Read Ocho peculiares by Lalia Alejos Capítulo 158

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Capítulo 158 Viendo a Julieta

Dario estaba furioso, así que se limpió con una servilleta sin perder tiempo. Zacarias resopló y dijo enojado.

-Josué. o hiciste a propósito?

Josué no podía preocuparse por ellos, estaba tan conmocionado que su cuero cabelludo estaba entumecido.

-Yo… Yo, im*erda!

¿Por qué demonios era siempre él quien podia ver a los fantasmas?

Liliana agarró a Gema con una mano y a su madre con la otra, y le dijo:

-Hermana, siéntate rápido, ivamos a comer!

Luego le sirvió otro plato lleno, pidió al mayordomo que trajera una barrita de incienso, la encendió y la puso a un lado. La Familia Castellanos vio a Liliana con desconcierto.

-Liliana, ¿qué estás…?

Liliana clavó el cubierto directo en la comida y explicó:

-Después de encender el incienso y clavar el tenedor en la comida, mamá podrá comer.

La Abuela Castellanos estaba conmocionada.

-¡La niña nunca había hecho esto! No debería de comportarse así, aunque extrañe mucho a su madre.

La anciana se preocupó de repente y pellizcó en secreto a su marido, diciéndole que pensara rápido en una solución.

El Abuelo Castellanos preguntó:

-¿Por qué me pellizcas?

La Abuela Castellanos no sabia que decir.

-Em…

La familia quería decir algo, pero no se atrevían. Solo Antonio permaneció en silencio, tomó las alitas de pollo fritas picantes que más le gustaban a Julieta, pero que no podía comerse y las puso sobre el platón.

Julieta vio las alitas de pollo fritas, Juego a Antonio, a la Abuela Castellanos, al Abuelo Castellanos, a Eduardo… Sintió una inexplicable sensación de familiaridad y no pudo evitar las ganas de echarse a llorar.

-Gracias… —dijo en voz baja.

Liliana consoló a la silla a su lado:

-Mamá, siéntate aquí!

La niña estaba muy contenta. Habían venido a cenar los abuelos, mamá y papá, y también los tíos y los hermanos. Tortuga también estaba allí, Poli también estaba allí y tenían un nuevo amigo.

¡Qué alegria!»,

Liliana se alegro y dio un mordisco al gran muslo de pollo. Gema tomó los cubiertos y volvió a sentirse triste.

Liliana extraña mucho a su madre… Su familia también la cuida bien y no la exponen”.

Parecia que la Familia Castellanos era bastante cariñosa y ella solo estaba siendo demasiado paranoica. Cada uno comía de forma diferente. Solo Josué mantuvo la espalda erguida y no se atrevió a moverse. Sintiendo la multitud de fantasmas a su alrededor, estaba a punto de llorar…

Después de cenar, Liliana y Ana estaban jugando en el salón y junto a ellas estaba Gema, que estaba en cuclillas mientras le ataba el cabello a su muñeca. Comer juntos era sin duda una forma rápida de acercarse los unos a los otros. Gema ya no tenia miedo y jugaba con Liliana y Ana.

-Liliana, ven arriba, el tio tiene algo que decirte. -Antonio se acercó.

Liliana levantó la cabeza y dijo:

-¡Está bien!

Pablo dijo:

-Trae a tu madre… Por cierto, dile a Gema que no se vaya.

Gema estaba poseída por Julieta y su cuerpo también estaba adornado con bendiciones. Todos estos fantasmas frente a ella estaban aquí por esas bendiciones.

Estas bendiciones eran diferentes para los fantasmas. Estas pertenecían originalmente a Julieta. Si los fantasmas pudieran compartir estas luces doradas, no les iría tan mal en su próxima vida. Así que todos se quedaron viendo a Gema. Solo se le permitiría salir después de esta noche, de lo contrario no sería lo ideal para Gema.

Liliana asintió y le dijo a Gema:

-Hermana, no te vayas, quédate esta noche aquí.

Gema se quedó sin palabras:

-Eh?

Cuando el tio Julio se enteró, fue de inmediato a preparar una habitación de invitados para Gema. Sucedió que Luis fue a pedirle a Ana que practicara caligrafía, Ana le dio un abrazo a Gema y luego se fue corriendo.

iHermana, vamos, Ana te llevará a la habitación!

Así que Gema se quedó a pasar la noche. Liliana acompañó a Julieta escaleras arriba y Antonio siguió detrás, viendo con atención la manita doblada de Liliana.

Ast que ahora Julieta está a su lado?-.

Antonio sintió un ligero dolor en el corazón, pero no pudieron verse cuando se encontraron.

Josué vio

que

todos actuaban de forma extraña y de inmediato dijo:

-Yo también voy!

Liliana se detuvo un momento y luego vio a los fantasmas que rodeaban a Julieta y que iban en aumento.

La niña dijo:

-Primo, te aconsejo que no vengas.

Josué la escuchó y en el acto corrió escaleras arriba a por su cámara.

«Entendido, mi prima va a atrapar fantasmas otra vez, ¿no es cierto? Esta vez hay muchos fantasmas, ¿cuántas “x” y cuántas “y” hay?”.

Julieta vio hacia el segundo piso que se acercaba cada vez más, como si sintiera que algo la esperaba delante de ella, lo que la puso nerviosa, Solo había un tramo de escaleras, y sintió que había caminado

tanto.

Al final, en el segundo piso vio una habitación hasta el fondo del este. La puerta de aquella habitación estaba cerrada y Julieta pudo sentir que ya había pasado antes por aquel pasillo.

Liliana la jaló y dijo:

-Mamá, por aqui, mi habitación está por aquí.

Julieta recobró el sentido común y dijo:

-¿Ah? Bien.

Sin saber por qué, Gilberto insistió en seguirlas la última vez. Eduardo se quedó perplejo al ver cómo un grupo de chicos se amontonaron en la habitación de Liliana y de inmediato los siguió.

Josué volvió corriendo, con una cámara en la mano.

-¡Espérenme!

Eduardo le dio un golpe en la frente:

-Mocoso, ¿por qué te unes a la diversión?

Josué resopló:

-Van a necesitarme más tarde…

Mientras hablaba, preparó su cámara. Eduardo se mofó:

-¿Por qué tenemos que depender de ti para tomar fotos?

Antonio dijo con voz grave:

–Eduardo, Gilberto, no pregunten nada a partir de ahora, no importa lo que vean hoy, se les pudritá en el

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estómago, éme escuchan?

Gilberto dijo:

-De acuerdo.

Eduardo curvó los labios, qué otra cosa podía ver, solo había unos pocos en esta habitación, a menos que hubiera fantasmas… Entonces Antonio preguntó:

-Liliana… ¿está tu madre aquí?

Eduardo estaba perplejo.

-¿Cómo?

Liliana asintió:

¡Si! ¡Mamá está aquí! -Abrazo a Julieta-: Mamá, saluda rápido al tio.

Julieta se sentia impotente, no podía recordar nada. Después de llegar hoy con la Familia Castellanos, se dio cuenta de que este lugar le resultaba muy familiar y estaba muy ansiosa por saber qué estaba pasando.

La niña era como una pequeña adulta y le estaba enseñando a Julieta, que había perdido la memoria, a reconocer a la gente.

-Este es el tio mayor, madre, deberías llamarlo hermano. ¡Este es el tio pequeño, madre, debería llamarte hermano! Este es el tio Eduardo, madre…

La comisura de la boca de Eduardo se torció, se preguntó si su hermano mayor había perdido la cabeza para estar dispuesto a gastarle bromas a esta niña. Escucharon una voz familiar y brusca que sono de repente en la habitación.

-Ah, ya sé, es el quinto hermano?

Eduardo se alteró.

-¡Qué diablos!

-El quinto hermano… esa voz… iera la voz de Julieta?».

Eduardo se levantó sobresaltado.

Julieta…?

Vio a su alrededor con pánico. Se dio cuenta de que Gilberto se acercaba conmocionado a la grabadora de video y Antonio también veía el video. Se apresuró a seguirlo, solo para ver a una persona de pie junto a Liliana… lera Julieta!

-Esta… es en verdad Julieta! -Eduardo se puso nervioso-. ¡Imposible!

Las pupilas de Gilberto se contrajeron en un instante. Los dos hermanos sintieron que les zumbaba el cerebro, vieron a Liliana asombrados y luego voltearon a la cámara. En ese momento, sintieron que su comprensión de este mundo había sido alterada.

15

-Qué está pasando con exactitud?

 


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Score 9.9
Status: Ongoing Released: 12/16/2023 Native Language: Spanish
Ocho Peculiares" by Lalia Alejos is a captivating novel that intricately weaves together the lives of eight peculiar characters, exploring the depths of their eccentricities and the interplay of their destinies in a rich narrative that transcends conventional storytelling boundaries.  

Read Ocho peculiares by Lalia Alejos

Detail Novel

Title: Read Ocho peculiares by Lalia Alejos
Publisher: Rebootes.com
Ratings: 9.3 (Very Good)
Genre: Romance, Billionaire
Language: Spanish    
 

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Capítulo 1

Ciudad Lavanda, primera zona residencial; Mansión Juárez. Hoy era el festival de las linternas. Luces de colores estaban decoradas alrededor de la casa, dando un toque de calidez a la fría atmósfera de la Familia Juárez. De repente, un grito resonó por toda la mansión. —Ay. Seguido de un ruido sordo, ¡una mujer embarazada cayó por las escaleras! Todos se sorprendieron y corrieron hacia ella. Esteban Juárez, presidente de la Corporación Ador Juárez, preguntó rápido: —Débora, ¿estás bien? El rostro de la mujer palideció al ver la sangre fresca que le corría por las piernas. Horrorizada, respondió: —Esteban, me duele... Nuestro bebé... ¡Rápido, salva a nuestro bebé! La madame de la casa, Paula Andrade, presa del pánico, preguntó: —¿Qué sucedió?
Débora miró hacia lo alto de las escaleras con lágrimas en los ojos. Todos levantaron la vista y vieron a una niña, de unos tres años, de pie en lo alto de la escalera. Al ver la mirada de todos, abrazó con fuerza el conejo de juguete que tenía en los brazos, asustada. Ricardo Juárez rugió furioso: —¿Fuiste tú quien empujó a Débora? La niña hizo un berrinche. —No fui yo, y yo no... Mientras lloraba, Débora suplicó: —No... Papá, no es culpa de Liliana. Todavía es joven, y ella no quería... Sus palabras reafirmaron rápido que era culpa de Liliana. Los ojos de Esteban se oscurecieron, y ordenó de inmediato: —¡Enciérrenla en el ático! Me ocuparé de ella en cuanto regrese. El otro se apresuró a enviar a Débora al hospital mientras los sirvientes arrastraban a Liliana escaleras arriba. Incluso cuando se le cayó un zapato, mantuvo un rostro obstinado y no suplicó ni gritó pidiendo ayuda.

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