Read Ocho peculiares by Lalia Alejos Capítulo 208

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Capitulo 208 Esconderse bajo la cama

La puerta de la habitación contigua se abrió con lentitud. Cuando Zacarías miró hacia esa puerta, se quedó petrificado en el sitio.

Liliana le dirigió una rápida mirada. De repente, le pareció muy fascinante.

A Josué se le ponía la carne de gallina y reaccionaba con rapidez cuando se asustaba. Gritaba y salía corriendo. Zac, en cambio, se quedaba quieto cuando se encontraba con algo espeluznante, como si se hubiera convertido en una estatua.

Liliana se tapó la boca y se rio de él. En broma, dijo:

-Zac, si los fantasmas pudieran comerse a la gente, tú serias sin duda el primero en ser comido.

Zacarias no se molestó en contestar. Momentos después, Liliana saltó delante de Zacarías y gritó:

-¡Rawr!

Después le mordió en el brazo. Zacarías estaba horrorizado y tenia la piel de gallina. Siscó:

-¡Qué estás haciendo!

Zacarias se quedó sin habla, ya que tenía la saliva de Liliana por todo el brazo

Liliana se volvió para mirar el pasillo atestado de fantasmas oscuros. Su rugido los asustó y todos huyeron para ponerse a salvo. Se rio entre dientes y dijo:

No tengas miedo, Zac. Mi saliva puede alejar a los espíritus malignos.

-iPierdete! -Zacarias puso los ojos en blanco.

Liliana respondió de inmediato:

-¡De acuerdo! ¡Ya voy! ¡Espíritu suicida!

Entro con alegria en la habitación con su espada ritual en la mano.

Zacarias se quedó atónito.

Acaba de entrar corriendo en la habitación? iQué hermana tan poco fiable!”.

Zacarías se enfurruñó, Miró la puerta y decidió no entrar.

-No voy a entrar en ese sitio. Nunca iria alli-.

Zacarías estaba pensando en esto cuando escuchó una voz inquietante que decía:

-Estás aquí.

Las pupilas de Zacarias se contrajeron. Al final, sus reflejos se pusieron al día. De inmediato corrió después de gritar:

-ILiliana!

Entró corriendo en la habitación contigua.

[!!

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El apartamento de al lado tenía dos dormitorios y un salón. La distribución de la unidad era compacta. En él había un tipico sofá gris de algodón y lino, frente a la cocina y el cuarto de baño. No había televisión en el salón.

Habia dos habitaciones junto al salón, una con la puerta bien cerrada y la otra con la puerta abierta de par en par y mirando hacia la entrada. Nada más entrar, se podía ver la decoración roja de la habitación.

La ropa de cama, la colcha y las almohadas eran rojas. Había una pegatina de -Recién casados en el espejo del tocador. Junto al espejo había velas aromáticas casi apagadas. A los pies de la cama había un par de zapatos de tacón rojos.

A Zacarías le pareció que aún podía escuchar la inquietante voz cuando soplaba el viento. Temió darse la vuelta cuando empezó a ponersele la piel de gallina por todo el cuerpo y a sentir un hormigueo en el cuero cabelludo.

Liliana, idónde estás! -Zacarias llamó en voz baja.

Detrás de él, una pequeña cabeza apareció de la nada. Liliana dijo:

-¡Estoy aquí!

Zacarías se quedó estupefacto. Se quedó inmóvil y preguntó enfadado:

-¿Por qué has aparecido de la nada y no has hecho ningún ruido?

Liliana reaccionó como si hubiera hecho algo malo. Afirmó con naturalidad:

-Cuando te toqué el hombro la última vez, tú también estabas enfadado conmigo.

-Cuando lo llame de golpe, se sobresaltó. Se horrorizó cuando le toqué el hombro. Todavia estaba enfadado conmigo cuando levante la cabeza. Es tan dificil llevarse bien con él, deh?”.

-¿Adónde fuiste?-preguntó.

Liliana señaló la cocina y explicó:

-Fui a la cocina y encontré dos huevos rojos.

Abrió las manos, mostrando un huevo rojo en cada una. El huevo rojo era imprescindible en las bodas rurales.

Zacarías apartó de inmediato sus manos y le advirtió:

-iMantenlas alejadas!

Liliana miró a su alrededor y colocó los huevos sobre la mesita.

Swoosh… De repente, una sombra roja pasó por delante de la puerta.

Zacarias se quedó atónito. Preguntó:

-Liliana, acabas… de ver eso?

-Si, vi a la novia vestida de novia-reconoció Liliana con un movimiento de cabeza.

Miró con cuidado a su alrededor. La señora Fantasma habia mencionado antes que esta habitación

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albergaba a los primeros espiritus oscuros, pero no los vio cuando entró. Era como si ambos espíritus hubieran salido a visitar a sus amigos.

Zacarias se puso

nervioso porque no podían ver a ninguno de los fantasmas. Dijo:

-Volvamos a nuestra habitación. Podemos volver mañana al mediodia.

El sonido de pasos resonando por el pasillo le cortó antes de que pudiera terminar. Se acercaba cada vez más al apartamento. Estaba claro que se dirigía hacia ellos.

Liliana agarró a Zacarías de la mano y corrió hacia la casa, diciendo:

-IRápido, escóndete!

Zacarías exclamó:

-¿Qué demonios?

Vio cómo Liliana lo empujaba hacia la habitación llena de adornos de boda. Cada célula del cuerpo de Zacarias protestó contra esto. Sugirió:

-Escondámonos en otra habitación..

Liliana susurró:

-¡No hay tiempo!

Zacarías tenía pánico. Liliana tiró de él bajo la cama y pegó un talismán delante de ellos.

Debajo de la cama, Zacarias se asombró al descubrir dónde estaban.

-¿Por qué, de todos los escondites posibles, tenemos que buscar refugio bajo la cama de ese espiritu femenino?

A Zacarias se le pusieron los pelos de punta. Estaba a punto de salir gateando cuando un par de zapatillas rojas aparecieron de repente delante de él. Los zapatos se le acercaban cada vez más. Se escuchó una voz áspera que parecia la del Pato Donald:

-Eh, ¿donde te escondes?

Zacarías abrió los ojos. Era espeluznante porque la persona que llevaba zapatillas rojas se ponía de puntillas y se balanceaba de un lado a otro delante de él.

El dueño de estos zapatos caminaba de puntillas, cuando lo normal es caminar con las suelas apoyadas en el suelo.

Los zapatos se detuvieron de golpe delante de Zacarias. Notó que el cabello le colgaba como si alguien se inclinara sobre el borde de la cama para mirar abajo.

Zacarías se quedó helado en el sitio y fue incapaz de respirar. Más cabello tocaba el suelo. Era consciente. de que la cabeza se acercaba cada vez más a él.

Zacarias volteó los ojos y miró a Liliana en busca de ayuda.

Para su sorpresa, Liliana estaba contando dinero. De hecho, estaba contando dinero, pero era dinero en forma de papeles rituales.

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A Zacarias casi se le saltan las lágrimas.

«Sigue contando dinero mientras estamos en una situación tan desesperada. Quema toda la pila de papeles rituales; equé hay que contar?.

La cama crujió. El suelo estaba cubierto por un montón de cabello que colgaba. La parte superior de la cabeza de aquel fantasma era visible para él.

Zacarias dejó de respirar.

¿Cómo cuelga esta cabeza? Deberia poder ver media oreja o media cara, no la parte superior de la cabeza.

Zacarias estaba aterrorizado. Gritaba por dentro.

-iLiliana, sálvame! ¡Sálvame!”..

Parecía que Liliana había escuchado su grito mudo. Levantó la cabeza y dijo:

-No te preocupes, no puede vernos.

Zacarias intentó tapar rápido la boca de Liliana por miedo. Liliana volvió a decir:

-¡No te preocupes, tampoco puede oirnos!

Zacarias se congeló.

iMentira! ¡No me fio de ti! ¿No te fijaste en el fantasma junto a la cama, dudaste un momento y luego seguiste inclinándote?-

El fantasma se irguió de golpe y se sentó en el borde de la cama, justo cuando Zacarias creia que estaban a punto de ser vistos por él.

Justo cuando Zacarias respiraba aliviado. Escuchó el sonido de unos pasos frenéticos procedentes del otro lado de la puerta. Esta vez, el fantasma llevaba tenis rosas. Habló asustada al entrar en la habitación. diciendo:

-Lo siento, me he retrasado por el camino…

El fantasma sentado en la cama tenia una voz ronca y desagradable. Regañó a la otra persona con un tono amenazador:

-Te envie a comprar algo: ¿por qué te entretuviste tanto tiempo? Has estado fuera media noche. Dime,

has tomado mi dinero y te has ido a otro sitio a divertirte?

La chica de los tenis rosas casi se echa a llorar y dice:

-Yo no….

Recibió una fuerte bofetada. La chica de los tenis rosas salió despedida hacia atrás. Rodó hasta el borde de la cama y cayó justo delante de Zacarias.

Zacarias se congeló.


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Score 9.9
Status: Ongoing Released: 12/16/2023 Native Language: Spanish
Ocho Peculiares" by Lalia Alejos is a captivating novel that intricately weaves together the lives of eight peculiar characters, exploring the depths of their eccentricities and the interplay of their destinies in a rich narrative that transcends conventional storytelling boundaries.  

Read Ocho peculiares by Lalia Alejos

Detail Novel

Title: Read Ocho peculiares by Lalia Alejos
Publisher: Rebootes.com
Ratings: 9.3 (Very Good)
Genre: Romance, Billionaire
Language: Spanish    
 

Read Ocho peculiares by Lalia Alejos

Capítulo 1

Ciudad Lavanda, primera zona residencial; Mansión Juárez. Hoy era el festival de las linternas. Luces de colores estaban decoradas alrededor de la casa, dando un toque de calidez a la fría atmósfera de la Familia Juárez. De repente, un grito resonó por toda la mansión. —Ay. Seguido de un ruido sordo, ¡una mujer embarazada cayó por las escaleras! Todos se sorprendieron y corrieron hacia ella. Esteban Juárez, presidente de la Corporación Ador Juárez, preguntó rápido: —Débora, ¿estás bien? El rostro de la mujer palideció al ver la sangre fresca que le corría por las piernas. Horrorizada, respondió: —Esteban, me duele... Nuestro bebé... ¡Rápido, salva a nuestro bebé! La madame de la casa, Paula Andrade, presa del pánico, preguntó: —¿Qué sucedió?
Débora miró hacia lo alto de las escaleras con lágrimas en los ojos. Todos levantaron la vista y vieron a una niña, de unos tres años, de pie en lo alto de la escalera. Al ver la mirada de todos, abrazó con fuerza el conejo de juguete que tenía en los brazos, asustada. Ricardo Juárez rugió furioso: —¿Fuiste tú quien empujó a Débora? La niña hizo un berrinche. —No fui yo, y yo no... Mientras lloraba, Débora suplicó: —No... Papá, no es culpa de Liliana. Todavía es joven, y ella no quería... Sus palabras reafirmaron rápido que era culpa de Liliana. Los ojos de Esteban se oscurecieron, y ordenó de inmediato: —¡Enciérrenla en el ático! Me ocuparé de ella en cuanto regrese. El otro se apresuró a enviar a Débora al hospital mientras los sirvientes arrastraban a Liliana escaleras arriba. Incluso cuando se le cayó un zapato, mantuvo un rostro obstinado y no suplicó ni gritó pidiendo ayuda.

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