Read Ocho peculiares by Lalia Alejos Capítulo 203

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Capítulo 203 Poli enamorado

Aeropuerto Internacional de Tiga, Ciudad Sur.

Liliana mostró una tarjeta con un diagrama de flujo de dibujos animados que Braulio le había dibujado a mano. Mostraba primero un avión de gran tamaño, luego un camión, una cinta transportadora para el equipaje, etcétera.

Zacarías estaba desinteresado mientras seguia a Liliana. Tenía su teléfono en la mano y estaba inmerso en una intensa batalla dentro del juego. Rugió:

-Adelante, idiota!

Debido a los auriculares que llevaba puestos, era incapaz de calibrar el volumen de su propia voz. Los transeuntes se volvieron y lo miraron sorprendidos.

Liliana agitó rápido la mano y se disculpó:

-Lo siento. Lo siento mucho. Mi hermano es muy grosero.

Mientras decía eso, sacó el pan de su bolsa y se lo metió en la boca a Zacarias.

Zacarias murmuró:

-¡Hmmm!

Siguió murmurando, pero de su boca no salieron más palabras ofensivas.

Liliana siguió el mapa dibujado a mano para recoger su equipaje y reunirse con Poli

Poli fue enviada con transporte de mascotas, donde quedó al cuidado de un transportista profesional de

mascotas.

Poli y otro loro mantenían una animada conversación, o, mejor dicho, Poli era la que hablaba

El otro pájaro era una cacatúa. Era precioso, con sus plumas amarillo claro y la linea de la coronilla lisa También tenía dos manchas rojas redondas en las mejillas, justo debajo de los ojos, que le daban un aspecto rosado.

-Hola, hola; iya despertaste? -Poli extendió las alas delante del loro cacatua.

Ese loro tan solo ignoró a Poli.

Liliana dijo con suavidad:

-Poli…

Poli volvió a mostrar sus brillantes plumas verdes al loro cacatúa. Le dijo:

-Por qué no dices nada? No sabes hablar? ¡Dios mio! ¡Entonces tengo que enseñarte!

Lihana ve quedó sin habla.

Poh continuo

-Oye escúchame: debo de gustarte. Si no… pensaré en cualquier otra cosa.

Liliana volvió a llamar al loro:

-Poli…

Poli sacudió las plumas, se inclinó un poco hacia delante y se acercó a la jaula del loro cacatúa. Le dijo:

-No creo que seas el loro adecuado para salir, mmm… pero si para casarte conmigo.

El loro Cacatua perdió la cabeza y gritó:

-¡Soy un macho! ildiota! ¡Imbecil!

Poli se quedo atónito. Se volvió enseguida hacia Liliana y le dijo:

-Vámonos Rápido, tenemos que irnos ya.

Liliana se quedó sin palabras.

Los empleados del aeropuerto que estaban cerca se aguantaron la risa hasta que terminaron perdiendo el control y empezaron a reir a carcajadas.

Liliana estaba muy avergonzada. Rápido agarró la jaula de Poli, dio una zancada hacia delante y huyo a toda prisa de la escena.

Una vez fuera de la terminal del aeropuerto, Poli volvió a hacer una larga declaración con un poco de confusión.

Liliana tenía una expresión de has ganado en la cara. Preguntó con solemnidad:

-Poli, aprendiste todo esto de Ana?

Poli sacudió la cabeza y dijo:

-INo podría decirtelo!

Liliana sujeto la jaula a la maleta. A continuación, siguió las señales de tráfico hacia el exterior mientras tiraba de la maleta con una mano y sujetaba la fruta y el pastel inacabado con la otra.

PROTAM

Zacarias seguia jugando con los auriculares puestos y la seguía por detrás.

Los niños pasaron por alto a los pocos agentes secretos que se hacian pasar por gente corriente entre la multitud. Todos llevaban gafas con cámaras diminutas.

Braulio instaló cuatro ordenadores en la mansión Castellanos, cada uno de los cuales recibía imágenes de vigilancia en tiempo real de la primera linea.

Hugo estaba sentado con un periódico en las manos y una expresión sombría en la cara, pero echaba mirarias furtivas al ordenador de Braulio. Preguntó con cara larga:

-Hemos acordado que la dejaremos ser independiente. ¿Por qué estamos haciendo todo esto a sus

espaldas?

dijo Braulio, sin molestarse siquiera en levantar la cabeza:

–Papá, te creeré si te esfuerzas un poco más en disimular que estás mirando el ordenador.

Hugo se sorprendió.

Braulio continuó:

-Además, estoy vigilando a un espía con la cámara. No envié a alguien solo para filmar a Liliana.

Hugo dejó escapar una fria mucca y dijo:

-Te creeré si el enfoque de tu objetivo se desplaza sólo un poco más hacia un lado.

Hugo fue empujado a un lado por Beatriz, que le gritó:

-¡Muevete! Quiero ver la pantalla si tú no quieres.

Hugo se quedó callado. Al final perdió.

Beatriz vio que Liliana llevaba el equipaje y se adelantó; Zacarias la seguía con las manos vacías y preocupado por los videojuegos. No podia soportar ver esta escena. Reprendió con rabia:

-¡Dios mio! ¡Deberia haberle pegado más el otro día! ¿Cómo pudo permitir que la hermana menor lleve el equipaje?

Braulio entrecerró los ojos y miró a Zacarias en la grabación.

-Este chico tiene el descaro de mandar sobre mi hija-.

Braulio sacó su teléfono.

Zacarias estaba extasiado y dispuesto a destruir el cristal del rival. De repente, su teléfono se quedó en negro. Zacarias se quedó perplejo y se puso furioso. Grito:

-IMaldita sea!

-¿Por qué demonios tiene que caerse internet ahora? Dios, ¿me estás jodi”ndo?”.

Liliana llamó a un taxi. Se puso de puntillas y preguntó:

-Señor, ¿cuánto me costaría llevarme al Edificio Cerezo, cerca de la Universidad del Centro?

El taxista tuvo que estirar el cuello para ver a Liliana. Cuando se volvio para mirar, sólo vio a dos niños y a ningún adulto. Desvió la mirada y contestó:

-500

Liliana se sorprendió. Sospechó que el conductor intentaba estafarla. La pequeña se vio en un dilema y preguntó

-Dsculpe, inox vienen bien cincuenta? No tengo mucho dinero.

25

El taxista se quedó atónito.

No, dejemos a un lado si estoy intentando estafarla; esta chica es una gran negociadora e intentó reducir el precio de

500 a 50 de una sola vez,

Está bien, no importa; te llevaré por 250. No me estoy aprovechando de ti-dijo el taxista.

Liliana hizo una breve pausa. Tenía una expresión seria en su adorable rostro. Dijo:

-Señor, puede pedir 250 por un viaje, pero yo no podría pagar eso, ¿de acuerdo? Papá dice que no hay que privar a la gente trabajadora de sus ingresos, así que no podemos quitarte el dinero. No viajaremos con usted; iadiós!

Cuanto más escuchaba, más intuía el conductor que algo no iba bien. Refunfuñó:

-Oye, está bien si no quieres montar. ¿Por qué me insultas de esa manera?

Liliana negó con la cabeza. Lo miró con seriedad y le advirtió:

-Señor, no conduzca de noche, ide acuerdo? Si lo hace demasiado a menudo, se encontrará con fantasmas mientras conduce.

Liliana dijo la verdad cuando afirmó que el conductor podría encontrarse con fantasmas. Sin embargo, el conductor lo interpretó de otro modo.

¿Esta chica me está maldiciendo?-.

Miró a Liliana y le pregunto:

-¿Qué insinuas?

Liliana siguió caminando mientras arrastraba su maleta sin decir una palabra.

-Intentó estafarme, pero yo no se lo iba a permitir. El puede estafar a Poli con su dinero, pero yo no le permitiría obtener un solo centavo de mi

El conductor se enfadó tras ser sermoneado por una niña. Esto le resultaba intolerable. El conductor abrio la puerta del coche con la intención de darle una lección a Liliana.

Un hombre alto y fuerte la cerró de una patada antes de que la puerta se abriera por la mitad. Miró con furia al conductor mientras apoyaba el puño en la ventanilla. Aterrorizó al conductor. El conductor no se atrevió a hacer ruido y retrajo el cuello asustado.

Liliana siguió avanzando con su maleta.

Un taxi se detuvo junto a la carretera. Liliana se asomó al taxi y preguntó:

-Señor, ¿cuánto me costará llevarme al Edificio Cerezo, cerca de la Universidad del Centro?

El conductor respondió:

-Usamos el taximetro, así que cobraré lo que marque. Lo normal es que no cueste más de cien. A Liliana se le iluminaron los ojos al escucharlo.

Si, asi es, necesito encontrar a alguien que use el taximetro. Papá dijo que cuando necesite tomar un taxi, debo montarme en un taxi legitimo, que use taximetro-.

Cuando Liliana abrió la puerta del coche, se dio cuenta de que el conductor había bajado del coche y la había ayudado a meter la maleta en el maletero.

Los ojos de Liliana se curvaron mientras sonreía con dulzura. Dijo:

-Señor, es usted tan amable! Acabo de leer su aura. Parece que será muy afortunado. Lo ascenderán, ganará riqueza y encontrará esposa.

El conductor estaba abrumado con los deseos.

Jeje, iesta pequeñita es toda una habladora!.

 


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Score 9.9
Status: Ongoing Released: 12/16/2023 Native Language: Spanish
Ocho Peculiares" by Lalia Alejos is a captivating novel that intricately weaves together the lives of eight peculiar characters, exploring the depths of their eccentricities and the interplay of their destinies in a rich narrative that transcends conventional storytelling boundaries.  

Read Ocho peculiares by Lalia Alejos

Detail Novel

Title: Read Ocho peculiares by Lalia Alejos
Publisher: Rebootes.com
Ratings: 9.3 (Very Good)
Genre: Romance, Billionaire
Language: Spanish    
 

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Capítulo 1

Ciudad Lavanda, primera zona residencial; Mansión Juárez. Hoy era el festival de las linternas. Luces de colores estaban decoradas alrededor de la casa, dando un toque de calidez a la fría atmósfera de la Familia Juárez. De repente, un grito resonó por toda la mansión. —Ay. Seguido de un ruido sordo, ¡una mujer embarazada cayó por las escaleras! Todos se sorprendieron y corrieron hacia ella. Esteban Juárez, presidente de la Corporación Ador Juárez, preguntó rápido: —Débora, ¿estás bien? El rostro de la mujer palideció al ver la sangre fresca que le corría por las piernas. Horrorizada, respondió: —Esteban, me duele... Nuestro bebé... ¡Rápido, salva a nuestro bebé! La madame de la casa, Paula Andrade, presa del pánico, preguntó: —¿Qué sucedió?
Débora miró hacia lo alto de las escaleras con lágrimas en los ojos. Todos levantaron la vista y vieron a una niña, de unos tres años, de pie en lo alto de la escalera. Al ver la mirada de todos, abrazó con fuerza el conejo de juguete que tenía en los brazos, asustada. Ricardo Juárez rugió furioso: —¿Fuiste tú quien empujó a Débora? La niña hizo un berrinche. —No fui yo, y yo no... Mientras lloraba, Débora suplicó: —No... Papá, no es culpa de Liliana. Todavía es joven, y ella no quería... Sus palabras reafirmaron rápido que era culpa de Liliana. Los ojos de Esteban se oscurecieron, y ordenó de inmediato: —¡Enciérrenla en el ático! Me ocuparé de ella en cuanto regrese. El otro se apresuró a enviar a Débora al hospital mientras los sirvientes arrastraban a Liliana escaleras arriba. Incluso cuando se le cayó un zapato, mantuvo un rostro obstinado y no suplicó ni gritó pidiendo ayuda.

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