Read Ocho peculiares by Lalia Alejos Capítulo 202

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Capítulo 202 También recibo algunos regalos

El Manuscrito Réquiem era un libro que documentaba las vidas y muertes de los mortales. Su karma del pasado y del presente estaban entrelazados. Lleva un registro del comportamiento de los mortales en el pasado y en el futuro. Todo está predeterminado incluso antes de que una persona nazca.

Cuando Pablo pasó las páginas del delgado manuscrito que registraba los destinos de innumerables seres, encontró una nueva linea de texto en rojo que aparecía bajo el nombre de Liliana y decia:

La prueba de los Demonios Internos, no puede depender de la ayuda externa.

Pablo frunció el ceño y pensó.

¿Qué clase de demonios internos puede tener un niño de tres años? Dado que estaba en letra roja, debe tratarse de un asunto serio. No sólo eso, sino que tampoco puedo proporcionar ninguna ayuda. iLo peor de todo es que su enemigo es un fantasma escurridizo!.

Liliana preguntó:

-Maestro, ¿por qué nos tiene en la mira ese fantasma escurridizo?

El tío Jonas fue la primera victima, y ahora Zac es la segunda.

Pablo negó con la cabeza y explicó:

-No se dirige a otras personas, sino a ti.

Liliana se quedó perpleja.

-Si se dirige a mí, debería venir por mi. ¿Por qué iria ese fantasma tras el tio Jonás y Zac?».

Liliana decidió tener una conversación sincera con aquel fantasma escurridizo más tarde. Después de todo, si uno iba a ser un fantasma, debería mantener una norma de conducta.

-Necesito hacer una adivinación para verificar dónde se esconde ese fantasma escurridizo-murmuró Liliana para sí misma.

La pequeña salió corriendo y tomó la tortuga que estaba disfrutando del sol en la rocalla cerca de la fuente del jardín. Cuando la pequeña Liliana le dio la vuelta a la tortuga, exclamó:

-iJaja!

aa

La vieja tortuga permaneció tranquila en todo momento. Estaba acostada sobre sus cuatro patas, con la cabeza y la cola descansando cómoda fuera del caparazón mientras entrecerraba los ojos.

Poli se puso a un lado. El loro esperó el momento en que la tortuga extendió la cabeza y estirò el cuello para picotearla.

Liana agarró a Poli y se la puso en el hombro. Le advirtió:

Poh no puedes causar problemas, ide acuerdo?

Pablo miró a Lihana, que estaba en cuclillas y ponía la tortuga delante de él. Parecía dulce e inocente, y no había señales de preocupación en sus ojos claros y despejados.

iQuiza las cosas no son tan graves como supongo?”.

El Señor Tortuga dio vueltas en el suelo y al final se detuvo.

Liliana extendió el dedo índice e hizo un gesto. Preguntó:

-Señor Tortuga, ese fantasma escurridizo está en Ciudad Sur, ¿verdad?

El señor Tortuga permaneció en silencio, pero Poli mencó la cabeza como si lo hubiera entendido todo. Poli exclamo:

-¡Dice si, si, sí!

-Mm-hmm. ahora lo entiendo -dijo Liliana asintiendo con la cabeza.

A Pablo se le trabo la lengua. En realidad, habia perseguido a aquel fantasma escurridizo hasta Ciudad Sur; aquel lugar era su última ubicación conocida. Parecia que tenian que ir allí.

Bruno volvió a casa al atardecer del segundo dia del solsticio de verano. El dulce aroma a tarta impregnaba toda la casa. Las magdalenas de fresa estaban cocidas en el horno.

Liliana llenó de magdalenas una pequeña cesta. Contó en voz alta:

-Uno, dos, cinco, diez, once.

Braulio sujetó la tapa del horno mientras se apoyaba en la isla de la cocina. Pregunto:

-¿Puedes terminar tantos pastelitos?

Liliana asintió y contestó:

-Tio Bruno dice que quiere comer once.

Braulio frunció los labios y pensó. Dado que había hecho trabajar tanto a Liliana y le había servido en persona los pastelitos, más le valía a Bruno poder comerlos todos.

Bruno estaba en la puerta de la cocina. Al escucharlo, no pudo evitar sonreir. El pequeño lo recordaba bien.

-Liliana llamó Bruno a la niña con voz cálida y agradable.

Liliana se dio la vuelta y vio a Bruno con uniforme de piloto. De inmediato se le iluminaron los ojos. Dijo:

–Vaya, iqué guapo está el tio Bruno!

pemó Braulio..

-Tik ino soy digno de la atención de mi hijat.

Ihana le entregó la cesta a Bruno y parecía orgullosa de su logro. Exclamó;

-Tio Bruno, aquí tienes once magdalenas para ti!

Ella había llenado la cesta.

Bruno no pudo evitar levantar a Liliana del suelo. Sacó una exquisita cajita de regalo y dijo:

-Tengo un regalo para ti.

Liliana exclamó sorprendida:

-IVaya!–Tengo un don–. ¡Gracias, tio Bruno! El tio Bruno es el mejor -Liliana dio las gracias a Bruno y le dio un cálido abrazo en el cuello.

Siguiendo el consejo de Pablo, Liliana mencionó que queria ir a Ciudad Sur durante la cena.

Beatriz dejó rápido la cuchara y se apresuró a bajarla. Preguntó:

-De ninguna manera. ¿Y piensas viajar sola? ¿Me tomas el pelo?

Liliana explicó:

-No voy sola. Viajaré con Zac.

La familia llegó a una opinión anónima cuando mencionó a Zacarias. ¿Qué absurdo seria que un niño acompañara a otro a viajar a una ciudad tan lejana?

Zacarías se mofó:

-¡Jaja!

-¡No iria, aunque me lo pidieran!”.

Después de dejar el plato y los cubiertos, Zacarías volvió de inmediato a su habitación.

Cuando Liliana vio que todo el mundo estaba en desacuerdo con su plan de viaje, la niña habló con la expresión más feroz mientras utilizaba las palabras más bonitas. Puso cara larga y suplicó:

-¡Se los ruego! Por favor, accedan a mi petición.

Al final, Braulio intervino y consiguió convencer a todos.

Beatriz entró en silla de ruedas en la habitación de Liliana aquella noche. Insistió:

–Liliana, éste es un amuleto que heredé de mi tatarabuela. Quiero que lo tengas,

Era una bolsa de hierbas de artemisa que solían llevar los bebés. Beatriz siempre la había considerado una reliqua sentimental. La hierba no tenía valor en si misma, pero la bolsa, hecha con un exquisito bordado por la babucla de Beatriz, era única.

Gracias, abuela: Liltana expreso su gratitud y besó a Beatriz en la mejilla.

-Abuelita, no tengas tanta preocupación por levantarte! Debes contenerte hasta que sientas algo con los

pics

En realidad, tenia ganas de levantarse y quería salir a correr, pero Beatriz le acarició la cabeza con cariño y le dijo:

¡Si, está bien!

Poco después, Antonio entró en su habitación con una caja. Abrió la caja y la puso delante de Liliana.

Liliana exclamó:

-¡Vaya!

La caja contenía varios objetos, como papel amarillo, talismanes, espadas rituales, un espejo y una brújula

  1. Liliana encontro tres espadas rituales dentro de la caja.

Antonio dijo:

-No sabía lo que necesitabas, asi que te compré algunas cosas al azar.

Carlos ridiculizaria a Andrés si escuchara esto.

¿Qué quiere decir con cosas al azar? Todas fueron adquiridas tras minuciosas búsquedas en subastas. Por ejemplo, el talisman. Se decía que lo habia fabricado un ermitaño con una pasta de madera especial, y que cada paso lo había hecho él mismo con mucho cuidado; se rumoreaba que era extraordinario. Ese monton de talismanes es más valioso que un montón de dinero.

Liliana los aceptó encantada; llegaron muy a tiempo para ella.

-El tío Antonio de verdad merece ser tu tio-comentó Pablo.

Cuando Antonio se marchó, otros miembros de la familia empezaron a pasar de uno en uno, cada uno llevando algo diferente para Liliana.

Zacarías siguió jugando mientras descansaba en el sofá de la habitación de Liliana. Por fin levantó la vista y vio que seguían dándole regalos a Liliana.

Sonrió satisfecho.

Así es el cuidado! Cuidan a Liliana de forma diferente porque la consideran un verdadero miembro de la familia. Antes me hablaban con delicadeza, pero siempre me parecia tan falso. Actúan como si Liliana fuera a marcharse de casa durante mucho tiempo, aunque sea solo por un tiempo.

Zacarias estaba molesto. Apagó el teléfono y tenia una expresión sombría en el rostro,

Soy un idiota por inventar una excusa ridicula para ir a la habitación de Liliana».

Zacarias estaba a punto de marcharse cuando escuchó que Liliana revisaba los regalos y murmuraba:

– amuleto me lo dio la abuela; este es mio, y éste es de Zac. El tio Antonio me dio tres espadas rituales.

Zacarías estaba de pie a un lado cuando Liliana levantó la vista. Enseguida le dio la hoja más deslumbrante y le dijo:

—¡Esta te queda bien!

Zacarias miró más de cerca. De repente, se dio cuenta de que todos los regalos que le habían hecho a Liliana eran de dos en dos. Luis incluso le preparó dos juegos de ropa, cada uno bien doblado.

Liliana metía estas cosas en una maleta. Sus pertenencias ocupaban la mayor parte del espacio, mientras que las de Liliana estaban metidas en un rincón estrecho.

Zacarías se quedó boquiabierto.

-¿También recibi regalos?..

 


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Read Ocho peculiares by Lalia Alejos

Score 9.9
Status: Ongoing Released: 12/16/2023 Native Language: Spanish
Ocho Peculiares" by Lalia Alejos is a captivating novel that intricately weaves together the lives of eight peculiar characters, exploring the depths of their eccentricities and the interplay of their destinies in a rich narrative that transcends conventional storytelling boundaries.  

Read Ocho peculiares by Lalia Alejos

Detail Novel

Title: Read Ocho peculiares by Lalia Alejos
Publisher: Rebootes.com
Ratings: 9.3 (Very Good)
Genre: Romance, Billionaire
Language: Spanish    
 

Read Ocho peculiares by Lalia Alejos

Capítulo 1

Ciudad Lavanda, primera zona residencial; Mansión Juárez. Hoy era el festival de las linternas. Luces de colores estaban decoradas alrededor de la casa, dando un toque de calidez a la fría atmósfera de la Familia Juárez. De repente, un grito resonó por toda la mansión. —Ay. Seguido de un ruido sordo, ¡una mujer embarazada cayó por las escaleras! Todos se sorprendieron y corrieron hacia ella. Esteban Juárez, presidente de la Corporación Ador Juárez, preguntó rápido: —Débora, ¿estás bien? El rostro de la mujer palideció al ver la sangre fresca que le corría por las piernas. Horrorizada, respondió: —Esteban, me duele... Nuestro bebé... ¡Rápido, salva a nuestro bebé! La madame de la casa, Paula Andrade, presa del pánico, preguntó: —¿Qué sucedió?
Débora miró hacia lo alto de las escaleras con lágrimas en los ojos. Todos levantaron la vista y vieron a una niña, de unos tres años, de pie en lo alto de la escalera. Al ver la mirada de todos, abrazó con fuerza el conejo de juguete que tenía en los brazos, asustada. Ricardo Juárez rugió furioso: —¿Fuiste tú quien empujó a Débora? La niña hizo un berrinche. —No fui yo, y yo no... Mientras lloraba, Débora suplicó: —No... Papá, no es culpa de Liliana. Todavía es joven, y ella no quería... Sus palabras reafirmaron rápido que era culpa de Liliana. Los ojos de Esteban se oscurecieron, y ordenó de inmediato: —¡Enciérrenla en el ático! Me ocuparé de ella en cuanto regrese. El otro se apresuró a enviar a Débora al hospital mientras los sirvientes arrastraban a Liliana escaleras arriba. Incluso cuando se le cayó un zapato, mantuvo un rostro obstinado y no suplicó ni gritó pidiendo ayuda.

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