Read Ocho peculiares by Lalia Alejos Capítulo 38

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Capítulo 38 El cambio de sentimientos de Ana

Galena siguió consultando su móvil y esperó a que fueran casi las once. Ana ya debería estar despierta. Elena no se veía preocupada.

-¡Espera y verás! Alguien llamará en diez minutos y te pedirá que vuelvas.

-¿Y si no lo hacen?

La anciana sacudió la cabeza.

-Eso no es posible. Como mucho, intentarán actuar como si no pasara nada. No hay duda de que llamarán.

Galena esperó hasta el mediodía y aún no había noticias de los Castellanos. Ya no podía quedarse sin hacer nada.

-¡No, tengo que ir a verla!

Elena intentó detenerla en vano.

«¿Por qué mi hija es tan impaciente? ¿Qué niña podría soportar irse del lado de su madre? ¿Cuál es la prisa?».

De vuelta en la Mansión Castellanos. Liliana estaba dibujando con Ana.

-Para ti.

Liliana le entregó a Ana un trozo de papel. Ana tragó saliva.

-No quiero el tuyo.

A pesar de sus palabras mordaces, aceptó el papel. Liliana estaba confundida.

-Pensé que no lo querías.

Ana murmuró con frialdad:

-El mío no es lo bastante blanco. Usaré el tuyo en su lugar.

-¿Eh?

Ambas dibujaron algo.

-¡Voy a mostrar a todos mi arte!

Luego fue a buscar a Hugo. Hugo se quitó los lentes de lectura y preguntó:

-¿Qué fue lo que dibujaste hoy?

Liliana se lo enseñó.

-¡Mira, abuelo! Es un huevo.

El anciano no pudo evitar reírse.

-¿Y tú, Ana?

Ana se deprimió al ver que su prima y su abuelo se llevaban tan bien.

«¿No le caigo bien al abuelo?».

Sus ojos no pudieron evitar iluminarse cuando él preguntó. Ana respondió con alegría:

-¡Es una gallina!

El anciano levantó una ceja mientras estudiaba su obra. Sus habilidades artísticas no estaban nada mal. Puede que no fuera tan dinámica como la obra de Liliana, pero estaba llena de asombro infantil. Liliana utilizó el móvil de su abuelo y tomó una foto de sus dibujos y de los de Ana antes de enviársela a Lorenzo Lara. Pulsó el botón de grabación de voz y dijo:

-Mi prima y yo dibujamos esto, viejo amigo.

Lorenzo se apresuró a enviar un mensaje de voz en respuesta.

-¡Dibujan muy bien! Les importa que los publique en mis redes?

Liliana se dio la vuelta para preguntarle a Ana y le dio el visto bueno con alegría después de obtener el consentimiento de la niña. Lorenzo no tardó en publicar ambas fotos en sus redes sociales. Ana no sabía leer bien, pero la luz de sus ojos se iluminó cuando le mostraron la publicación.

“¿Esto es ser elogiado? Solo mami me elogia y me dice que hago un buen trabajo. Puedo llamar la atención, aunque no llore…».

Ana observó a Liliana mientras pensaba en ello.

“La abuela y mamá dicen que Liliana es una niña mala que conspira y está aquí para robarme mis cosas. Pero, ella no es así en absoluto…».

Sin la compañía de su madre y sin nadie dispuesto a jugar con ella esa tarde, fue en busca de Liliana. Las dos niñas se armaron de pequeños botes y empezaron a pescar en un estanque poco profundo del jardín. Galena había vuelto antes, pero una vez más la rechazaron antes de que pusiera un pie dentro. De ninguna manera estaba dispuesta a marcharse sin ver a su hija. Por eso

vagaba a ciegas fuera de la Mansión Castellanos.

La mansión no estaba cerrada por completo. Algunas zonas estaban rodeadas de altos muros, mientras que otras estaban rodeadas por el lago como barrera natural. La mansión y la montaña trasera solo estaban separadas por rejas de hierro que se integraban con la propia tierra. Fue a través de la reja de hierro que Galena se fijó en su hija desde la distancia, ¡y la encontró jugando con Liliana! La vista la dejó desconcertada.

«Mi hija es una buena chica. ¡¿Qué pasa si se convierte en una niña rebelde después de andar con Liliana?!».

-¡Ana!-gritó Galena desde lo alto de sus pulmones-. ¡Por aquí, cariño!

Liliana estaba pescando con Ana cuando de repente escuchó la voz de Galena. Levantó la vista para ver a la mujer al otro lado de la reja de hierro. Ana empezó a buscar a su alrededor.

-Eh? ¿Es la voz de mami…?

Liliana le tapó de inmediato los oídos.

-No, no has escuchado nada. -Tomó la mano de Ana y volvió a entrar corriendo con los botes -. Date prisa, hay un monstruo detrás de ti.

Ana recordó al instante la imagen de la «persona» de la noche anterior. Salió corriendo hacia la seguridad de la mansión sin voltear atrás. Galena se quedó sin palabras.

“Por supuesto, ies por Liliana!».

Desde que entró en la casa de los Castellanos, Ana había sido una y otra vez criticada por todos los que la rodeaban.

“¡Aquí está ella llevando a Ana por el mal camino!

Estaba lívida. Como su tía, ¡despreciaba por completo a la niña!

Zacarías, Darío y Josué volvieron de sus clases de recuperación esa tarde. Los ocho hijos de los Castellanos estuvieron presentes ya que era fin de semana. El abuelo Hugo le dio un codazo a Liliana:

-¿No es aburrido estar en casa todo el día? Vayamos mañana a acampar al parque de los humedales.

Liliana ladeó la cabeza con duda mientras mordía el tenedor.

-¿Qué es acampar, abuelo?

No estaba muy segura de lo que significaba el término «acampar», ya que nunca había estado expuesta a este. Gilberto sonrió y explicó:

-Acampar significa salir a la naturaleza y vivir al aire libre.

Liliana estaba confundida.

-¿Pero tenemos una casa? ¿No sirve para nada?

Zacarías soltó una risita.

-¡No sabes nada! -Tiró los cubiertos a un lado y se alejó con las manos en los bolsillos-. ¡Ya tuve suficiente! Mañana tampoco iré a acampar.

«¿Qué tiene de bueno acampar? En vez de eso, ipodría estar jugando en casa!».

Hugo se puso severo.

¿Qué tontería? ¡Siéntate!

Zacarías puso mala cara.

-¡Oh, el rey está hablando! ¡Hora de correr!

Antonio bajó de golpe sus utensilios.

-¡Zacarías Castellanos!

Zacarías guardó silencio. Estaba más que asustado de su tío, pero siguió sin cooperar. Se dio la vuelta y huyó escaleras arriba. El suceso dejó a Hugo con un enorme dolor de cabeza. Ninguno de los hijos de Luis era fácil de tratar.

Tania, mientras tanto, se dio cuenta de que el Señor Lara había publicado en sus redes sociales. Esta vez, tanto las obras de Liliana como las de Ana estuvieron presentes. Se sentía insatisfecha. El trabajo artístico de Liliana era mediocre en el mejor de los casos y apenas era comparable al de Carolina.

«Y, ¿qué intentaba dibujar Ana? ¿Se supone que es una gallina? No se parece en nada».

Era solo un montón de líneas desordenadas sin ninguna estética que encontrar. Estaba indignada.

¿Qué demonios es esto?! Los Castellanos están locos. Claro que pueden gastar todo lo que quieran en promocionar a Liliana. Pero ¿Ana? ¿Cómo se promociona eso? ¡Egoístas! Sus obras de arte son tan dolorosamente normales. ¿Qué sentido tiene?

Carolina-murmuró abatida:

-¿Fue porque dije algo malo, mami…?

Todavía la atormentaba el recuerdo de haber descubierto sus mentiras. Las miradas burlonas y escépticas la habían traumatizado por completo.

Liliana también le había robado el lugar que le correspondía. Incluso las dos mujeres que pasaron por allí dijeron que no estaba calificada para ser alumna del Señor Lara. Carolina nunca se olvidó de eso y solo se resintió cada vez más con el tiempo…

Tania solo pudo intentar consolar a su hija.

-No pienses demasiado en ello. No es culpa tuya. Al ver a su hija tan abatida, empezó a pensar en actividades que podrían hacer juntas-. Mañana no tienes que ir a las extraescolares. ¡Puedes venir a acampar con mami!

El humor adusto de la joven desapareció en un instante.

-¿De verdad?

Tania era una madre bastante estricta que había empezado a dar clases a su hija desde que cumplió dos años. Su agenda estaba repleta todos los fines de semana. Inculcaba a su hija el hábito de leer incluso en su tiempo libre.

Toda la vida de Carolina giraba en torno a ir a la escuela y luego a clases de recuperación y lectura. La idea de acampar la animó.


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Score 9.9
Status: Ongoing Released: 12/16/2023 Native Language: Spanish
Ocho Peculiares" by Lalia Alejos is a captivating novel that intricately weaves together the lives of eight peculiar characters, exploring the depths of their eccentricities and the interplay of their destinies in a rich narrative that transcends conventional storytelling boundaries.  

Read Ocho peculiares by Lalia Alejos

Detail Novel

Title: Read Ocho peculiares by Lalia Alejos
Publisher: Rebootes.com
Ratings: 9.3 (Very Good)
Genre: Romance, Billionaire
Language: Spanish    
 

Read Ocho peculiares by Lalia Alejos

Capítulo 1

Ciudad Lavanda, primera zona residencial; Mansión Juárez. Hoy era el festival de las linternas. Luces de colores estaban decoradas alrededor de la casa, dando un toque de calidez a la fría atmósfera de la Familia Juárez. De repente, un grito resonó por toda la mansión. —Ay. Seguido de un ruido sordo, ¡una mujer embarazada cayó por las escaleras! Todos se sorprendieron y corrieron hacia ella. Esteban Juárez, presidente de la Corporación Ador Juárez, preguntó rápido: —Débora, ¿estás bien? El rostro de la mujer palideció al ver la sangre fresca que le corría por las piernas. Horrorizada, respondió: —Esteban, me duele... Nuestro bebé... ¡Rápido, salva a nuestro bebé! La madame de la casa, Paula Andrade, presa del pánico, preguntó: —¿Qué sucedió?
Débora miró hacia lo alto de las escaleras con lágrimas en los ojos. Todos levantaron la vista y vieron a una niña, de unos tres años, de pie en lo alto de la escalera. Al ver la mirada de todos, abrazó con fuerza el conejo de juguete que tenía en los brazos, asustada. Ricardo Juárez rugió furioso: —¿Fuiste tú quien empujó a Débora? La niña hizo un berrinche. —No fui yo, y yo no... Mientras lloraba, Débora suplicó: —No... Papá, no es culpa de Liliana. Todavía es joven, y ella no quería... Sus palabras reafirmaron rápido que era culpa de Liliana. Los ojos de Esteban se oscurecieron, y ordenó de inmediato: —¡Enciérrenla en el ático! Me ocuparé de ella en cuanto regrese. El otro se apresuró a enviar a Débora al hospital mientras los sirvientes arrastraban a Liliana escaleras arriba. Incluso cuando se le cayó un zapato, mantuvo un rostro obstinado y no suplicó ni gritó pidiendo ayuda.

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