Read Ocho peculiares by Lalia Alejos Capítulo 144

Read Ocho peculiares by Lalia Alejos Capítulo 144

Capítulo 144 ¡Son solo amigos!

Mientras Liliana echaba un vistazo al puesto de curiosidades antiguas de Fernando, este sorbía su té y veia con desprecio a Liliana.

Qué hace aquí una niña fingiendo que es una experta en antigüedades?”.

De repente, Liliana levantó un objeto amarillo y lo estampó contra el suelo.

-¿Qué estás haciendo, Liliana? -Beatriz gritó horrorizada.

-Lo estoy probando, abuela -dijo Liliana con toda naturalidad.

-No se prueban las cosas destrozándolas,

-Esta es la resina de un árbol especifico. Si tiene un siglo como dice aquí, nunca se romperá. ¿Ves? – Liliana recitó lo que Pablo le había enseñado.

Fernando levantó las cejas. Parecía que Liliana era una experta en la materia. La niña tomó lo que le apetecía y lo puso en la canasta que Antonio le había preparado.

Tanto Antonio como Liliana estaban disfrutando de su momento hasta que escucharon una voz familiar.

—¡Señor Castellanos! ¡Usted está aquí!

Priscila vio a Antonio como si acabara de descubrir un tesoro, tan llena de alegría estaba que no se dio cuenta de que Fernando estaba allí. Antes de que Fernando pudiera decir algo, Antonio reprendió el avance de Priscila:

-¿Ya terminaste? No vamos a aceptar tus disculpas. Tampoco presentaremos cargos. Así que deja de molestarnos.

-Pero el colegio me despidió. Todo porque no cuidé de Liliana -dijo Priscila con los ojos llorosos.

Antonio se burló:

-Te despidieron porque te encontraron saliendo con tres hombres a la vez. Eres un mal ejemplo para los niños. No tiene nada que ver con Liliana.

Beatriz puso los ojos en blanco.

-No tiene vergüenza, ¿verdad?

-Pero yo.. -dijo Priscila en voz baja.

Se lo que quiere. Sus disculpas no son auténticas añadió Beatriz.

Mientras tanto, Fernando estaba atónito.

Saliendo con tres hombres a la vez? ¿No somos solo Saúl y yo? Y, además, Priscila no está saliendo con Saúl. Solo actúa como si fuera la novia de Saúl porque este está deprimido-.

Priscila no se dio cuenta de que Fernando estaba de pie. Un perchero se interpuso entre ellos.

La mujer dijo con voz ronca:

-Señor Castellanos, Abuela Castellanos, esto es un malentendido. No tengo tres novios. Yo no soy asi.

Fernando dejó escapar un suspiro de alivio. Sabía que Priscila no era una mujer promiscua. Pero lo que Priscila dije a continuación demostró lo equivocado que estaba.

-Sigo soltera. No sé de qué novios está hablando. -Priscila sacudió la cabeza de manera frenética-. Señor Castellanos, ¿por qué me dice esas cosas desagradables?

¿Soltera?.

Fernando no podia creer lo que acababa de escuchar. Entonces, ¿qué eran ellos?

Antonio le lanzó una mirada sombría a la siempre olvidadiza Priscila. A continuación, comentó:

-No tienes como novios a Saúl, Fernando y Sam? Hace unos momentos estabas con Sam.

Liliana vio a Antonio y luego a Priscila. Pablo le había dicho a la niña que necesitaba reunir a los tres novios para capturar el Espiritu del Harén. Ahora, ella necesitaba dos más. Justo en ese momento, Liliana. notó que se acercaban Saúl y Sam.

Priscila insistió en que era inocente:

Está muy equivocado, Señor Castellanos. Solo son amigos míos. Saúl es colega mío y nos llevamos muy bien. Fernando es solo un amigo cariñoso. Una vez me invitó a comer y eso es todo. Y Sam, no soy muy amiga de él. Me lo encontré en un centro comercial y platicamos durante poco tiempo. Todos tienen una idea equivocada. Son solo conocidos. ¡Lo juro! -Priscila decidió entonces arriesgarse con todo-. ¡Del que estoy enamorada es de usted, Señor Castellanos!

En su mente, Antonio la abordaba porque era demasiado popular entre los chicos. El no podía soportar la visión de otro hombre de pie cerca de ella.

-¡Oh, me desea tanto!,

Mientras los ojos de Priscila revoloteaban de expectación, vio a Fernando, que estaba detrás de Antonio. Entonces, dos voces familiares aparecieron detrás de ella. La profesora jadeó,

-Así que no soy nada para ti -dijo Saúl con amargura.

Sam estaba destrozado. ¡La chica que se acostó con él el día anterior acababa de decir que no lo conocía!

-Bombón, tú…

El rostro de Priscila estaba tan blanco como una sábana. Todos sus novios la escucharon.

Liliana, por su parte, encontró divertido el rápido cambio de emoción de Priscila.

-¿Por qué estás aquí? -reclamo Priscila.


Read Ocho peculiares by Lalia Alejos

Read Ocho peculiares by Lalia Alejos

Score 9.9
Status: Ongoing Released: 12/16/2023 Native Language: Spanish
Ocho Peculiares" by Lalia Alejos is a captivating novel that intricately weaves together the lives of eight peculiar characters, exploring the depths of their eccentricities and the interplay of their destinies in a rich narrative that transcends conventional storytelling boundaries.  

Read Ocho peculiares by Lalia Alejos

Detail Novel

Title: Read Ocho peculiares by Lalia Alejos
Publisher: Rebootes.com
Ratings: 9.3 (Very Good)
Genre: Romance, Billionaire
Language: Spanish    
 

Read Ocho peculiares by Lalia Alejos

Capítulo 1

Ciudad Lavanda, primera zona residencial; Mansión Juárez. Hoy era el festival de las linternas. Luces de colores estaban decoradas alrededor de la casa, dando un toque de calidez a la fría atmósfera de la Familia Juárez. De repente, un grito resonó por toda la mansión. —Ay. Seguido de un ruido sordo, ¡una mujer embarazada cayó por las escaleras! Todos se sorprendieron y corrieron hacia ella. Esteban Juárez, presidente de la Corporación Ador Juárez, preguntó rápido: —Débora, ¿estás bien? El rostro de la mujer palideció al ver la sangre fresca que le corría por las piernas. Horrorizada, respondió: —Esteban, me duele... Nuestro bebé... ¡Rápido, salva a nuestro bebé! La madame de la casa, Paula Andrade, presa del pánico, preguntó: —¿Qué sucedió?
Débora miró hacia lo alto de las escaleras con lágrimas en los ojos. Todos levantaron la vista y vieron a una niña, de unos tres años, de pie en lo alto de la escalera. Al ver la mirada de todos, abrazó con fuerza el conejo de juguete que tenía en los brazos, asustada. Ricardo Juárez rugió furioso: —¿Fuiste tú quien empujó a Débora? La niña hizo un berrinche. —No fui yo, y yo no... Mientras lloraba, Débora suplicó: —No... Papá, no es culpa de Liliana. Todavía es joven, y ella no quería... Sus palabras reafirmaron rápido que era culpa de Liliana. Los ojos de Esteban se oscurecieron, y ordenó de inmediato: —¡Enciérrenla en el ático! Me ocuparé de ella en cuanto regrese. El otro se apresuró a enviar a Débora al hospital mientras los sirvientes arrastraban a Liliana escaleras arriba. Incluso cuando se le cayó un zapato, mantuvo un rostro obstinado y no suplicó ni gritó pidiendo ayuda.

Comment

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Options

not work with dark mode
Reset