no intentaron reclamar el crédito por salvar a Iván, sino que también fueron respetuosos y quizá criaron bien a su hija. Karen miró de forma rápida a Carolina. De inmediato Carolina se acercó para saludar a Karen también.

—¡Hola, mi nombre es Carolina! Se ve muy bien para su edad, Señora Soto. Déjeme adivinar. debe tener… ¿50?

Karen soltó una carcajada. De hecho, tenía casi 70 años. Las palabras de Carolina habían alegrado todo su día, ¡y tal vez toda su semana!

-¡Qué dulce niña!».


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Score 9.9
Status: Ongoing Released: 12/16/2023 Native Language: Spanish
Ocho Peculiares" by Lalia Alejos is a captivating novel that intricately weaves together the lives of eight peculiar characters, exploring the depths of their eccentricities and the interplay of their destinies in a rich narrative that transcends conventional storytelling boundaries.  

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Detail Novel

Title: Read Ocho peculiares by Lalia Alejos
Publisher: Rebootes.com
Ratings: 9.3 (Very Good)
Genre: Romance, Billionaire
Language: Spanish    
 

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Capítulo 1

Ciudad Lavanda, primera zona residencial; Mansión Juárez. Hoy era el festival de las linternas. Luces de colores estaban decoradas alrededor de la casa, dando un toque de calidez a la fría atmósfera de la Familia Juárez. De repente, un grito resonó por toda la mansión. —Ay. Seguido de un ruido sordo, ¡una mujer embarazada cayó por las escaleras! Todos se sorprendieron y corrieron hacia ella. Esteban Juárez, presidente de la Corporación Ador Juárez, preguntó rápido: —Débora, ¿estás bien? El rostro de la mujer palideció al ver la sangre fresca que le corría por las piernas. Horrorizada, respondió: —Esteban, me duele... Nuestro bebé... ¡Rápido, salva a nuestro bebé! La madame de la casa, Paula Andrade, presa del pánico, preguntó: —¿Qué sucedió?
Débora miró hacia lo alto de las escaleras con lágrimas en los ojos. Todos levantaron la vista y vieron a una niña, de unos tres años, de pie en lo alto de la escalera. Al ver la mirada de todos, abrazó con fuerza el conejo de juguete que tenía en los brazos, asustada. Ricardo Juárez rugió furioso: —¿Fuiste tú quien empujó a Débora? La niña hizo un berrinche. —No fui yo, y yo no... Mientras lloraba, Débora suplicó: —No... Papá, no es culpa de Liliana. Todavía es joven, y ella no quería... Sus palabras reafirmaron rápido que era culpa de Liliana. Los ojos de Esteban se oscurecieron, y ordenó de inmediato: —¡Enciérrenla en el ático! Me ocuparé de ella en cuanto regrese. El otro se apresuró a enviar a Débora al hospital mientras los sirvientes arrastraban a Liliana escaleras arriba. Incluso cuando se le cayó un zapato, mantuvo un rostro obstinado y no suplicó ni gritó pidiendo ayuda.

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