Read Ocho peculiares by Lalia Alejos Capítulo 30

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Capítulo 30 Una bofetada por una bolsa de caca

Liliana tomó una bolsa de plástico. Era la que se utilizó para poner las heces de Poli. Era

inapropiado tirar la basura, ella guardó la bolsa de plástico en su mochila. El espíritu femenino se puso rígido,

-¿Tú… no me digas que esperas que me adhiera a esa cosa?

“¿Es en serio?/¿Cómo terminé así?».

Liliana sacudió la bolsa de plástico y dijo:

-¡No, no está sucia en absoluto!

Estaba un bulto de heces en la bolsa. Entonces sacó una servilleta y la dobló por la mitad.

-Liliana, ¿qué estás haciendo? -preguntó Luis con curiosidad.

Liliana miró:

-No mucho. Solo ayudo a la Tía Fea a limpiarse el rostro.

En los dibujos de Liliana, a menudo ponía nombres a los objetos inanimados, como «Tio Hierba», y «Señora Flor»…

Luis pensó que Liliana se refería a la bolsa de plástico y se asombró de su imaginación. Pablo dijo:

-El cambio de alma es una habilidad difícil. Es incomparable a la activación del Tercer Ojo. ¿Qué tal si lo intentas? No pasa nada si fracasas.

Liliana asintió. Pablo hizo algunos hechizos y señaló al espíritu femenino:

-¡Vamos!

-¡Buuu…!

En solo unos segundos, el Espíritu Femenino estaba pegado a la bolsa de plástico.

-¿Puedes recordar los hechizos? -preguntó Pablo.

Liliana ladeó la cabeza y parecía muy confundida. Estiró los deditos y contó las palabras.

-Tantas palabras… ¡Cien en total! ¡Qué rápido es el maestro!».

Pablo la miró decepcionado:

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-Si es demasiado para recordar, bien entonces…

Antes de que tuviera la oportunidad de terminar sus palabras, el espíritu femenino salió volando de la bolsa de plástico.

-Buuu…

-¿Oh? ¿Salió?

Liliana estaba confundida. Pablo también se quedó sin habla. De repente, los ojos de Liliana brillaron cuando por fin se dio cuenta de que memorizó el hechizo al revés.

-Oh, lo siento. Se suponía que era al revés. Se supone que debemos dejarla entrar.

Entonces procedió a murmurar el hechizo de forma correcta.

-¡Pum!

El Espíritu Femenino por fin se unió a la servilleta en la bolsa de plástico con éxito. Ella se quedó sin habla. ¡Incluso podía sentir la caca de loro en el rostro! Pablo estaba por completo aturdido por su habilidad.

“¡Dios mío! Tulipán no solo memorizó todo el hechizo al instante, sino que también pudo lanzarlo de forma correcta al primer intento. E… ¡Incluso podía lanzar el hechizo al revés!».

Pablo se quedó pensativo…

-Ya llegamos. Bajemos -dijo Luis cuando el auto se detuvo.

Bajó a Liliana del auto mientras ella aún sostenía la bolsa de plástico. De repente, sopló un fuerte viento y la bolsa de plástico salió volando… Liliana hacía todo lo posible por agarrarla.

-No pasa nada, Liliana. Aquí tenemos quien limpie -dijo Luis.

Liliana apretó los dedos con culpabilidad. En realidad, iba a tomar la servilleta con la caca de Poli y tirarla…

Después de estacionar el auto, Eduardo cerró la puerta y extendió los brazos hacia Liliana.

-Ven aquí, Liliana. Deja que te lleve el tío Eduardo.

Luis arrugó los labios y de inmediato se apartó de él.

No creo que un tipo rudo como tú sepa cómo cargar a una niña.

Eduardo se defendió con rapidez:

-¿Por qué me subestimas? Tienes dos hijos, ¿y qué?

Luis lo ignoró por completo y procedió a llevar a Liliana al despacho de arriba. Sus colegas que pasaban junto a ellos preguntaron con curiosidad:

-Señor Castellanos, ¿es esa su hija?

Los ojos de Luis brillaron de alegría:

-Es mi sobrina -respondió alegre.

Eduardo intervino:

-Mi sobrina es muy linda, ¿verdad?

Luego procedieron a presentar a Liliana a todos en la oficina.

Por otro lado, Galena fue de compras con su madre. Estaban desayunando juntas. Elena le preguntó:

-¿A qué viene esa cara tan amargada?

Galena se quejó:

-Mi suegra dice que no soy una buena madre y que no crie lo bastante bien a Ana… quiere que me divorcie.

Dejó con rabia la taza.

-No lo entiendo… Ana es mi hija y soy la única que tiene derecho a criarla. ¿Cómo puede decir que no la crie bien?

«¡Ana es una buena niña! Solo tiene un poco de mal humor, ¿y qué? Las niñas no deben ser demasiado amistosas. Les pone el estándar más alto en el futuro cuando busquen pareja. Las niñas que no tienen actitud pueden ser molestadas con facilidad. Además, al nacer en una familia tan acomodada, itiene todo el derecho a comportarse como quiera!».

-¿De verdad dijo eso? ¿Cómo puede interferir en tu matrimonio? Creo que no hay ninguna suegra buena en el mundo -dijo Elena furiosa.

-¡Te digo que no te rindas nunca ante esta clase de suegros malvados! ¿Cómo puede decirte que te divorcies de su hijo? Es una persona tan malvada.

Elena despotricó sin parar. Galena añadió:

-Ni siquiera Luis está de mi parte. Incluso llevó a Liliana a su lugar de trabajo.

-¿Que hace Liliana allí? Luis ni siquiera es su padre. ¿Por qué lo sigue a todas partes? -cuestionó

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Elena.

-Verás, te dije que esa niña es ambiciosa. Desde el día en que llegó, le arrebató todo a Ana, iincluso a su padre!

-¡Levántate ya! Vamos a la obra a buscar a Luis.

Elena levantó a Galena de su asiento de forma agresiva.

-No creo que sea una buena idea… -dijo Galena de mala gana.

-¿Cómo puede ser una mala idea? ¡Este asunto es entre tú y Luis! Nadie de la Familia Castellanos tiene derecho a meterse en esto.

Elena y Galena fueron entonces a toda prisa hacia la obra.

En la obra, la bolsa de plástico aterrizó en un terreno vacío. Siguió girando en el mismo lugar de forma espeluznante. Al mismo tiempo, Galena y Elena se dirigían hacia la oficina cuando pasaron junto a aquel lugar. Un escalofrío recorrió su espina dorsal cuando vio una bolsa de plástico arremolinándose en el mismo sitio de aquel terreno vacío. Allí fue donde Maya León murió aplastada…

Galena sintió un escalofrío y la bolsa de plástico que se arremolinaba en el mismo lugar se detuvo de repente. Se sintió como si la apuntara. Se le puso la piel de gallina al instante.

-Mamá… vámonos -dijo Galena asustada.

De repente, sopló un fuerte viento y la bolsa de plástico voló hacia Galena. Ella gritó y salió corriendo con sus tacones altos.

-¿Qué haces? ¿Qué tiene de aterrador una bolsa de plástico?

Elena se sintió muy confundida. Justo cuando dejó de hablar, el viento dejó de soplar y la bolsa de plástico cayó delante de Elena. Eso hizo que ella se tragara sus palabras al instante.

-Mamá…

Galena temblaba de miedo. ¡De repente, la bolsa de plástico le dio una gran bofetada en el rostro! Olió algo asqueroso y sintió algo repugnante en el rostro. Se sintió asfixiada y de inmediato cayó al suelo. La bolsa de plástico le cubría todo el rostro. Intentó arrancarla, pero no lo consiguió. Mientras se asfixiaba con la bolsa de plástico, Elena se acercó y se la arrancó.

-¿Estás bien? le preguntó Elena.

La bolsa de plástico voló lejos y se arremolinó en otro punto que estaba aproximadamente a un metro de ellas. Fue como si viniera por ellas… A Elena también se le puso la piel de gallina. Había

un dicho entre los ancianos que decía que cuando una persona era golpeada en el rostro por un objeto ligero y esponjoso al azar, ese objeto debía estar embrujado. Sus rostros se pusieron pálidos como el papel y temblaban de miedo…


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Score 9.9
Status: Ongoing Released: 12/16/2023 Native Language: Spanish
Ocho Peculiares" by Lalia Alejos is a captivating novel that intricately weaves together the lives of eight peculiar characters, exploring the depths of their eccentricities and the interplay of their destinies in a rich narrative that transcends conventional storytelling boundaries.  

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Detail Novel

Title: Read Ocho peculiares by Lalia Alejos
Publisher: Rebootes.com
Ratings: 9.3 (Very Good)
Genre: Romance, Billionaire
Language: Spanish    
 

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Capítulo 1

Ciudad Lavanda, primera zona residencial; Mansión Juárez. Hoy era el festival de las linternas. Luces de colores estaban decoradas alrededor de la casa, dando un toque de calidez a la fría atmósfera de la Familia Juárez. De repente, un grito resonó por toda la mansión. —Ay. Seguido de un ruido sordo, ¡una mujer embarazada cayó por las escaleras! Todos se sorprendieron y corrieron hacia ella. Esteban Juárez, presidente de la Corporación Ador Juárez, preguntó rápido: —Débora, ¿estás bien? El rostro de la mujer palideció al ver la sangre fresca que le corría por las piernas. Horrorizada, respondió: —Esteban, me duele... Nuestro bebé... ¡Rápido, salva a nuestro bebé! La madame de la casa, Paula Andrade, presa del pánico, preguntó: —¿Qué sucedió?
Débora miró hacia lo alto de las escaleras con lágrimas en los ojos. Todos levantaron la vista y vieron a una niña, de unos tres años, de pie en lo alto de la escalera. Al ver la mirada de todos, abrazó con fuerza el conejo de juguete que tenía en los brazos, asustada. Ricardo Juárez rugió furioso: —¿Fuiste tú quien empujó a Débora? La niña hizo un berrinche. —No fui yo, y yo no... Mientras lloraba, Débora suplicó: —No... Papá, no es culpa de Liliana. Todavía es joven, y ella no quería... Sus palabras reafirmaron rápido que era culpa de Liliana. Los ojos de Esteban se oscurecieron, y ordenó de inmediato: —¡Enciérrenla en el ático! Me ocuparé de ella en cuanto regrese. El otro se apresuró a enviar a Débora al hospital mientras los sirvientes arrastraban a Liliana escaleras arriba. Incluso cuando se le cayó un zapato, mantuvo un rostro obstinado y no suplicó ni gritó pidiendo ayuda.

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