Read Ocho peculiares by Lalia Alejos Capítulo 225

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Capítulo 225 Acupuntura para Beatriz

Braulio no podía escuchar esa voz tan alta, ni tampoco los vecinos que la rodeaban.

La enfermera Jenifer quedó atrapada en el muro fantasma, perseguida y asesinada por los aricianos que

mató.

Al día siguiente, los que madrugaron para ir a trabajar encontraron a una persona acurrucada en la esquina de la escalera del tercer piso, gritando asustada….

Cuando llegaron los investigadores, descubrieron que la enfermera Jenifer había muerto de tenía las piernas rotas, todo el cuerpo empapado en sudor y las mejillas hundidas.

Se quedó mirando con los ojos muy abiertos, sin ganas de morir.

agotamiento,

La noticia de que la enfermera Jenifer había muerto del susto se difundió rápido en la plataforma de vídeos cortos. Algunas personas dijeron que había cometido demasiados males y que los espíritus malignos la habían asustado hasta la muerte.

Beatriz permaneció tres días en el hospital y, bajo la protección de Liliana, se volvió más enérgica.

Leandro fue a ver a Braulio por algo y, tras la conversación, se sentó al margen y jugueteó con su teléfono.

Se encargó de toda la vigilancia y los vídeos sobre la fuerza de la Señorita Liliana.

Sólo una frase:

-Señorita Liliana, no se preocupe, él siempre la seguirá.

Liliana se sentó en el sofá a ver la tele, levantó la mano y dijo:

-Tio Lo, ya no quiero ver esto, quiero ver Bob Esponja Pantalones Cuadrados, ¿podrías cambiármelo?

Leandro:

-Emmm

El apellido López se acortó a Lo.

López… Lo…

De repente, Leandro sintió que el hecho de que la señorita Liliana le llamara Lo sonaba mejor que su nombre real.

-¡De acuerdo! -De inmediato cruzó corriendo con una sonrisa en la cara, en busca de Bob Esponja Pantalones Cuadrados para Liliana.

Liliana se subió al sofá, la niña le rodeó los hombros con los brazos con gran esfuerzo y le dio unas palmaditas orgullosas.

Gracias, Tio Lo, te deseo un ascenso, una fortuna y una esposa!

Leandro se rio tanto que las comisuras de los labios casi le llegaban a las orejas.

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-Jajaja! Gracias.

Añadió en silencio desde el fondo de su corazón:

Mientras tu padre sea estable y no pida la dimisión todos los días, será más feliz que ascendiendo y haciéndose rico y teniendo una esposa..

Braulio sacó su teléfono móvil:

De acuerdo, el Dulce Bombón dijo que quería darle a Leandro un ascenso y una esposa.

Ascender y hacerse rico seria fácil, pero… ¿Casarse con una esposa?

..Esta no era su área de especialización.

Toc toc…

Llamaron a la puerta.

Liliana se dio la vuelta y descubrió que era el señor Herrera, que empujaba al anciano, y junto a él había un hombre que parecia un ayudante, cargado con una gran bolsa de frutas, cestas de flores y lujosos. paquetes de juguetes de Barbie.

Sonrió, entregó la caja de regalo de Barbie y dijo:

-Liliana, esto es para ti.

Liliana:

-¡Guau, gracias, Tio Herrera!

El Señor Herrera sacudió la cabeza:

-Debería ser yo quien te diera las gracias, mi padre está mucho mejor.

A el también le pareció milagroso, fue sólo una sesión de acupuntura, y el habla del anciano se hizo cada. vez más clara.

Liliana sonrió y dijo:

-¡De nada! Es sólo un pequeño astuto.

Leandro corrigió en silencio:

-Asunto.

Liliana:

-Sí, sí, ies sólo un pequeño asunto!

El vocabulario de la niña se había enriquecido de nuevo.

El señor Herrera no pudo evitar reírse y miró a Liliana.

Otras personas siempre intentaban atribuirse el mérito delante de él, pero Liliana actuaba como si sólo hubiera hecho una cosa insignificante.

En los últimos tres días, ni siquiera ha pedido nada.

Era cierto, con los antecedentes de la familia Castellanos, Liliana no necesitaba complacer a nadie en absoluto. Tal vez sólo sentía lástima por el anciano, por lo que se acercó para ayudar.

En los últimos tres días, quiso visitarlo innumerables veces, para ver si Liliana podía volver a hacerle acupuntura al viejo…

Sin embargo, siempre se sentía avergonzado y pensaba que estaba pidiendo demasiado.

-Muchas gracias… Señor Montenegro, Señorita Liliana, si la familia Castellanos necesita ayuda en el futuro, isin duda les ayudaré, aunque tenga que morir! -El Señor Herrera miró a Braulio.

Braulio:

-Bueno… No hay necesidad de morir, gracias por la idea.

El anciano y el Señor Herrera tenían la piel muy fina, por lo que se avergonzaron de volver a pedirle a Liliana que les ayudara a tratarlos.

Sin embargo, el fantasma de la anciana que estaba a su lado esperaba sin duda que su viejo estuviera mejor.

Así que dijo:

-Señorita Liliana… ¿Podría ayudarme a tratar a mi viejo otra vez?

Liliana, que estaba viendo Bob Esponja Pantalones Cuadrados, se dio la vuelta y dijo:

-iAh, eso está bien!

Deberían haberlo dicho antes.

Liliana se sentó en el sofá y dijo:

-¡Abuelo, mírame!

Fingió que era incapaz de moverse en una silla de ruedas, y torció la cintura:

-Sígueme… Tres veces a la izquierda, tres veces a la derecha, inhala, exhala… Boom… ¡Suelta un gran pedo apestoso!

Abuelo:

-¡Ejem!

Tres circulos a la izquierda y tres círculos a la derecha fueron fáciles.

Sin embargo, el pedo… ¡No podía dejarlo salir!

¿Cómo se las arregló la niña para hacerlo con tal libertad?

Liliana enseñó seria durante un rato, con la carita cubierta de sudor.

-Abuelo, después de que regreses, debes practicar seguido como te enseñé!

Flanciano sonrio, pero aún le costaba un poco hablar:

-Mmmm… De acuerdo… ¡Gracias, Liliana!

Estaba muy agradecido desde el fondo de su corazón, Liliana no sólo le permitió recuperar un poco de dignidad humana, sino que también le dejó ver a la anciana aquel día.

Podia morir sin remordimientos.

Liliana corrió de nuevo a un lado y se acostó en la mesa de té, dibujando.

Tras terminar el dibujo, se lo entregó al señor Herrera:

-Tienes que masajear al anciano según estos puntos. Liliana ha marcado el orden, así que síguelo.

Liliana miró orgullosa la figurita del papel. Había muchos puntos en la figurita, y los números estaban dibujados en cada punto; por suerte, aprendió a escribir del uno al cien, lo cual era impresionante.

-¡Se necesita medio año para practicar y masajear las piernas durante medio año antes de llegar a la acupuntura!

El señor Herrera miró al concienzudo bombón que tenia delante, guapa y responsable.

¿Cómo dar a luz a una bolita tan linda?

¡Otro día más envidiando a la hija de los demás!

Después de que el Señor Herrera y los demás se fueran, Beatriz se despertó tras una siesta.

Últimamente, comía y dormia muy bien, y sentía que su cara estaba un poco más rellena.

-He engordado tres kilos después de estar en el hospital, estoy en verdad convencida -se quejó Beatriz, pero sus ojos estaban llenos de complacencia.

iFue su Liliana quien cuidó bien de ella! ¡Su bebé era la mejor bebé del mundo!

-Además, ¿podría detener la inyección…? -Beatriz miró la aguja que colgaba de su muñeca.

Incluso ahora que era mayor, seguía teniendo miedo a las agujas.

El Señor Castellanos se quedó perplejo, con una expresión fría en el rostro, y criticó:

-Tienes más de setenta años y aún te preocupas por engordar tres kilos. La inyección es por tu propio bien. Deberías estar agradecida por haberte recuperado tan bien.

La Señora Castellanos se enfadó de repente….

Tomó la almohada y se la tiró al Señor Castellanos, señalando la puerta:

-Fuera!

El anciano parecia desconcertado.

¿Qué le pasa?

La puerta se abrió de un empujón y Liliana asomó la cabeza:

-Abuela, estás despierta!

Beatriz se alegró de inmediato:

Liliana, ven rápido, la abuela quiere darte un abrazo!

iSu Liliana era la mejor!

En cuanto llegó Liliana, ise sintió mucho mejor de inmediato!

Liliana entró corriendo y abrazó a Beatriz, luego dejó la bolsa de lona a un lado.

Abrió la bolsa de lona y dentro había todo tipo de agujas de plata. La sonrisa de Beatriz se congeló de

repente.

No… ¿No podría?

Una aguja de plata tan larga… ¿En verdad iba a ser usada para perforarla?

-Abuela, no tengas miedo, no duele nada. Liliana ya tuvo experiencia printica hace unos días… Quiero decir, iexperiencia práctica!

Beatriz:

«Mi dulce bombón, era mejor que no lo mencionaras”.

Estaba aún más asustada por escuchar eso…

La anciana se levantó de la cama presa del pánico:

-Yo, yo voy al baño…

Tanto Liliana como el viejo Señor Castellanos se quedaron mirando sus… piernas.

El viejo Señor Castellanos dijo:

-Qué milagro médico…


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Read Ocho peculiares by Lalia Alejos

Score 9.9
Status: Ongoing Released: 12/16/2023 Native Language: Spanish
Ocho Peculiares" by Lalia Alejos is a captivating novel that intricately weaves together the lives of eight peculiar characters, exploring the depths of their eccentricities and the interplay of their destinies in a rich narrative that transcends conventional storytelling boundaries.  

Read Ocho peculiares by Lalia Alejos

Detail Novel

Title: Read Ocho peculiares by Lalia Alejos
Publisher: Rebootes.com
Ratings: 9.3 (Very Good)
Genre: Romance, Billionaire
Language: Spanish    
 

Read Ocho peculiares by Lalia Alejos

Capítulo 1

Ciudad Lavanda, primera zona residencial; Mansión Juárez. Hoy era el festival de las linternas. Luces de colores estaban decoradas alrededor de la casa, dando un toque de calidez a la fría atmósfera de la Familia Juárez. De repente, un grito resonó por toda la mansión. —Ay. Seguido de un ruido sordo, ¡una mujer embarazada cayó por las escaleras! Todos se sorprendieron y corrieron hacia ella. Esteban Juárez, presidente de la Corporación Ador Juárez, preguntó rápido: —Débora, ¿estás bien? El rostro de la mujer palideció al ver la sangre fresca que le corría por las piernas. Horrorizada, respondió: —Esteban, me duele... Nuestro bebé... ¡Rápido, salva a nuestro bebé! La madame de la casa, Paula Andrade, presa del pánico, preguntó: —¿Qué sucedió?
Débora miró hacia lo alto de las escaleras con lágrimas en los ojos. Todos levantaron la vista y vieron a una niña, de unos tres años, de pie en lo alto de la escalera. Al ver la mirada de todos, abrazó con fuerza el conejo de juguete que tenía en los brazos, asustada. Ricardo Juárez rugió furioso: —¿Fuiste tú quien empujó a Débora? La niña hizo un berrinche. —No fui yo, y yo no... Mientras lloraba, Débora suplicó: —No... Papá, no es culpa de Liliana. Todavía es joven, y ella no quería... Sus palabras reafirmaron rápido que era culpa de Liliana. Los ojos de Esteban se oscurecieron, y ordenó de inmediato: —¡Enciérrenla en el ático! Me ocuparé de ella en cuanto regrese. El otro se apresuró a enviar a Débora al hospital mientras los sirvientes arrastraban a Liliana escaleras arriba. Incluso cuando se le cayó un zapato, mantuvo un rostro obstinado y no suplicó ni gritó pidiendo ayuda.

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