Capítulo 109 No dijo que no le harian daño?
Capítulo 109 ¿No dijo que no le harían daño?
Liliana salió del auto y entró corriendo en la mansión.
-¡Abuela, regresé!
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Julio no pudo revisar su frente, aunque intentó mirar con cuidado, así que se apresuró a alcanzarla. Braulio siguió a Liliana poco a poco. Aunque ella corría delante, él podía seguirla de cerca con sus largas piernas. Detrás de ellos estaba el fantasma femenino sosteniendo su cabeza. Ella giró la cabeza. Cuando vio la lujosa Mansión Castellanos, en sus ojos apareció un atisbo de excitación. Entonces, emitió un extraño sonido desde su garganta.
Dentro de la mansión, Beatriz se apresuró a controlar la silla de ruedas para bajar las escaleras, y Josué, que estaba en la minibiblioteca, también dejó caer su libro de aritmética. Poli salió volando de la nada, aterrizó en el resbaladizo barandal y se deslizó escaleras abajo. Antonio estaba sentado en el sofá del primer piso trabajando cuando escuchó la voz de Liliana. Se levantó con tranquilidad y murmuró:
-Por fin volvió Liliana. Ahora deberían estar tranquilos.
Al segundo siguiente, vio a Liliana entrar corriendo. Su frente estaba muy roja y parecía sangrar. Beatriz exclamó:
-¡Liliana!
Josué se apresuró hacia delante.
-Liliana, ¿qué te pasó en la cabeza? ¿Estás bien? ¿Te duele?
Gilberto pidió a Luis que trajera la caja de medicinas y se apresuró a ir a ver cómo estaba ella. Eduardo se quedó mirando a Liliana, e incluso Jonás apartó su mirada tonta y arrugó la frente. Hugo estaba molesto e impaciente, y luego regañó a Antonio:
-¿No dijiste que no se haría daño?
Antonio miró a toda la familia que lo observaba de forma fija y no se atrevió a decir nada. Miró de forma peligrosa a Braulio, que acababa de entrar. Él era tan alto que su cabeza casi llegaba al marco de la puerta y la bloqueaba. La Familia Castellanos siguió la mirada de Antonio. Braulio sintió unas ocho miradas clavadas en él como cuchillos cuando entró en la mansión. Vio a Hugo, que lo miraba de modo sombrío. También vio a Antonio, que mostraba una expresión fría y cortante. Estaban algunos otros que Braulio no vio antes. Uno de ellos era de piel oscura y parecía malhumorado, como si deseara subir a pelear con él de inmediato. Incluso estaba un loro que agitaba las alas y gritaba:
-Truaa! ¡Truaa!
Braulio miró a su alrededor sin cambiar de expresión y luego preguntó:
-¿Qué pasó?
Beatriz apretó los dientes y lo regañó;
-¿Qué le pasa a Liliana en la frente? ¡Deberías protegerla!
Braulio hizo una pausa, Beatriz lo regañaba sin cesar. Aunque se conocían por primera vez, seguía regañando a Braulio sin miramientos. Eso hizo que él pensara sin querer en la mirada regañona de su madre. Después de mucho tiempo, no esperaba volver a escuchar quejas similares, Braulio arrugó los labios y se disculpó:
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Capitulo 109 ¿No dijo que no le harian daño?
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-Lo siento.
Beatriz resoplo y no lo aceptó. ¡Ella no perdonaria a nadie que hiciera que Liliana saliera lastimada! Al ver que todos lo malinterpretaban. Liliana se apresuro a explicar:
-¡Abuelita, no es culpa de papál
Cuando todos la escucharon, se sintieron disgustados. Solo pasó una noche, pero Liliana ya estaba familiarizada con Braulio e incluso le ayudaba. Después de una cuidadosa inspección, Gilberto encontró que la frente de Liliana solo estaba rasguñada e hinchada. No era nada grave. Era solo que el ungüento medicado teñido de rojo los sorprendio. Pregunto con suavidad:
-Liliana, dime, ¿cómo te golpeaste en la cabeza?
Liliana dijo con detalle:
-Papá me llevó a dar flores all bisabuelo, al abuelo y a la abuela. Imité a papá y saludé, pero por accidente me golpeé contra el suelo.
Todos se quedaron con la boca abierta al saber la verdad. Braulio levantó una cefa.
-Mira, no es mi culpa.
Beatriz lo miró con una emoción indescriptible. Como describió Hugo, Braulio, que tentó a Julieta ya Liliana, era como un jefe del crimen. Gilberto sonrió y preguntó:
-Liliana, ¿por que regresaste tarde? ¿Adónde te llevó tu papá a jugar?
Liliana recordó con seriedad y contestó:
-¡No fuimos a ninguna parte! Papá solo me llevó a saludar al bisabuelo, al/abuelo y a la abuela.
Josué no creia que Liliana saludara a su bisabuelo y a sus abuelos durante tanto tiempo. Asi que pregunto:
-¿Y despues?
Liliana respondió:
-Entonces papa me enseño a aplastar los cerebros de los enemigos.
La Familia Castellanos se quedó sorprendida, mientras que Braulio enmuderio.
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Capítulo 109 ¿No dijo que no le harían daño?
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-Lo siento,
Beatriz resopló y no lo aceptó. ¡Ella no perdonaría a nadie que hiciera que Liliana saliera lastimada! Al ver que todos lo malinterpretaban, Liliana se apresuró a explicar:
-¡Abuelita, no es culpa de papá!
Cuando todos la escucharon, se sintieron disgustados. Solo pasó una noche, pero Liliana ya estaba familiarizada con Braulio e incluso le ayudaba. Después de una cuidadosa inspección, Gilberto encontró que la frente de Liliana solo estaba rasguñada e hinchada. No era nada grave. Era solo que el ungüento medicado teñido de rojo los sorprendió. Preguntó con suavidad:
-Liliana, dime, ¿cómo te golpeaste en la cabeza?
Liliana dijo con detalle:
-Papá me llevó a dar flores al bisabuelo, al abuelo y a la abuela. Imité a papá y saludé, pero por accidente me golpeé contra el suelo.
Todos se quedaron con la boca abierta al saber la verdad. Braulio levantó una ceja,
-Mira, no es mi culpa.
Beatriz lo miró con una emoción indescriptible. Como describió Hugo, Braulio, que tentó a Julieta y a Liliana, era como un jefe del crimen. Gilberto sonrió y preguntó:
-Liliana, ¿por qué regresaste tarde? ¿Adónde te llevó tu papá a jugar?
Liliana recordó con seriedad y contestó:
-¡No fuimos a ninguna parte! Papá solo me llevó a saludar al bisabuelo, al abuelo y a la abuela.
Josué no creía que Liliana saludara a su bisabuelo y a sus abuelos durante tanto tiempo. Así
reguntó:
-¿Y después?
Liliana respondió:
-Entonces papá me enseñó a aplastar los cerebros de los enemigos.
La Familia Castellanos se quedó sorprendida, mientras que Braulio enmudeció.
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Capítulo 109 ¿No dijo que no le harían daño?
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-Lo siento.
Beatriz resopló y no lo aceptó. ¡Ella no perdonaría a nadie que hiciera que Liliana saliera lastimada! Al ver que todos lo malinterpretaban, Liliana se apresuró a explicar:
-¡Abuelita, no es culpa de papá!
Cuando todos la escucharon, se sintieron disgustados. Solo pasó una noche, pero Liliana ya estaba familiarizada con Braulio e incluso le ayudaba. Después de una cuidadosa inspección, Gilberto encontró que la frente de Liliana solo estaba rasguñada e hinchada. No era nada grave. Era solo que el ungüento medicado teñido de rojo los sorprendió. Preguntó con suavidad:
-Liliana, dime, ¿cómo te golpeaste en la cabeza?
Liliana dijo con detalle:
-Papá me llevó a dar flores al bisabuelo, al abuelo y a la abuela. Imité a papá y saludé, pero por accidente me golpeé contra el suelo.
Todos se quedaron con la boca abierta al saber la verdad. Braulio levantó una ceja,
—Mira, no es mi culpa.
Beatriz lo miró con una emoción indescriptible. Como describió Hugo, Braulio, que tentó a Julieta y a Liliana, era como un jefe del crimen. Gilberto sonrió y preguntó:
-Liliana, ¿por qué regresaste tarde? ¿Adónde te llevó tu papá a jugar?
Liliana recordó con seriedad y contestó:
-¡No fuimos a ninguna parte! Papá solo me llevó a saludar al bisabuelo, al abuelo y a la abuela.
Josué no creía que Liliana saludara a su bisabuelo y a sus abuelos durante tanto tiempo. Así que preguntó:
-¿Y después?
Liliana respondió:
-Entonces papá me enseñó a aplastar los cerebros de los enemigos.
La Familia Castellanos se quedó sorprendida, mientras que Braulio enmudeció.
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