Capítulo 214 Zacarías es un chico diferente
La pareja miraba con atención al taxista ilegal desde el asiento trasero. Parecían sin vida y pálidos, como si llevaran muertos mucho tiempo. Así es, parecian cadáveres desde hacía mucho tiempo.
El taxista ilegal recordó de pronto el lugar donde los habia recogido. Estaba cerca del edificio inacabado de la calle Ciprés. Allí no funcionaba ningún negocio por la noche, ni había bares, KTV o clubes nocturnos.
Pisó el freno con fuerza. El coche se detuvo con un chirrido.
El Señor Fantasma giró los ojos con desgana y se asomó por la ventanilla. Preguntó:
-¿Por qué ha parado el coche de repente?
La espalda del taxista ilegal éstaba empapada en sudor frio. Tartamudeó:
-El semáforo…
La señora Fantasma parecía desconcertada.
¿Semáforos? Estamos muy lejos del cruce».
-Ufff. tanto tiempo llevamos muertos que ya no nos funcionan los ojos? -murmuró la señora Fantasma en voz baja.
El Señor Fantasma se inclinó con consideración. Ofreció:
-Déjame echar un vistazo por ti.
La Señora Fantasma sacó sus globos oculares y se los entregó.
Los dos se inclinaron muy cerca en el asiento trasero. Lo hicieron a propósito para ocultarse de la vista del
taxista.
El taxista ilegal estaba horrorizado. El espejo retrovisor no le permitia ver lo que hacían los dos. Sin embargo, habia colocado un equipo ilegal en el interior del vehiculo. Colocó una pequeña cámara en el asiento trasero.
A veces, cuando subía una chica guapa o con falda corta, podía espiarlas a través de su teléfono. Sólo tenia que pulsar el teléfono para hacer fotos o vídeos. A diario compartia estas increibles,
con otros taxistas ilegales afines en un chat de grupo que tenian. Esto solía ser motivo de celebración y emoción. Ahora se había convertido en su pesadilla.
Las imágenes mostraban con claridad a la mujer arrancándose los globos oculares. Mientras el hombre se los limpiaba con cuidado y la ayudaba a volver a colocárselos.
El taxista ilegal sintió como si se hubiera caido al agua porque tenia el cuerpo empapado de sudor. Mientras que su cara chorreaba.
En ese momento, la mujer arqueó el cuello y preguntó:
Por qué el semáforo lleva tanto tiempo en rojo?
El taxista ilegal balbuceo:
-Hmm… hmm… en realidad, creo que mi coche se ha averiado.
El Señor Fantasma no pudo evitar fruncir el ceño.
¡Que coche más asqueroso!».
A la Señora Fantasma le pareció bien. Echó un vistazo a su alrededor y dijo:
No estamos lejos de la Edificio Cerezo; ivamos andando!
El Señor Fantasma asintió y entregó cinco billetes al taxista ilegal.
El taxista ilegal tembló al cobrar el billete a sus clientes.
Tras salir del vehiculo, la pareja empezó a avanzar lento. El taxista se dio cuenta de que no caminaban con normalidad, sino que flotaban, cuando les echó un vistazo más de cerca.
El taxista ilegal miró el dinero que sostenía en sus temblorosas manos. En efecto, era la moneda del inframundo.
-Dios… mio…
El conductor ilegal no tenía ni idea de cómo había llegado a casa. Más tarde cayó enfermo y ya no se atrevió a conducir un taxi ilegal. También quemó la cámara del asiento trasero y abandonó el chat del grupo, en el que se compartian videos lascivos. Estaba desilusionado y vivía cada dia con miedo.
Por supuesto, todo esto pasó después.
El día antes de que Liliana se marchara, cavó un hoyo bajo el gran monumento de piedra situado entre los dos edificios de la Edificio Cerezo y colocó en él un óbolo.
Zacarias preguntó:
-¿Qué es eso?
Liliana respondió:
-Esta moneda podria suprimir el aura de vanidad de aqui. Menos gente saltará de los edificios.
Los óbolos se utilizaban para apaciguar a los espiritus. Había grabado este óbolo en concreto con un amuleto que le enseño su maestro. Había demasiados fantasmas en este lugar, cada uno con su propio destino. Si lograba derrotar a todos los fantasmas oscuros, su tarro de almas estaría lleno, ¿verdad?
Liliana dudaba de que fuera una buena idea. Al menos, después de enterrar este óbolo, aunque alguien saltara del edificio sus almas no quedarian atrapadas allí, y sus espiritus no serían esclavizados por otros fantasmas.
Zacarias preguntó:
-No teínes que alguien lo desentierre?
Liliana respondió con seguridad:
-No lo harán.
Zacarias sondeó, perplejo.
Por que no?
Liliana respondió de manera decisiva:
–Si digo que no va a pasar, entonces no va a pasar. Zac, tú no entenderías nada de esto.
Zacarias se congeló.
Liliana aplaudió y se quitó el polvo de los pantalones. Sacó la maleta y anunció, llena de energía:
-¡Vamos! Es hora de volver a casa.
Zacarias frunció los labios. Fue con la maleta y siguió en silencio.
De vuelta en la mansión Castellanos en Ciudad Terradagio
Beatriz llevaba un rato esperando el regreso de los niños ante la puerta de la mansión. Se preguntaba preocupada:
-¿Por qué no han llegado todavía? Ya les dije a todos que no quería que viajaran solos. ¿Y si esos niños se meten en problemas? En especial Zacarías, es probable que el muy granuja siga enfrascado en su juego cuando se lleven a su hermana.
Antonio y Braulio permanecieron en silencio. Solo llevaban dos minutos esperando, pero su madre los había reprendido dos veces.
En ese momento, un coche se acercó a la mansión Castellanos.
Zacarias fue el primero en salir del vehículo. Luego corrió rápido hacia el otro lado, abrió la puerta y tendió la mano a su hermana. Liliana gruno y saltó a los brazos de su hermano.
Zacarías se apresuró a bajarla. Se quejó:
-¡Qué pesada estás! Tienes que comer menos.
Rápido corrió hacia el maletero del coche para tomar las maletas. Zacarias sacó la maleta y llevaba un montón de bolsas en el brazo. Incluso llevaba en la mano una botella de leche de la que Liliana se habia tomado la mitad, junto con una magdalena que sólo había comido una parte.
Zacarías preguntó:
-¿Todavía tienes hambre? Espera un poco más; la abuela ya debe de habernos preparado la comida.
Beatriz y Eduardo mostraban la misma expresión de asombro en sus rostros. Ambos estaban desconcertados.
Eduardo preguntó sorprendido:
-Este chico es Zacarías?
¿Podría Zacarías estar poseido por un fantasma?-.
Beatriz también estaba desconcertada. Este chico sólo se fue de viaje con Liliana durante dos dias, pero
volvió como una persona cambiada? Ya no estaba absorto en sus juegos y se ocupaba de su hermana.
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Este niño sufrió algún tipo de shock? -murmuró Beatriz.
Braulio sonrió satisfecho. Las cosas eran justo como las planteaba Beatriz.
Liliana corrió hacia ella y se lanzó a los brazos de Beatriz. Exclamó:
-¡Abuela!
Braulio se quedó boquiabierto.
-Bueno, hoy es otro día para que me ignore”.
Por suerte, después de que Liliana abrazara a Beatriz, saltó a los brazos de Braulio. Luego abrazó a Antonio y a Eduardo. Cuando entró en la casa, Hugo, Josué y Dario, e incluso Poli y el Señor Tortuga, recibieron un abrazo de ella, Liliana repartió su afecto a todos, sin echar de menos a ningún miembro de la familia.
Beatriz dijo con amabilidad:
-¡A comer!
Sacó el plato favorito de Liliana, camarones de Jonghe, del horno.
Hugo mostró su habitual expresión severa y preguntó:
-¿Qué tal el viaje a Ciudad Sur?
Hugo pensó.
-Estos dos insistian en hacer un viaje y experimentar la vida sin ninguna buena razón. Son tan jóvenes: ¿qué tipo de experiencias vitales podian obtener de un viaje de dos días? ¿Este viaje va a cambiar a Zacarias?”.
Hugo se enfurruñó al ver cómo Zacarías tiraba de los camarones hacia sí.
«Ves, el pequeño bribón sigue siendo el mismo.
Justo cuando Hugo estaba a punto de regañarlo, vio que Zacarías empezaba a pelar los camarones y ponia la carne de camarón en el cuenco de Liliana. Zacarias incluso le contestó:
-INada especial, sólo un viaje tipico! Deberías salir a viajar alguna vez.
El chico seguía teniendo el mismo comportamiento molesto. Mientras pelaba camarones para Liliana, se quejaba:
-Ya has comido tanto; aun tienes hambre? A este paso vas a engordar.
Refunfuñó, pero el movimiento con el que pelaba los camarones no se detuvo ni un instante.