Read Ocho peculiares by Lalia Alejos Capítulo 215

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Capítulo 215 La desigualdad del amor

Zacarias se fue de viaje y volvió convertido en otra persona. En la cena, peló camarones para su hermana y jugó con ella después de cenar.

Al principio, el niño siempre estaba inmerso en los juegos. Ahora, nunca saca el teléfono, a pesar de que lleva bastante tiempo en casa. Incluso se comportaba como un niño mimado y le pedía a Luis dinero.

Antes de esto, Zacarias nunca había pedido dinero. Siempre había trazado con desesperación una línea divisoria entre él y su familia. Todos comprendieron que cuando Zacarias empezó a pedir dinero a sus padres, significaba que había cambiado de verdad.

Los Castellanos se miraron.

Hugo penso.

¿Se ha curado este bribón? ¿Se ha curado despues de salir con Liliana durante dos dias?.

Beatriz la elogió en secreto.

Liliana es una chica tan capaz.

Eduardo maldijo en su corazón.

Maldita sea, estoy seguro de que este chico está siendo poseído”.

Josué hizo los cálculos en su mente.

Supongamos que Zacarias está siendo poseido; des Xo Y?”.

Por la noche, Josué estaba armado.

Había preparado su gran palangana de hierro, que según podía detectar el paradero del fantasma. También tenia su cámara paranormal, que calificó de invento del siglo pasado. En la mano izquierda llevaba una pila de talismanes, mientras que en la derecha tenía una cuchilla ritual. También colgaba de su cuello un kilo de ajo fresco.

Josué pensaba que su equipo era demasiado limitado y que tenia que inventar más en el futuro.

Liliana escuchó que llamaban a la puerta. Cuando la abrió, vio a Josué aparecer en su habitación de una manera extraña, Liliana preguntó sorprendida:

-Josué, ¿qué haces?

Josué ordenó:

-Cállate y ven conmigo!

Tomó la mano de Liliana y se dirigió a toda prisa a la habitación de Zacarías.

La puerta de la habitación de Zacarias habia sido reinstalada. No estaba cerrada con llave. Josué abrió la puerta y entró en la habitación.

Liliana le recordó:

Josué, es de mala educación entrar en la habitación de alguien sin llarnar!

Josué hizo un gesto:

-¡Silencio!

Estamos aqui para atrapar un fantasma. ¿A quién diablos le importaria la etiqueta?».

La habitación estaba en silencio, pero el sonido del agua corriente procedia del cuarto de baño. Zacarias sc estaba duchando.

Josué estaba un poco nervioso y tartamudeó:

-Tu… tú, quédate aquí y no te muevas. Yo lo echaré.

Liliana se quedó perpleja.

“¿Qué demonios pretende? Zac se está duchando; ¿por qué hay que echarlo del cuarto de baño?.

Josué se acercó en silencio a la puerta del baño. Abrió la puerta de un tirón y lanzó el ajo de su cuello a Zacarias. Josué gritó:

-¡Toma esto! ¡Toma este golpe! ¡Toma esto! ¡Te mataré, te destruiré y me deshare de ti! ¡Aléjate de Zac!

Zacarías se quedó atónito. De repente, alguien abrió la puerta de un tirón y le arrojaron docenas de cabezas de ajo. Todo ello mientras estaba desnudo. Esquivó el ajo por poco, pero una espada ritual volo hacia el con un silbido.

Zacarias no estaba seguro de si esta hoja ritual había dado en el blanco o no, pero aquel ataque furtivo casi le corta el p*to.

-¡Maldita sea! -Zacarías estalló en cólera y preguntó-: ¿Quién es? ¿Quién demonios se ha metido?

¡Clang!

Una gran palangana de hierro fue lanzada hacia él y golpeó a Zacarías en la cabeza.

Zacarías resbaló y se sentó en el suelo con las nalgas desnudas. Sintió que le zumbaba la cabeza y maldijo:

-¡Car jo!

El baño estaba hecho un desastre. Zacarias siguió maldiciendo y empezó a pelearse con Josué.

Josué gritó:

-Liliana! ¡Ayuda! ¡Este demonio está alborotando! ¡Rápido! ¡Ven y ayúdame!

Liliana quiso entrar corriendo en el cuarto de baño, pero sonó la voz furiosa de Zacarías:

-Liliana, no entres aqui!

La pequeña estaba en una encrucijada.

-¿Deberia entrar o no?,

sentado en el bonde de la cama y el otro en el sofá.

Liliana parecia confundida y preguntó:

¿Qué estan haciendo?

Zacarias reprendió:

-Este idiota afirma que fui poscido por un fantasmal Cabr’n, crees que te voy a dar las gracias?

El dolor hizo que Josué hiciera una mucca. No estaba dispuesto a echarse atrás. Replicó:

-¿Por qué demonios actúas fuera de lugar? ¿Eh? En

lidad, pelaste camarones para Liliana en la cena.

Le serviste la comida e incluso jugaste con muñecas Barbie con ella después de cenar. ¿Es esto algo que tú

harias?

Durante un breve instante, Zacarías se quedó sin habla.

Josué estaba irritado. Creia que Zacarias estaba poseido por un fantasma. Preocupado por él, quiso ayudarle a expulsar al espiritu maligno. Al final, su cara estaba hinchada.

Liliana por fin

espiritu. Se que tendió loc

estaba pasando. Resultó que Josué pensaba que Zac estaba poscido por un muda y miró con atención a los imbéciles.

Liliana dijo:

-Josué, lo has entendido todo mal! Zac no está poseido por un fantasma.

A Josué le costaba creerlo. Se preguntaba:

-¿Cómo puede pasar de ser un demonio encarnado a un hermano de buen corazón en dos dias? ¿No parece que se haya convertido en una persona diferente?

Zacarias apretó los dientes y replicó:

-¿No

puedo cambiar a mejor? ¿Has escuchado alguna vez el dicho de que nunca es tarde para cambiar?

Josué respondió:

-No te creo.

Zacarias maldijo:

-iHijo de p*tal

Liliana se convirtió en la pacificadora y dijo:

-¡Basta! Dejen de discutir entre ustedes. -Sin poder evitarlo, sacó un poco de ungüento y se la untó con torpeza á Zacarías, luego le puso una venda a Josué. Liliana habló en voz baja-: Zac, no te enfades. Josué está preocupado por ti. Si hubiera sido otra persona, podría haber huido.

Zacarias resopló.

Laliana seguia intentando razonar con él, diciéndole:

25

¿A quién podrías culpar si fuiste un niño tan travieso en el pasado?

Zacarias guardó silencio, resopló con frialdad y se acostó en la cama con los ojos cerrados.

Todos me llamaban niño travicso

-¿Has visto alguna vez a un chico malo que se mantenga a sí mismo? -Sin más explicaciones, le contestó.

Liliana se sentó a un lado y preguntó:

-¿Y eso por qué?

-Antes de que naciera mi hermana pequeña, papá y mamá se llevaban relativamente bien-dijo Zacarias tras un breve silencio.

Aunque su relación no era tan estrecha como la de otras parejas, al menos estaban juntos.

-Todo cambió después de que naciera mi hermana.

Zacarias escuchó por casualidad a su madre discutir con la abuela sobre cómo había engañado a su padre para quedarse embarazada de él. También escuchó que sus padres iban a divorciarse. Discutían muy seguido.

Nadie le pidió nunca su opinión. Actuaban como si no estuviera allí. Su padre dejó de ir a casa, mientras que su madre empezó a adorar obsesivamente a su hermana pequeña.

Liliana preguntó compasiva:

-¿Qué pasó entonces?

Zacarias resopló y continuó:

-La primera vez que vi a mi hermana pequeña, apenas le toqué la cara y se puso a llorar. Mamá se enfadó y me dio una bofetada. Después de eso, cada vez que me acercaba a mi hermana, mamá me echaba de la habitación.

Sucedió muchas veces. Cuando era joven, intentó apaciguar a su hermana tras observar que su madre la favorecia, pero cada vez que ella lloraba, su madre siempre le echaba la culpa a él.

Josué estaba desconcertado.

“¿De verdad le pasan este tipo de cosas a Zac?-.

Zacarías dijo con indiferencia:

-Cuando mi hermana lloraba, mi madre podía abrazarla toda la noche sin dormir, pero cuando yo estaba enfermo, ni siquiera me miraba. Cuando mi hermana lloraba, mi madre le daba lo que queria. Mi madre me decía cuando le pedía algo: -¿Por qué siempre pides esto y lo otro, no crees que ya tengo bastantes problemás? No puedes ser sensato?-

Zacarias acabó dándose cuenta de que era innecesario. No debería haber hecho ninguna petición.

-Una noche lluviosa me despertaron y fui a cerrar la ventana. La ventana era dificil de cerrar. Yo era pequeño y no tenia fuerza suficiente, me cai por accidente al intentar tirar de la

tana.

Aunque la habitación de Zacarías estaba en el segundo piso, el primer piso de la casa tenía techos altos. Era bastante peligroso caerse del segundo al primer piso. Zacarías cayó fuera de la casa con un ruido sordo Luchó un rato para levantarse. Lloró y llamó a su madre, pero nadie lo escuchó.

Llovia a cantaros. Las dependencias de la servidumbre estaban lejos del edificio principal. Hugo dormia a pierna suelta, Beatriz se habia marchado a la residencia de ancianos, Antonio trabajaba a menudo horas -extras; y Luis y Eduardo se apresuraban a trabajar en la obra y rara vez volvían a casa.

Los otros tíos, en cambio, estaban en el trabajo o en sus propios apartamentos.

Apenas regresaron a la mansión Castellanos.

е

-Me quedé tirado bajo la lluvia torrencial durante mucho tiempo, dolorido por todas partes. Al final, volví a la casa a gatas. Tal vez mi hermana se despertó cuando llamé a la puerta de mi madre, y enseguida se puso a llorar. Mamá estaba furiosa. Dijo que había tardado mucho en dormirse, pero que yo la había despertado. Me dijo que me largara.

Mama no se dio cuenta de que estaba empapado. No me pregunto que me habia pasado, a pesar de que estaba dolorido. No tuve más remedio que volver a mi habitación, ducharme y limpiarme. Incluso tosi sangre. Me acurruqué en la cama, tuve mucha fiebre y me puse muy enfermo. Nadie se dio cuenta de lo indefenso, solo y aterrorizado que me senti aquella noche.

»Mamá nunca se preocupó por mi, ni siquiera durante los dos días que estuve enfermo. Cuando el criado le informó de que estaba enfermo, dijo: No le hagas caso; está malcriado

¿Cómo es posible que me mimen? A quien mimaban era a

mi hermana.

-Tuve suerte de estar vivo. Poco a poco fui mejorando, pero aprendi que tenía que vivir por mi cuenta y ganar mi propio dinero. Es mejor depender de mí mismo que de los demás.

Mis padres no estaban contentos, incluso después de que me volviera más sensato.

Liliana sintió que le dolía el corazón por Zacarias.

«Zac mejoró, pero su corazón está enfermo. Nunca se curo, ¿verdad?».

Sin decir una palabra, Liliana le dio a Zacarias un abrazo de oso.

Zacarías recibió una palmada de ella como si fueran dos niños indefensos que dependieran el uno del

otro.

Ella lo consoló diciéndole:

-Zac, no tengas miedo. Una vez tuve una vida dificil, pero luego mejoró. El tio Antonio, papá, el abuelo y la abuela no lo sabian y no tenían intención de hacerlo. ¿Puedes perdonarlos?

Zacarías apretó los labios y sus ojos se enrojecieron.

 


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Score 9.9
Status: Ongoing Released: 12/16/2023 Native Language: Spanish
Ocho Peculiares" by Lalia Alejos is a captivating novel that intricately weaves together the lives of eight peculiar characters, exploring the depths of their eccentricities and the interplay of their destinies in a rich narrative that transcends conventional storytelling boundaries.  

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Detail Novel

Title: Read Ocho peculiares by Lalia Alejos
Publisher: Rebootes.com
Ratings: 9.3 (Very Good)
Genre: Romance, Billionaire
Language: Spanish    
 

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Capítulo 1

Ciudad Lavanda, primera zona residencial; Mansión Juárez. Hoy era el festival de las linternas. Luces de colores estaban decoradas alrededor de la casa, dando un toque de calidez a la fría atmósfera de la Familia Juárez. De repente, un grito resonó por toda la mansión. —Ay. Seguido de un ruido sordo, ¡una mujer embarazada cayó por las escaleras! Todos se sorprendieron y corrieron hacia ella. Esteban Juárez, presidente de la Corporación Ador Juárez, preguntó rápido: —Débora, ¿estás bien? El rostro de la mujer palideció al ver la sangre fresca que le corría por las piernas. Horrorizada, respondió: —Esteban, me duele... Nuestro bebé... ¡Rápido, salva a nuestro bebé! La madame de la casa, Paula Andrade, presa del pánico, preguntó: —¿Qué sucedió?
Débora miró hacia lo alto de las escaleras con lágrimas en los ojos. Todos levantaron la vista y vieron a una niña, de unos tres años, de pie en lo alto de la escalera. Al ver la mirada de todos, abrazó con fuerza el conejo de juguete que tenía en los brazos, asustada. Ricardo Juárez rugió furioso: —¿Fuiste tú quien empujó a Débora? La niña hizo un berrinche. —No fui yo, y yo no... Mientras lloraba, Débora suplicó: —No... Papá, no es culpa de Liliana. Todavía es joven, y ella no quería... Sus palabras reafirmaron rápido que era culpa de Liliana. Los ojos de Esteban se oscurecieron, y ordenó de inmediato: —¡Enciérrenla en el ático! Me ocuparé de ella en cuanto regrese. El otro se apresuró a enviar a Débora al hospital mientras los sirvientes arrastraban a Liliana escaleras arriba. Incluso cuando se le cayó un zapato, mantuvo un rostro obstinado y no suplicó ni gritó pidiendo ayuda.

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