Read Ocho peculiares by Lalia Alejos Capítulo 16

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Capitulo 16 Una malcriada consentida

De regreso en la habitación de Liliana, Poli estaba acurrucado en sus manos mientras ella estaba acurrucada en los brazos de Beatriz. Liliana estaba triste, viendo lo agitado que estaba el loro después de casi haber sido estrangulado hasta morir. No logró proteger a Poli en un ambiente que era nuevo y desconocido para el loro. Al ver que Liliana se calmó poco a poco, Beatriz dijo:

-¿Te sientes mejor ahora? Esto fue culpa de Ana, no tuya, Liliana.

Hugo también habló:

-¡Si! Tú eres una niña muy buena y obediente.

Beatriz continuó:

-¡Eres mi hermosa joyita!

Ambos siguieron halagándola uno después del otro. Era la primera vez que halagaban a Liliana de tal forma que con timidez se puso a juguetear con las alas de Poli y dijo:

—Abuelo y abuela, ¡ustedes son mis hermosas joyitas tambien!

Los ancianos se sorprendieron por un momento antes de dejar salir una fuerte carcajada. Justo entonces, Antonio terminó su reunión en el estudio y salió. Juntó las cejas cuando escuchó de la pelea entre Liliana y Ana. Su corazón dio un vuelco al ver a Liliana desde afuera de su puerta, en silencio. Al ver a Luis pasar por ahi, Antonio le comentó en silencio:

-Tienes que arreglar esto cuanto antes, Luis.

Cuando Galena se casó dentro de la familia, su relación con Luis era inestable, pero lograron seguir adelante en paz porque ya habian tenido a su hijo entonces. Fue hasta el nacimiento que Ana que la Familia Castellanos se enteró de la verdad completa. Cuando Luis pidió el divorcio, la Familia Jácome se rehusó a que eso pasara.

Todo el problema con Galena se retrasó por tanto tiempo porque los Castellanos estaban demasiado preocupados buscando a su hermana perdida, Julieta. Luis respondió:

-Lo sé, pero ahora que mis dos hijos han crecido, me temo que el divorcio les afectará.

Sin importar qué, seguían siendo sus hijos, aunque no siempre se llevaran bien, Luis no podía soportar perderlos. Antonio asintió. Sabia que cada familia tenía sus asuntos desagradables y no era su lugar decidir por Luis. Contestó:

-Tienes que encargarte de eso tú mismo.

Ambos miraron a la habitación de Liliana. Parecía que la tormenta había pasado y la niña estaba discutiendo su nombre con Hugo y Beatriz. Dijo:

-Mami dice que Liliana viene de una flor muy bonita. Significa amor, admiración y compasión

Es por eso que mi mami me puso Liliana.

Aunque habló con una voz de niña, su rostro parecía que se había memorizado lo que su mamá había dicho palabra por palabra. Beatriz sintió un dolor en el corazón mientras asentía.

-Es un buen nombre. El apellido de tu mamá es Castellanos, así que también serás llamada Castellanos, ¿está bien?

Liliana asintió feliz.

-Si, Castellanos. ¡Tendré el mismo apellido que mi mami!

Hugo sonrió y preguntó:

-Vamos a ver, ¿qué nombre queda bien con Castellanos?

Liliana alzó su manita de inmediato y contestó:

ILiliana Castellanos!

Nadie pudo evitar romper en risas. Antonio entró y dijo:

-Si, Liliana Castellanos suena bien.

Sacudiendo la cabeza, Beatriz respondió:

-¿Pero tú no crees que le hace falta algo a ese nombre?

Todos se quedaron sin palabras. Sonaba como que algo faltaba, y, lo que era más importante, seria genial que Liliana tuviera un nuevo nombre para darle un nuevo comienzo a su vida. Querían que Liliana dejara su pasado atrás. Decidieron que convocarían una reunión familiar para pensar en un nombre para Liliana.

Beatriz se giró a preguntarle a Liliana:

–Vas a tener tres años y medio este año, ¿verdad?

Liliana inclinó la cabeza mientras lo pensaba por un momento antes de decir:

-Eso creo. Mi mami me contó que salí de su pancita en tres quince.

Todos lo pensaron por un momento:

-Tres quince… es quince de marzo, ies la próxima semana!

En una semana, Liliana tendría cuatro años. Beatriz dijo:

–¡Está genial! Podemos hacer una fiesta de cumpleaños para Liliana y conseguirte un pastel muy

muy grande, ¿está bien? Y luego, ipuedes pedir un deseo en frente del pastel!

Los ojos de Liliana brillaron mientras preguntaba con alegría:

-¿En serio?

¡Por fin podría tener un gran pastel! Al ver lo feliz que estaba Liliana, Beatriz la cuestionó:

-¿Con quién celebrabas tu cumpleaños antes de esto?

Liliana sacudió la cabeza y respondió:

-Nunca celebré mi cumpleaños. Papi siempre estaba ocupado y mi madrastra decía que le daban náuseas cuando veía un pastel, después de embarazarse…

Liliana al principio queria pedirles un pequeño pastel a sus abuelos, pero, ¿qué tipo de pastel le ofrecieron? ¡Uno enorme! Ahora, Liliana estaba al borde de la emoción por que llegara su cumpleaños. ¡Podría pedir un deseo con el pastel! Liliana ya sabía qué iba a pedir. Su deseo era:

-Espero que mami viva feliz en el cielo junto con el abuelo Sol y la abuela Luna, irodeada de nubes esponjosas! ¡Espero que la abuela y el abuelo vivan una vida larga y feliz todos los días!

Al ver a la niña feliz, todos soltaron un suspiro de alivio. Mientras la hora de la cena se acercaba, toda la Familia Castellanos estaba de regreso en casa. Era la primera vez en cuatro años que la Mansión Castellanos tenia tanta vida.

En la mesa del comedor, Hugo sacó el tema de darle a Liliana un nuevo nombre, y eso dejó perplejo a los ocho poderosos hombres Castellanos que estaban ahi. Por un momento, la mesa del comedor se quedó en un silencio incómodo mientras todos se rascaban el cerebro para pensar en un nuevo nombre para Liliana.

Galena se quedó en silencio, con una sensación de insatisfacción acumulada en el corazón. Después de que Liliana le pegara a Ana, ¿seguían de humor para hacer un alboroto sobre el nuevo nombre de Liliana, en lugar de hacerlo por las heridas de Ana?

—Aqui está tu carne de cangrejo favorita, Ana…. -dijo Galena triste mientras ponía la carne de cangrejo en el plato de su hija.

Ana estaba lanzándole a Liliana miradas asesinas. No quería comer con Liliana. La mesa del comedor era suya y la casa también. ¿Qué estaba haciendo esa malcriada de la calle en su casa?

Liliana sabía qué estaba pasando, pero decidió ignorar a Ana. Seguía resentida con ella por casi matar a Poli, estrangulándolo. Por no sacar una reacción de Liliana, Ana rompió en ira de nuevo. Lanzó la cuchara de su mano al piso y comenzó a derramar lágrimas por los ojos. Los tres niños pusieron los ojos en blanco al mismo tiempo.

-¡Ahi va de nuevo!».

Galena preguntó:

-¿Qué pasa, Ana? ¿Por qué lloras de repente?

Ana tomó el plato frente a ella y arrojó la comida en él, llorando.

-¡Ella me molestó y todos ustedes me están ignorando!

Galena sintió un vuelco en el corazón y miró a todos en la mesa, con profundidad.

-¿Lo ven? ¡Es culpa de todos ustedes! Los niños son sensibles a sus alrededores. ¡Al no hablarle y reconfortar a Ana, abusaron de ella mentalmente!».

Galena trató de reconfortarla:

-Buena chica. Aquí estoy. No te estoy ignorando.

En lugar de calmarse, Ana agarró platos y lo que sea que estuviera a su alcance y los arrojó al centro de la mesa, llorando.

-¡No! ¡No quiero! ¡No quiero comer con ella! ¡No quiero una hermana!

Hugo trato de reprimir su enojo y dijo con frialdad:

-Vete de la mesa si no quieres comer! ¿Quién te enseñó a lanzar platos y cubiertos por toda la

mesa?

Al escuchar los feroces comentarios de su abuelo, lloró más fuerte y comenzó a patear la mesa. Se lamentó:

-¡No quiero! ¡No quiero! ¡No quiero!

Sin importar lo que dijera cualquier otra persona, ella seguia exclamando las mismas dos palabras:

—¡No quiero!

Todos se quedaron sin palabras. Sin decir nada, Luis se levantó y trató de llevarse a Ana lejos de la mesa, pero ella siguió retorciéndose. Lo hizo enojar tanto, que Luis la tomó por el cuello de la playera y procedió a llevársela arriba. Galena preguntó de inmediato:

-¿Qué estás haciendo, Luis?!

Ver a Luis jalando por el cuello a Ana hizo que Liliana se sobresaltara asustada, y tiró un pedazo de carne que tenía en la mano. Su padre le había hecho eso a ella antes. De repente, sintió lástima por Ana.

Galena le quitó a Ana de los brazos a Luis y lo fulminó con la mirada mientras ella cargaba a Ana arriba, con prisa. Sintió que se habían pasado de la raya. ¿Tenían que ser tan crueles con una niña? ¿No veían las heridas en los brazos de Ana y sus ojos hinchados? ¿Por qué aislaban a Ana de esa forma? El corazón de Galena se rompió en millones de pedazos


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Score 9.9
Status: Ongoing Released: 12/16/2023 Native Language: Spanish
Ocho Peculiares" by Lalia Alejos is a captivating novel that intricately weaves together the lives of eight peculiar characters, exploring the depths of their eccentricities and the interplay of their destinies in a rich narrative that transcends conventional storytelling boundaries.  

Read Ocho peculiares by Lalia Alejos

Detail Novel

Title: Read Ocho peculiares by Lalia Alejos
Publisher: Rebootes.com
Ratings: 9.3 (Very Good)
Genre: Romance, Billionaire
Language: Spanish    
 

Read Ocho peculiares by Lalia Alejos

Capítulo 1

Ciudad Lavanda, primera zona residencial; Mansión Juárez. Hoy era el festival de las linternas. Luces de colores estaban decoradas alrededor de la casa, dando un toque de calidez a la fría atmósfera de la Familia Juárez. De repente, un grito resonó por toda la mansión. —Ay. Seguido de un ruido sordo, ¡una mujer embarazada cayó por las escaleras! Todos se sorprendieron y corrieron hacia ella. Esteban Juárez, presidente de la Corporación Ador Juárez, preguntó rápido: —Débora, ¿estás bien? El rostro de la mujer palideció al ver la sangre fresca que le corría por las piernas. Horrorizada, respondió: —Esteban, me duele... Nuestro bebé... ¡Rápido, salva a nuestro bebé! La madame de la casa, Paula Andrade, presa del pánico, preguntó: —¿Qué sucedió?
Débora miró hacia lo alto de las escaleras con lágrimas en los ojos. Todos levantaron la vista y vieron a una niña, de unos tres años, de pie en lo alto de la escalera. Al ver la mirada de todos, abrazó con fuerza el conejo de juguete que tenía en los brazos, asustada. Ricardo Juárez rugió furioso: —¿Fuiste tú quien empujó a Débora? La niña hizo un berrinche. —No fui yo, y yo no... Mientras lloraba, Débora suplicó: —No... Papá, no es culpa de Liliana. Todavía es joven, y ella no quería... Sus palabras reafirmaron rápido que era culpa de Liliana. Los ojos de Esteban se oscurecieron, y ordenó de inmediato: —¡Enciérrenla en el ático! Me ocuparé de ella en cuanto regrese. El otro se apresuró a enviar a Débora al hospital mientras los sirvientes arrastraban a Liliana escaleras arriba. Incluso cuando se le cayó un zapato, mantuvo un rostro obstinado y no suplicó ni gritó pidiendo ayuda.

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