Read Ocho peculiares by Lalia Alejos Capítulo 207

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Capítulo 207 Cliente del entrenador de juego

A Zacarias le entraron sudores frios sin motivo.

Liliana preguntó:

-Entrenador de juegos? Mi hermano lo es.

Pensó Zacarias.

No me hagas caso. Gracias».

La señora Fantasma dijo mientras lanzaba una mirada hacia Zacarias.

-Ya veo… Esa chica no tenía muchos amigos. Compartia piso con otra chica, y las dos no se llevaban bien. A veces la otra chica invitaba a su novio a pasar la noche. Las dos tenían conflictos a menudo.

Zacarias se quedó mudo.

Esta historia me resulta familiar. Recuerdo que hace tiempo recibi una reserva en mitad de la noche. Mi cliente mencionaba a menudo que su compañera de piso había llevado a su novio para pasar la noche-.

-¿Qué pasó después?-Zacarias no pudo evitar preguntar.

La Señora Fantasma dijo:

-Eso es todo. Ella murió.

Zacarias dejó de hablar una vez más. Refunfuñó en su mente.

Empece a sentir intriga y a querer escuchar el resto, pero ¿no hay más en la historia?».

La Señora Fantasma continuó:

-La chica causó un gran alboroto en la habitación cuando saltó del edificio. Su compañera de piso estaba tan aterrorizada que no se atrevió a volver. Al parecer, la chica se enamoró de un chico con el que jugaba. Antes de saltar, se puso un vestido de novia y escribió el nombre del chico, pero nunca llegaron a conocerse. No sé qué pasó después.

Después de pensarlo un poco, la señora Fantasma continuó:

-Ah, sí, el nombre de ese chico es CastZee. Creo que lo vi escrito en un cuadernillo rojo.

Zacarias se sorprendió.

-Maldita sea, esto no puede ser una coincidencia, ¿verdad? El mundo es tan grande, ¿por que tenía que ser yo?».

Zacarías estaba inmóvil y clavado en el sitio.

Liliana dio las gracias al señor y la señora Fantasma y se despidió de ellos. Después de verlos alejarse, al final dijo:

-De acuerdo, Zac, ivamos a la puerta de al lado a echar un vistazo?

Hace un momento, la Señora Fantasma les informó que no vivia nadie al lado.

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Con miedo, Zacarias dijo:

–Tal vez no deberíamos…

Liliana preguntó con curiosidad:

-Zac, has estado actuando de forma extraña desde que entramos en esta habitación. ¿Qué está pasando?

Zacarías se mostró un poco evasivo, pero al final confesó:

-Hace un momento, cuando estaba fuera, se ha abierto la puerta de al lado.

Liliana abrió los ojos y preguntó:

-¿Por qué no lo has dicho antes?

Zacarías volvió la cabeza, sin decir nada.

¿Qué le voy a decir? ¿Voy a decirselo y dejar que se ria de mi cobardia? Ahora todo ha cambiado. Ahora fui testigo de un fantasma-.

Liliana lo miró desconcertada y dijo:

-Zac, ¿qué te pasa? Ahora actúas de un modo aún más extraño.

Fijó su mirada en Zacarias, y se dio cuenta de que Zacarías le ocultaba algo.

A Zacarias se le trabó la lengua por un momento.

-¿Qué debia decir? Me habia convertido en un streamer de juegos para ganar dinero.

Al principio, cuando la gente se enteraba de que era un niño, me decían que me largara y me fuera a casa con mi

madre.

Al final dejé de apuntarme a clubes porque soy un niño y empecé a trabajar como entrenador autonomo de juegos en streaming.

¿Que fingi ser un adulto? ¿Que el espiritu femenino de al lado era mi cliente del juego?”.

-Nada. -Zacarias frunció los labios y guardó silencio.

Liliana leyó en secreto el aura de Zacarías. Puso una expresión severa y dijo:

-Acabo de leer tu aura y estás en peligro. ¿Es tu vida o tu reputación más importante para ti, Zac?

Zacarías se quedó sin palabras. Miró atento a Liliana, sospechando que lo hacia a propósito.

Frunció los labios y al final dijo:

-Soy CastZec.

Fue el turno de Liliana de ensanchar la boca en estado de shock en este punto. Preguntó:

-Tú eres Zacarias Castellanos; ¿cómo puedes ser CastZee?

Zacarias estaba irritado. Sacó un trozo de papel y escribió su nombre. Separó las letras de su nombre para

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que se parecieran en cierto modo a CastZee.

Con una expresión de simpatía en el rostro, Liliana comentó:

–No me extraña que el espíritu suicida te persiga.

A Zacarias le costó aceptarlo. Protestó:

-¡Eh! ¡Sólo soy un niño!

-Solo jugaba para ganar un poco de dinero para mantenerme. ¿Es necesario que me pase esto? Creo que ahora tengo un trauma por jugar a juegos..

Liliana sacudió la cabeza y dijo:

-Al espiritu suicida no le importa esto. Es culpa tuya que le hayas mentido.

Zacarias maldijo:

-iMaldita sea!

Empezó a considerar la posibilidad de que se hubiera equivocado por primera vez.

-No pasa nada; el espiritu suicida no escribió tu verdadero nombre en el cuadernillo rojo y no conoce tu carta astral-Liliana lo tranquilizó.

Lo mejor que podía hacer era atormentarlo y provocarle pesadillas. Si se hubiera escrito el nombre de Zac, ahora no podria estar ali sentado tan cómodo.

-¿Qué debo hacer?-Zacarias no pudo evitar empezar a agarrarse el cabello.

Antes de esto, nunca imaginó que le ocurriría esto. Incluso llegó a preguntarse si existian lo

Liliana se limitó a mirarlo y a decirle con seriedad:

-No tengas miedo. Yo estoy contigo.

fantasmas.

Zacarias se sobresaltó. Aunque la chica era pequeña su cabeza apenas le llegaba a los hombros, la seriedad de sus ojos lo reconfortó de algún modo. Zacarias guardó silencio y no dijo nada más.

A las diez de la noche, todo el Edificio Cerezo quedó en silencio. Había un silencio absoluto, que hacia que el lugar pareciera irreal.

A lo largo del pasillo había una lámpara cilindrica cada dos metros. Como estaba empotrada en el techo y no era muy brillante, el pasillo parecía algo nebuloso y tenue. Daba incluso la ilusión de caminar por el camino del inframundo.

Liliana llevaba a la espalda una pequeña bolsa amarilla que contenia papeles amarillos, papeles rituales y cuerdas de monedas obol, además de una hoja ritual.

Zacarias estaba justo detrás de ella. Parecía tenso y llevaba una espada ritual para ahuyentar a los malos espiritus.

Sus pupilas se contrajeron un poco mientras se concentraba en la puerta de al lado, cerrada a cal y canto.

La Señora Fantasma dijo con claridad que no habia nadie al lado. ¿Por que está cerrada esta puertal

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–Liliana, često está bien? -preguntó Zacarias mientras miraba el largo pasillo. Su corazón casi saltó a su garganta.

Liliana le hizo un gesto de OK y le dijo:

-Está bien.

Tan pronto como sus palabras cayeron, la puerta de la habitación de al lado crujió y se abrió con lentitud.


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Score 9.9
Status: Ongoing Released: 12/16/2023 Native Language: Spanish
Ocho Peculiares" by Lalia Alejos is a captivating novel that intricately weaves together the lives of eight peculiar characters, exploring the depths of their eccentricities and the interplay of their destinies in a rich narrative that transcends conventional storytelling boundaries.  

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Detail Novel

Title: Read Ocho peculiares by Lalia Alejos
Publisher: Rebootes.com
Ratings: 9.3 (Very Good)
Genre: Romance, Billionaire
Language: Spanish    
 

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Capítulo 1

Ciudad Lavanda, primera zona residencial; Mansión Juárez. Hoy era el festival de las linternas. Luces de colores estaban decoradas alrededor de la casa, dando un toque de calidez a la fría atmósfera de la Familia Juárez. De repente, un grito resonó por toda la mansión. —Ay. Seguido de un ruido sordo, ¡una mujer embarazada cayó por las escaleras! Todos se sorprendieron y corrieron hacia ella. Esteban Juárez, presidente de la Corporación Ador Juárez, preguntó rápido: —Débora, ¿estás bien? El rostro de la mujer palideció al ver la sangre fresca que le corría por las piernas. Horrorizada, respondió: —Esteban, me duele... Nuestro bebé... ¡Rápido, salva a nuestro bebé! La madame de la casa, Paula Andrade, presa del pánico, preguntó: —¿Qué sucedió?
Débora miró hacia lo alto de las escaleras con lágrimas en los ojos. Todos levantaron la vista y vieron a una niña, de unos tres años, de pie en lo alto de la escalera. Al ver la mirada de todos, abrazó con fuerza el conejo de juguete que tenía en los brazos, asustada. Ricardo Juárez rugió furioso: —¿Fuiste tú quien empujó a Débora? La niña hizo un berrinche. —No fui yo, y yo no... Mientras lloraba, Débora suplicó: —No... Papá, no es culpa de Liliana. Todavía es joven, y ella no quería... Sus palabras reafirmaron rápido que era culpa de Liliana. Los ojos de Esteban se oscurecieron, y ordenó de inmediato: —¡Enciérrenla en el ático! Me ocuparé de ella en cuanto regrese. El otro se apresuró a enviar a Débora al hospital mientras los sirvientes arrastraban a Liliana escaleras arriba. Incluso cuando se le cayó un zapato, mantuvo un rostro obstinado y no suplicó ni gritó pidiendo ayuda.

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