Read Ocho peculiares by Lalia Alejos Capítulo 120

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Capítulo 120 Obsesionado con las cosas extranjeras

Al escuchar que Liliana la llamaba Jay, el espíritu femenino Abraza Cabeza miró de forma fija a Liliana, y- dijo con un sonido sibilante:

Es… Jaylin, Jay-lin!

Jaylin… ¡Qué nombre más genial y moderno! ¿Lo entiendes? ¡Montón de patanes!

El espiritu Abraza Cabeza parecia molesto porque los demás profanaran su santo nombre y hablaba con voz tartamuda. Braulio se quedó mirando al fantasma en la pantalla, sintiendo una extraña sensación de familiaridad. Josué arrugó la frente y murmuró con desden:

-Jaylin… Qué nombre tan irónico.

Al escuchar las palabras de Josué, Braulio se dio cuenta de repente dónde escuchó el nombre. Diez años atrás, cuando tenia dieciséis, se unió a aquella banda criminal y le tocó lidiar con un gran trabajo. La banda secuestró a un grupo de mujeres y las envió a trabajar al extranjero. Una de las mujeres secuestradas no sabía lo que estaba pasando y no paraba de decir:

-iMaldita sea, no soy de Las Dunas! Te castigarán…

El nombre de la mujer era el mismo, muy decidido. Liliana, que escuchó las palabras del espíritu femenino, asintió y preguntó:

-Si, Jay, ¿cómo moriste?

Braulio no pudo evitar una risita, y los recuerdos de su mente desaparecieron al instante. La niña parecía seria, parpadeando, lo que hizo enfurecer al espiritu femenino.

-¡Cállate! ¡Me llamo Jaylin!

Pablo le dio una bofetada y le cortó el brazo al espíritu Abraza Cabeza. Jaylin gritó de dolor y su brazo desapareció de repente. Pablo se burló:

-Cuida tus palabras cuando hables con mi discípula.

El espíritu femenino Abraza Cabeza asintió de inmediato y la abrazó con fuerza. Pablo dijo

-Tulipán, continúa.

Liliana dijo:

-IMmm! Jay, ide dónde eres?, ¿cuándo es tu cumpleaños y cómo moriste?

Liliana no entendia este nombre y se sentía extraña por no acertar cada vez que lo decía. El espiritu Abraza Cabeza dijo:

-Estoy cansada. -Contuvo sus quejas y recalcó-: Me llamo Jaylin. Soy de Pedregal de Ambrosia.

Pablo empuñó un boligrafo y ni siquiera la miró.

-Te pidió que le dijeras tu lugar de nacimiento.

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Jaylin parecia avergonzada de mencionar su lugar de nacimiento, y su voz era grave y rápida. Liliana escuchó con atención y preguntó:

¿Qué dijiste?

Jaylin respondió:

–¡Pueblo Sereno!

Liliana pensó un momento y preguntó:

-Oh, ¿cuál es tu verdadero nombre?

La niña pensó que Jay era solo un apodo, ya que todo el mundo la llamaba Liliana, así que supuso que Jaylin debía tener un nombre real. Ella dudó un momento. Su nombre original era demasiado común y no queria pronunciarlo. Pero cuando vio la aguda mirada de Pablo y el cuchillo en la mano de Braulio cayó por accidente al suelo. Jaylin se asustó y confesó rápido:

-Me llamo Micaela García, y mi familia es muy pobre. Pero vivir en Ambrosia siempre fue mi sueño. Siempre senti que soy diferente a los demás. Nací con sangre noble, pero por desgracia, nací en el lugar equivocado.

Liliana preguntó con curiosidad:

-¿Tu sueño se hizo realidad después de ir a Ambrosia?

Jaylin dijo con tristeza:

-No…

Solo era una chica del campo. Su familia no tenía dinero ni formación. Sus resultados escolares no eran buenos, y no cumplía los requisitos de la universidad. Solo tenia dos opciones. O volvía a su pueblo natal y se casaba y tenía hijos para el resto de su vida, o trabajaba en una fábrica y seguía casándose hijos para el resto de su vida. Ambas opciones no eran lo que ella quería. Jaylin se sintió frustrada y

y teniendo

exclamó:

-¿Así será mi vida? ¡Me niego a aceptarlo!

Josué preguntó con frialdad:

-Entonces, a quién puedes culpar? Si ni siquiera puedes cumplir los requisitos de la universidad, ¡es tu problema!

Liliana dijo.

-ISi!

Jaylin se quejó molesta:

-No pude entrar en la universidad por culpa del sistema educativo! El rigido sistema educativo ahogó mi talento y mi libertad.

Labana interrumpió de repente:

Capitulo 120 Obsesionado con las cosas extranjeras

–Jay, iqué calificación sacaste en el examen?

Jayim respondió:

-Una F.

Liliana:

Vaya, tienes talento!

¿Cómo podía solo tener una F? ¡Podía sacar más calificación que ella con los ojos cerrados! Liliana comprendió:

-¡Así que no se te da bien estudiar! Igual que Ana.

Ana estaba roncando e incluso expulsaba una burbuja de mocos. Jaylin se defendió diciendo:

-Me esforcé al máximo, pero la culpa es del sistema educativo. Y cuando era joven, mis padres no podian permitirse enviarme a clases particulares.

Liliana:

-Entonces, ¿cuáles son tus habilidades? ¿Se te da bien hablar inglés?

Jaylin dudó un momento. No tenia ninguna habilidad en particular. No era muy guapa y su inglés no era bueno. Así que no pudo ir a Ambrosia y solo trabajó de cajera en un pequeño supermercado. Soñaba con irse al extranjero, pero no lo conseguía. Se sentía mejor que los que la rodeaban, pero tenía que quedarse con ellos, lo que la hacía cada vez más miserable. Por fin, un día tuvo la oportunidad que estuvo esperando. Llegó un extranjero al supermercado.

-En ese momento, sentí que vi a un Dios, como si fuera una recompensa por mi larga perseverancia. Seguí a aquel hombre, preguntándole por su salud, haciendo de guía turística y acompañándolo al hotel. Incluso se quedó hasta tarde estudiando inglés para comunicarse con él con facilidad. Incluso pagó por todo, incluyendo comidas, entretenimiento e incluso tener sexo con él. Se enteró de que, si llevaba un hijo extranjero, Ambrosia le daría gratis la identificación. Por fin lo consiguió. El hombre la ayudó a conseguir una visa y la llevó a Ambrosia. Liliana preguntó confundida:

-¿De dónde sacaste dinero? Ir a un lugar tan lejano debe requerir mucho dinero, ¿no?

Jaylin respondió con calma:

-Es de mi padre… Le pedí dinero para ir al extranjero, pero no me lo dio. Sin embargo, cuando enfermo, tenía dinero para ir al hospital y operarse.

-Ah… ¿Cómo pudiste acceder a esp?

Después de hacer una escena en el hospital, su padre por fin le dio el dinero, y ella se fue a Ambrosia como deseo.

-Sentí

que todo era tan maravilloso cuando bajé del avión. Ambrosia es en verdad un paraíso. Incluso el arre está lleno de una dulce fragancia… A diferencia de mi pais, que solo tiene el hedor de los tubos de escape de los autos y el ambiente contaminado.

Capitulo 120 Obsesionado con las cosas extranjeras

Sus palabras molestaron mucho a Liliana.


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Score 9.9
Status: Ongoing Released: 12/16/2023 Native Language: Spanish
Ocho Peculiares" by Lalia Alejos is a captivating novel that intricately weaves together the lives of eight peculiar characters, exploring the depths of their eccentricities and the interplay of their destinies in a rich narrative that transcends conventional storytelling boundaries.  

Read Ocho peculiares by Lalia Alejos

Detail Novel

Title: Read Ocho peculiares by Lalia Alejos
Publisher: Rebootes.com
Ratings: 9.3 (Very Good)
Genre: Romance, Billionaire
Language: Spanish    
 

Read Ocho peculiares by Lalia Alejos

Capítulo 1

Ciudad Lavanda, primera zona residencial; Mansión Juárez. Hoy era el festival de las linternas. Luces de colores estaban decoradas alrededor de la casa, dando un toque de calidez a la fría atmósfera de la Familia Juárez. De repente, un grito resonó por toda la mansión. —Ay. Seguido de un ruido sordo, ¡una mujer embarazada cayó por las escaleras! Todos se sorprendieron y corrieron hacia ella. Esteban Juárez, presidente de la Corporación Ador Juárez, preguntó rápido: —Débora, ¿estás bien? El rostro de la mujer palideció al ver la sangre fresca que le corría por las piernas. Horrorizada, respondió: —Esteban, me duele... Nuestro bebé... ¡Rápido, salva a nuestro bebé! La madame de la casa, Paula Andrade, presa del pánico, preguntó: —¿Qué sucedió?
Débora miró hacia lo alto de las escaleras con lágrimas en los ojos. Todos levantaron la vista y vieron a una niña, de unos tres años, de pie en lo alto de la escalera. Al ver la mirada de todos, abrazó con fuerza el conejo de juguete que tenía en los brazos, asustada. Ricardo Juárez rugió furioso: —¿Fuiste tú quien empujó a Débora? La niña hizo un berrinche. —No fui yo, y yo no... Mientras lloraba, Débora suplicó: —No... Papá, no es culpa de Liliana. Todavía es joven, y ella no quería... Sus palabras reafirmaron rápido que era culpa de Liliana. Los ojos de Esteban se oscurecieron, y ordenó de inmediato: —¡Enciérrenla en el ático! Me ocuparé de ella en cuanto regrese. El otro se apresuró a enviar a Débora al hospital mientras los sirvientes arrastraban a Liliana escaleras arriba. Incluso cuando se le cayó un zapato, mantuvo un rostro obstinado y no suplicó ni gritó pidiendo ayuda.

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