Read Ocho peculiares by Lalia Alejos Capítulo 211

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Capítulo 211 Superar los demonios internos

Liliana avanzó decidida en dirección a Esteban mientras daba pasos lentos y firmes.

Un leve rastro de suficiencia apareció en la comisura de los labios de Esteban. Al instante siguiente, Liliana le agarró del tobillo y lo arrojó con violencia sobre la red de contención de espiritus.

¡Bang!

El único golpe contenia una enorme cantidad de fuerza. Ese golpe sacudió la red espiritual de contención.

Esteban nunca esperó que Liliana le hiciera daño de verdad. Con una mezcla de rabia y conmoción, exclamó:

-Tú… soy tu padre!

Liliana dijo con un firme apretón de manos:

-No, tú no eres mi papá. Mi padre se llama Braulio Montenegro, no Esteban Juárez.

Agarró a Esteban una vez más y lo arrojó con violencia al suelo.

Esteban gritó mientras se abalanzaba sobre Liliana porque era incapaz de soportar aquello.

En el momento en que Liliana soltó su agarre, Esteban fue fulminado por el brazalete rojo. Ahora, ella había alcanzado la perfección en la lucha con el brazalete rojo.

Antes de caer al suelo. Esteban, que había salido despedido, se habia convertido en una capa de piel. El escurridizo fantasma se deslizó fuera de esa piel y se escondió rápido.

Esteban se tendió débil en el suelo y murmuró:

-Soy tu padre. Soy tu padre.

¡No estoy dispuesto! Soy el yerno de los Castellanos y el padre de Liliana. Independientemente de la riqueza y la prosperidad, todo debería haber sido mío. Pero a estas alturas, he caido tan bajo que soy incapaz de reencarnarme».

Esteban se convirtió en un aura de vanidad por desgana, pero Liliana tapó el frasco de las almas y no acogió esta hebra de aura de vanidad. Al final, se disipó en el mundo, y Esteban dejó de existir.

Liliana permaneció inmóvil y en silencio durante algún tiempo. Su corazón se había llenado de una nueva sensación de alivio y seguridad.

Pablo exhaló aliviado. Sabía que Liliana había vencido a sus demonios internos. La joven habia desarrollado tanta fuerza sin ser consciente de ello. Pablo se sentía muy satisfecho con ella.

Mientras tanto, Zacarías volvia a quedarse atónito.

Mi hermana es despiadada! ¡Incluso se atrevió a pelear con su padre adoptivo! Esta chica es aterradora. No me

meteré con ella-.

Al cabo de un rato, Liliana empezó a moverse. Rodeó con lentitud la habitación y murmuró para si

-Ahora sólo queda uno. Fantasma escurridizo, ¿dónde estás?

Debe de haber revelado su verdadero yo tras mudar dos capas de piel seguidas, ino?».

Liliana arrastró la hoja ritual en su mano, dando golpecitos aquí y allá.

Zacarias asoció inexplicablemente su movimiento con el del asesino en serie de “La sierra- donde el asesino arrastraba sus motosierras para encontrar a sus víctimas: No pudo evitar estremecerse y que se le pusiera la piel de gallina.

El espíritu suicida permanecia rigido en la puerta de la cocina del lado opuesto, incapaz de hablar, y con los ojos llenos de angustia. Estaba sujeta por el fantasma escurridizo, que en silencio hizo un intento de

entrar en su cuerpo.

Susana era el espíritu suicida en cuestión. Estaba enamorada del entrenador de juegos. Luchaba contra la ansiedad social y la soledad. Al final, fue hechizada y saltó del edificio.

Susana era inocente a los ojos de Liliana, y el fantasma escurridizo era consciente de ello. Tenía ser Susana y esperar a que Liliana bajara la guardia para poder liberarse de la red de espíritus de

contención..

que fingir

La hoja ritual voló de repente hacia el fantasma escurridizo. Liliana le agarró rápido de la muñeca y lo arrojó fuera.

-¡Te encontré! -exclamó Liliana, sosteniendo una escoba mientras miraba al fantasma escurridizo.

El fantasma escurridizo intentó esconderse una vez más, pero Liliana lanzó un montón de talismanes en su dirección.

Resultó que los papeles que estaba contando no eran papeles rituales, sino talismanes. Zacarias los había identificado mal debido a la penumbra del entorno bajo la cama.

Todos los talismanes revolotearon en el aire y se aferraron al fantasma escurridizo.

El fantasma escurridizo se defendió con valentía, pero uno a uno, los talismanes de su cuerpo empezaron a arder.

Liliana sacó varias redes de contención de espíritus tras darse cuenta de que los talismanes eran incapaces de contener al fantasma escurridizo. Incluso liberó al espíritu maligno del Tarro de Almas.

El espiritu del harén, que antes se habia estado burlando del espíritu enclenque, se quedó perplejo.

-iLiliana, estoy aquí!-gritó el débil espíritu, que queria huir con desesperación, pero era incapaz de hacerlo.

La Señorita Fea masticaba una cáscara de melón. Ella dijo:

-Vamos! ¡Dale una paliza!

Zacarias estaba aturdido. Liliana tenía refuerzos.

Tres espiritus malignos comenzaron a luchar entre sí.

A pesar de su larga vida y su gran fuerza, el fantasma escurridizo había sido herido dos veces por el rebote del brazalete rojo. Ahora, estaba igualado con dos espiritus malignos.

Liliana se acercó corriendo y aprovechó la oportunidad para atacar. Hizo bailar su espada ritual delante del fantasma escurridizo mientras sonreia con amenaza Gritó:

-Cuchillada!

Cada vez que el fantasma escurridizo golpeaba por accidente a Liliana, el brazalete rojo la protegia y contraatacaba.

El brazalete rojo tenía un poder aterrador. El fantasma escurridizo había sido golpeatlo dos veces, dejándole graves heridas. Ahora, las cosas habían empeorado para él. Prácticamente estaba siendo reprimido y golpeado. Liliana ya se había acercado a él, a pesar de sus mejores esfuerzos por mantenerse alejado de ella.

-¡No tienes sentido del honor! -gritó furioso el fantasma escurridizo.

Liliana replicó de inmediato:

-¡No tengo! ¿Por qué iba a necesitarlo?

El fantasma escurridizo se quedó mudo.

Al final, tres cuchillas rituales inmovilizaron al fantasma escurridizo en la red de contención de espíritus. Liliana lo envolvió como un regalo para asegurarse de que no pudiera escapar, aunque quisiera

El verdadero rostro del fantasma escurridizo se reveló al final a Zacarias cuando se acercó a Liliana.

Con las cuencas de los ojos hundidas y los pómulos afilados, era un hombre frágil y delgado. Vestia una túnica roja parecida a la de un eunuco de la tribu Heviel y llevaba el cabello trenzado.

Liliana dijo:

-Señorita Fea, lleva cosas valiosas encima. Ayúdeme a registrar su cuerpo ahora.

El espíritu del harén no lo dudó y se acercó a ver al fantasma escurridizo, diciendo:

-¿Cosas valiosas? ¿Qué objetos valiosos es capaz de poseer?

Después de comprobar los lugares inapropiados, se quedó bastante sorprendida. Dijo:

-¡Oh, vaya, este hombre en verdad es un eunuco! ¡Así que este es el aspecto de los eunucos! Tsk, tsk, tsk. tsk…

El fantasma, fuertemente atado y resbaladizo, estaba enfurecido y apenado. Grito con fuerza y con voz aguda:

-¡Piérdete!

¡Había sufrido una humillación abrumadora! Nunca se había encontrado con un fantasma tan desvergonzado:

Al presenciar esta escena, el espiritu debilitado se abrazo por instinto a sus rodillas.

Liliana sé quedó boquiabierta.

¿Qué clase de cosas extrañas está comprobando la Señorita Fea? ¡Le estoy pidiendo que busque los talismanes que podrian hacer invisible al fantasma escurridizo!».

El espiritu del harén sacudió la cabeza mientras buscaba, diciendo:

No te preocupes, no estoy interesada en alguien como tú que carece de cierta parte! Eres feo y ni siquiera tienes pelotas. No tienes nada que me interese.

El fantasma escurridizo se quedó sin palabras.

Los ojos del espíritu del harén se iluminaron cuando encontró un objeto negro en el cuerpo del fantasma escurridizo. Era redondo y parecia un cristal. Sacó el cristal negro y se lo entregó a Liliana.

-ilo encontré!

Liliana lo miró, pero no pudo averiguar nada. Lo guardó.

El fantasma escurridizo se desesperó.

Liliana preguntó:

-¿Cómo moriste y cómo supiste de mi?

Giró la cabeza hacia un lado, frustrado, y dijo:

No revelaré absolutamente nada, aunque me mates.

Liliana extendió la muñeca y dijo:

-¡Ja!

El fantasma escurridizo giró por instinto la cabeza, pero acabó chocando con el brazalete de Liliana. La cara se le hinchó por el golpe de la pulsera roja. El fantasma escurridizo se quedó en silencio. Apretó los dientes y dijo:

-Absolutamente…

De repente, Liliana le agarró la cabeza y la golpeó con fuerza contra el brazalete rojo.

¡Whoosh!

Una luz roja parpadeó. Esta vez, el fantasma escurridizo se quedó con el pelo revuelto, y se sintió entumecido por todas partes.

-¿Cómo diablos es posible?».

El fantasma escurridizo se sintió agraviado; cedió y dijo:

-illablaré!

-Quería vomitar sangre. Si hubiera sabido que esto pasaria, ¿por qué me habria resistido en primer lugar? Habia sufrido unos guantos golpes sin motivo. No podia ser más patético.

-Nací en 1844. Mi padre no podía alimentarme y yo no tenía suficiente para comer. Para sobrevivir, me castré y me hice eunuco del palacio.

Liliana preguntó confundida:

-Te has castrado? ¿Cómo lo hiciste?

Liliana se preguntó

Qué significa eso?».

El espíritu del harén no pudo evitar toser y decir:

–Querida, esa no es una pregunta apropiada.

 


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Score 9.9
Status: Ongoing Released: 12/16/2023 Native Language: Spanish
Ocho Peculiares" by Lalia Alejos is a captivating novel that intricately weaves together the lives of eight peculiar characters, exploring the depths of their eccentricities and the interplay of their destinies in a rich narrative that transcends conventional storytelling boundaries.  

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Detail Novel

Title: Read Ocho peculiares by Lalia Alejos
Publisher: Rebootes.com
Ratings: 9.3 (Very Good)
Genre: Romance, Billionaire
Language: Spanish    
 

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Capítulo 1

Ciudad Lavanda, primera zona residencial; Mansión Juárez. Hoy era el festival de las linternas. Luces de colores estaban decoradas alrededor de la casa, dando un toque de calidez a la fría atmósfera de la Familia Juárez. De repente, un grito resonó por toda la mansión. —Ay. Seguido de un ruido sordo, ¡una mujer embarazada cayó por las escaleras! Todos se sorprendieron y corrieron hacia ella. Esteban Juárez, presidente de la Corporación Ador Juárez, preguntó rápido: —Débora, ¿estás bien? El rostro de la mujer palideció al ver la sangre fresca que le corría por las piernas. Horrorizada, respondió: —Esteban, me duele... Nuestro bebé... ¡Rápido, salva a nuestro bebé! La madame de la casa, Paula Andrade, presa del pánico, preguntó: —¿Qué sucedió?
Débora miró hacia lo alto de las escaleras con lágrimas en los ojos. Todos levantaron la vista y vieron a una niña, de unos tres años, de pie en lo alto de la escalera. Al ver la mirada de todos, abrazó con fuerza el conejo de juguete que tenía en los brazos, asustada. Ricardo Juárez rugió furioso: —¿Fuiste tú quien empujó a Débora? La niña hizo un berrinche. —No fui yo, y yo no... Mientras lloraba, Débora suplicó: —No... Papá, no es culpa de Liliana. Todavía es joven, y ella no quería... Sus palabras reafirmaron rápido que era culpa de Liliana. Los ojos de Esteban se oscurecieron, y ordenó de inmediato: —¡Enciérrenla en el ático! Me ocuparé de ella en cuanto regrese. El otro se apresuró a enviar a Débora al hospital mientras los sirvientes arrastraban a Liliana escaleras arriba. Incluso cuando se le cayó un zapato, mantuvo un rostro obstinado y no suplicó ni gritó pidiendo ayuda.

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