Read Ocho peculiares by Lalia Alejos Capítulo 172

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apítulo 172 Ella no escucha

Braulio volteó a ver. La voz era alta y estridente, pero no vio a nadie a su alrededor que pudiera haber dicho las palabras.

Pero debido al sonido, muchas personas se agolparon a la vez.

-¡Rápido, alguien se está ahogando!

-¡Ayúdenlos! ¡Rápido, que alguien los ayude! ¿Alguien sabe nadar? ¡Sálvenlos!

-Traigan a la gente de los botes aquí.

La gente gritaba en un ataque de pánico. Pronto, entre siete y ocho personas se agolparon en la orilla del rio, que antes estaba vacía. Casi la mitad de ellos llevaban equipos de transmisión.

La orilla se llenó de murmullos.

-¡Dios mio! Chicos, ¡alguien se está ahogando! ¿Por qué no puedo nadar? ¡Oh, ayúdenlos!

Era un grito de pánico.

Chicos, alguien se está ahogando. Dios mío, qué pasa con este rio y la gente se ahoga en él todo el tiempo gritó alguien, lleno de conmoción y confusión.

-No sé nadar, lo siento. ¡Oh, gracias por el consejo, hermano! ¡Oh, Dios mío, tenemos un excelente donador aquí! Bueno, eh… ¡Voy a hacerlo! ¡Voy a intentarlo! ¡Por favor, recen por mí, chicos!

Se trataba de alguien que había perdido la cabeza solo por una donación de dinero.

En medio de la charla, un hombre de mediana edad se había quitado la camiseta y se preparaba para saltar. Los comentaristas lo enfocaron con sus cámaras.

Liliana corrió hacia delante y jaló los pantalones del hombre.

-¡No deberia ir, señor!

El hombre pensó que Liliana estaba preocupada por él, y dijo:

-No te preocupes. Sé nadar.

A Liliana le entró un ataque de pánico.

-No, corre peligro ahí en el agua.

Liliana se negó a soltarse. Su brazalete rojo brillaba un poco y el hombre no podía quitársela de encima. por mucho que lo intentara.

Alguien desde un lado gritó:

-Eh, ¿qué te pasa, niña? ¿Por qué estorbas? ¿Dónde están tus padres, de quién es esta niña?

Unos cuantos adultos se agolparon tratando de apartar a Liliana. Braulio acababa de salir del lodo. Al ver

1.4

Como se atreven a tocar a mi hija!

La ferocidad de su tono asustó a unos cuantos, que retiraron las manos. Él miró a su alrededor.

-Nadie se cayó al agua. Acabo de ver.

Todos los demás se fijaron en él, con la ropa empapada. Se detuvieron enseguida.

Alguien se apresuró a preguntar.

-¿Bajaste ahí?

Braulio asintió.

-Fui. Nadie se ahogó.

A todos les pareció muy extraño, estaban muy

confundidos.

Si, Braulio le había prometido a Liliana que no se metería en el agua antes de ir al árbol, y Liliana también. le había dado un amuleto.

Había mentido. No se habia metido al agua. La iba a jalar hacia la orilla antes de que se alejara demasiado cuando se dio cuenta de que algo estaba muy mal y regresó de inmediato.

Así que mintió. No se había metido en el agua, pero iba a llamar a los robots para que se acercaran en lugar de hacer que la gente se tirara al agua.

Sin embargo, justo en ese momento, una mujer de mediana edad se separó de la multitud con expresión desconcertada mientras gritaba:

-Es mi hija, es mi hija.

Corrió hacia el río mientras gritaba, saltando sin dudarlo mientras seguía chillando:

-¡Vanesa. Vanesa!

-¡Vanesa, mamá está aquí! Vanesa.

-iVuelve! -gritó Braulio con seriedad.

Sin embargo, la mujer no le hizo caso y nadó hacia lo más profundo del río.

Todo eso sucedió de la nada y nadie sabía de dónde había salido la mujer. Sin embargo, había saltado al río. El nivel del agua le llegaba al pecho antes de ir a lo profundo y luego comenzó a forcejear.

-Ah… ¡Ayuda! -gritó por instinto.

Nadie sabía qué hacer.

-No sabe nadar! ¿En qué estaba pensando? ¡Dios mío!

El chico estaba a punto de saltar de nuevo, cuando Braulio levantó una mano para detenerlo, ya que estaba

Haré que vengan los botes.

Las personas que transmitian comenzaron a hacer comentarios:

-La pobre señora se va a ahogar!

iLos botes están tan lejos que no llegarán a tiempo!

El chico miró y quiso saltar de nuevo. Braulio se lo impidió con firmeza, evitando que se metiera al

Al ver que Braulio lo detenía una y otra vez, el chico por fin perdió los nervios y gritó:

¡Aquí hay una vida en juego! ¿Qué demonios estás haciendo?

La multitud también empezaba a entrar en pánico.

-¡Sí, sí, sabe nadar! Suéltenlo.

-¡Vamos, deprisa! ¡No lo va a lograr!

agua.

-¿Qué está pasando aquí? Tanto la niña como el hombre intentando molestar, ¿les da igual porque no les pasa a ellos?

Braulio vio que el hombre no lo escuchaba y lo tiró con una patada voladora mientras le decía a Liliana:

-¡Cariño, sujétalo!

Liliana se subió al hombre de inmediato y se sentó justo en su espalda. El hombre luchó un poco, y se dio cuenta de que no podía levantarse.

Braulio miró con desprecio a la multitud.

-¡Dije que nadie se va a meter a agua!

La multitud no pudo contraatacar y se puso cada vez más nerviosa antes de empezar a gritar insultos e improperios.

Braulio no les hizo caso. Hizo algunas llamadas, a las que obtuvo bastante respuesta. El barco más cercano se acercó a toda velocidad.

Braulio calculó la distancia. El barco debería llegar en dos minutos.

Un ser humano puede salvarse entre cuatro y seis minutos después de ahogarse y puede ser rescatado uno o dos minutos después de haberse ahogado. Aunque la mujer hubiera dejado de forcejear, se salvaría con toda seguridad si se le prestara ayuda antes de dos minutos. Es decir que, si el barco llegaba en dos minutos, estaría bien. Toseria un poco de agua y se recuperaría.

El sol se estaba poniendo y sus rayos iluminaban a la mujer en el agua. Braulio pensó de repente en un riesgo: el Espíritu Resentido podria arrastrar a la mujer bajo el agua.

Pero a Braulio no le importaba si eso ocurría o no. La gente creia que era alguien de sangre fría o un desalmado al pensar que una vida era solo una vida.

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1a multitud empezó a maldecir a Braulio. Incluso los comentaristas lanzaban gritos de rabía.

Este hombre no tiene corazón! iTambién tiene una hijal No me extraña que su hija sea tan malvada como él. Es de familia..

-Este hombre tiene corazón? ¿Cómo puede tener la sangre fría?

-Lo está haciendo sonar como si pudiera haber peligro en el agua, ¡pero hay una vida en juego aqui! ¿De verdad vamos a ver una vida acabar ante nuestros ojos y no hacer nada?

-¡Es un farsante! Cree que hace el bien, ¡pero está claro que solo quiere hacerse popular!

Ibero era el único comentarista que permanecía en silencio, pero su mirada brillaba de emoción. Había aprovechado para sacar dos teléfonos en cuanto escuchó a alguien gritar:

-Alguien se cayó al agua!

Y ahora tenía tres ángulos fotografiando a Liliana, a Braulio y a la mujer. Todas esas tomas iban a ser un gran contenido para publicar.

Ibero sabía muy bien que eso iba a estar en las primeras búsquedas. Nadie iba a cubrir esa noticia tan bien como él.

Iba a editar varios videos seguidos y subirlos cada media hora. Con eso se iba a volver en viral. ¡lbero estaba seguro de que iba a triunfar!

En ese momento, alguien gritó sorprendido.

-¡Miren alli!

Todo lo que se podía ver mientras el sol se ponía al otro lado del río, era un cadáver de una mujer rubia flotando. Estaba vestida con una minifalda gris y blanca. Estaba claro que era un cadáver, porque flotaba

sin vida.

Cuando todo el mundo estaba estupefacto y horrorizado, se produjo un espectáculo aterrador. El cadáver levantó la mano, iarrastrando a la mujer al fondo del agua!

 


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Score 9.9
Status: Ongoing Released: 12/16/2023 Native Language: Spanish
Ocho Peculiares" by Lalia Alejos is a captivating novel that intricately weaves together the lives of eight peculiar characters, exploring the depths of their eccentricities and the interplay of their destinies in a rich narrative that transcends conventional storytelling boundaries.  

Read Ocho peculiares by Lalia Alejos

Detail Novel

Title: Read Ocho peculiares by Lalia Alejos
Publisher: Rebootes.com
Ratings: 9.3 (Very Good)
Genre: Romance, Billionaire
Language: Spanish    
 

Read Ocho peculiares by Lalia Alejos

Capítulo 1

Ciudad Lavanda, primera zona residencial; Mansión Juárez. Hoy era el festival de las linternas. Luces de colores estaban decoradas alrededor de la casa, dando un toque de calidez a la fría atmósfera de la Familia Juárez. De repente, un grito resonó por toda la mansión. —Ay. Seguido de un ruido sordo, ¡una mujer embarazada cayó por las escaleras! Todos se sorprendieron y corrieron hacia ella. Esteban Juárez, presidente de la Corporación Ador Juárez, preguntó rápido: —Débora, ¿estás bien? El rostro de la mujer palideció al ver la sangre fresca que le corría por las piernas. Horrorizada, respondió: —Esteban, me duele... Nuestro bebé... ¡Rápido, salva a nuestro bebé! La madame de la casa, Paula Andrade, presa del pánico, preguntó: —¿Qué sucedió?
Débora miró hacia lo alto de las escaleras con lágrimas en los ojos. Todos levantaron la vista y vieron a una niña, de unos tres años, de pie en lo alto de la escalera. Al ver la mirada de todos, abrazó con fuerza el conejo de juguete que tenía en los brazos, asustada. Ricardo Juárez rugió furioso: —¿Fuiste tú quien empujó a Débora? La niña hizo un berrinche. —No fui yo, y yo no... Mientras lloraba, Débora suplicó: —No... Papá, no es culpa de Liliana. Todavía es joven, y ella no quería... Sus palabras reafirmaron rápido que era culpa de Liliana. Los ojos de Esteban se oscurecieron, y ordenó de inmediato: —¡Enciérrenla en el ático! Me ocuparé de ella en cuanto regrese. El otro se apresuró a enviar a Débora al hospital mientras los sirvientes arrastraban a Liliana escaleras arriba. Incluso cuando se le cayó un zapato, mantuvo un rostro obstinado y no suplicó ni gritó pidiendo ayuda.

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