Read Ocho peculiares by Lalia Alejos Capítulo 133

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Capítulo 133 Una mala esposa arruina la familia

Al llegar a la escuela, Liliana descubrió que Raimundo, el chico con el que se había peleado el día anterior, estaba ausente. Una niña acercó su comida a la mesa de Liliana. Vio a Liliana con ojos alegres. Era la chica

que Raimundo le pateó la silla ayer.

a la

Liliana, eres increible! -La niña sonrió y dijo: Me llamo Mia. ¿Te acuerdas de mi?

Liliana asintió mientras masticaba su comida:

-isi!

Liliana tenia excelente memoria. Mia dijo emocionada:

¡Mi mama me dijo que Raimundo está en el hospital!

Liliana se sorprendió.

-¿Qué?

Mia se acercó a toda prisa y le dijo el rumor en voz baja.

-La abuela de Raimundo envió ayer un mensaje en el grupo de información de la clase, regañando al profesor y a la escuela. ¡Incluso insultó a tu papá! ¡Entonces, tu papá respondió!

Liliana se quedó perpleja ante esta noticia. La niña no estaba al tanto de esto porque el tio Antonio y su papa no se lo hicieron saber. Liliana preguntó con seriedad:

-¿Cómo lo sabes?

Mia respondió:

-Mami mencionó que la abuela de Raimundo incluso envió una foto de Raimundo en el hospital, y yo la

vi

Liliana se sorprendió.

¿Cómo?¡Está en el hospital por eso!».

Liliana estaba desconcertada. No puso mucha fuerza en la pelea, pero Raimundo fue ingresado en el hospital.

iJa! Raimundo es tan débil…..

Por otro lado, Mía estaba muy complacida. Raimundo le había puesto motes a Mía e incluso le había pellizcado el rostro antes. La niña le pidió a Raimundo que dejara de pellizcarle el rostro, pero cuanto más irritada estaba, más ganas parecía tener Raimundo de seguir haciéndolo.

Más tarde, Mia se lo contó a su madre y esta habló con la abuela de Raimundo. Mía nunca pudo olvidar aquel dia en que la abuela de Raimundo y su madre discutieron en la puerta del aula.

La abuela de Raimundo grito:

–Estás acusando a Raimundo de pellizcar el rostro de Mía, pero lo presenciaste tú misma? Tu hija, Mia, está mintiendo. ¿No está bien? Deja de hacer acusaciones falsas.

La madre de Mía dijo que era inapropiado que un chico pellizcara el rostro de una chica, esperando que a Raimundo le enseñaran a no hacerlo más.

De manera inesperada, la abuela de Raimundo espetó:

–Los niños estaban jugando de modo inocente. No los etiquetes con malas intenciones. Los niños pueden pellizcarse cuando juegan. ¡No hagas que el incidente suene fuera de proporción!

En ese momento, se había reunido mucha gente. Mía se sintió avergonzada y triste por esa razón. La situación insinuaba que la culpa era de Mía. La madre de la niña no tuvo otra opción que pedirle que se mantuviera alejada de Raimundo y que no jugara con él.

Ahora

que Liliana había vencido a Raimundo hasta el punto de hospitalizarlo, Mía creía que sus padres estaban muy contentos. La niña pensaba que Liliana era increible, considerando a Liliana como una super heroina por eso.

Cuando los demás niños escucharon la historia, empezaron a platicar sobre ella. Los niños hablaban de formas extrañas.

Mía anunció en voz alta:

-Raimundo es un niño travieso. Ahora que Liliana le dio una lección, eso hace que ella sea increíble. -La pequeña declaró-: ¡Liliana es la mejor!

Los demás niños repitieron:

-¡Es la mejor!

Mia añadió:

-¡La super heroína!

El resto de los niños continuó:

-¡La super heroina!

El segundo día de clase, Liliana reunió algunos admiradores gracias a ello. Sin embargo, la niña estaba desconcertada por cómo había sucedido. La pequeña no sabía la razón. Sin embargo, Liliana estaba encantada de reunir a cuatro amigos a su alrededor, que jugaban con ella la mayor parte del tiempo.

Por otro lado, algo pasó en el hospital. La abuela de Raimundo estalló de coraje en la consulta del médico.

-Mi nieto me dijo que tenía un dolor insoportable, pero usted no ha averiguado qué le pasa! ¡Es usted un médico incompetente!

El médico se quedó sin palabras. Para ese momento ya habia realizado una radiografia y una resonancia magnética. El especialista incluso le hizo un chequeo completo del cuerpo, incluidas todas las pruebas. posibles, como la tomografía computarizada y un análisis de sangre.

Al cluco no le pasaba nada. No tenía hemorragias internas, lesiones externas ni acumulación de liquido. pero si una rodilla un poco enrojecida.

Cahmese. Su nieto solo sufrió una herida leve. No se preocupe…

Sin previo aviso, la abuela de Raimundo levantó la voz:

-¿Qué esta diciendo? ¿Cómo puede ser eso una herida menor? ¿Cómo puede ser posible eso? Ha estado llorando, diciendo que le duele la rodilla. Le hizo todas esas pruebas tan caras y dice que no le pasa nada. Intenta engañarnos? Voy a denunciarlo ante la opinión pública.

El médico no supo qué responder. El pobre hombre no tuvo otra opción que escribir una vaga conclusión en el informe médico.

-Sospecha de lesión de ligamentos…

La abuela de Raimundo se mostró descontenta, pensando que los comentarios escritos eran demasiado ligeros.

En un momento exigió:

-Ya busqué en Internet y averigué que lo más probable es que mi nieto sufra una rotura de cartílago. ¡Anótelo!

Al médico le preocupaba que la abuela de Raimundo causara un grave disturbio en el hospital. Al mismo tiempo, el departamento de pediatría ya era uno de los más estresantes. El médico no tuvo más remedio que acceder.

No obstante, el médico añadió algunos detalles como descargo de responsabilidad. El informe médico decía:

Sospecha de lesión de ligamentos. Sospecha de rotura de cartílago. Se recomienda una revisión futura».

La abuela de Raimundo no estaba contenta, pero consiguió lo que quería. Más tarde, la anciana publicó el incidente en Internet. Afirmó que su nieto fue golpeado hasta el punto de ser hospitalizado y el médico. sospechó de una lesión de ligamentos y rotura de cartílagos.

La abuela de Raimundo se quejaba en el video:

-Mi nieto estaba bien cuando fue al jardín de niños por la mañana, pero volvió a casa lesionado. Hablé con los padres de la niña, pero me dieron una bofetada. ¡Mi nieto no provocó a nadie! Por accidente tocó el cabello del otro niño mientras hacia ejercicio, iy le pegaron por eso! La chica es violenta. Debe de ser por su padre. Golpea a cualquiera a la menor provocación y no se disculpa ni siquiera cuando los adultos están presentes. Es arrogante. Solo quería una disculpa. Como todos somos de la misma escuela, pensé que una simple disculpa bastaría, pero nunca esperé…

La abuela se secó las lágrimas frente a la cámara. Había un video de la hospitalización, un informe médico y escenas del nieto y la anciana llorando. La abuela de Raimundo incluso compró la campaña de anuncios para adquirir tráfico.

Esto provocó de inmediato la indignación de la opinión pública.

–Esto es indignante! ¡Dicen que los niños siempre siguen el comportamiento de sus padres! Cualquiera que dane a una persona mayor, es sin duda una mala persona.

He visto a muchos niños así. Tiran cosas y pegan a la gente a la menor insatisfacción. Todo es porque sus padres los malerian.

—illamen a la policíal Tenemos que darle una lección! ¡Aunque sea una niña, no la dejen salirse con la suya!

Se dice que un bebé que llora recibe el alimento. Los que no tienen vergüenza, a menudo reciben el mejor

trato.

Reacciones violentas ocurrieron en Internet, pero la mayoría de los espectadores no habían aprendido la lección. Llenos de justa indignación, exigieron una declaración de la escuela. La abuela de Raimundo estaba encantada con su ingenio.

La Familia Castellanos tuvo que actuar con cuidado ante la creciente atención que suscitaba el incidente.

Los padres de Raimundo llegaron al hospital poco después. Los dos siempre estaban ocupados y rara vez volvían a casa. Los padres solo se enteraron de la hospitalización de Raimundo después de que la abuela de este hablara de ello.

La madre de Raimundo se apresuró a decir:

-Suegra, ¿qué haces? ¿Sabes que son de la Familia Castellanos, la más rica de Terradagio?

La abuela de Raimundo resopló:

-¿Por qué debemos tenerles miedo? ¿Es porque son los más ricos? Nuestros antepasados eran incluso más ricos que ellos.

No obstante, la familia decayó más tarde. Después del matrimonio de la abuela de Raimundo, la familia empezó a caer en picada… De no ser por eso, iserían una familia influyente!

-¡Tenemos a la Familia Mendoza respaldándonos! Somos socios comerciales y tengo una sólida conexión con Juliana.

Sin importar nada más, la abuela de Raimundo consentía mucho a Raimundo y ella no podía soportar lo que había pasado.

La madre de Raimundo vio a su marido. El padre de Raimundo llevaba traje y su barriga cervecera empujaba los botones. Frunció el ceño y dijo con desdicha:

-¡Mi madre tiene razón!

Su hijo era lo más importante para él. Como su hijo ya estaba en el hospital, ¿debia la familia soportarlo? Su madre ya había dicho que el culpable golpeó primero. Puesto que la justicia estaba de su parte, ¿qué tendrian que temer?

 


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Score 9.9
Status: Ongoing Released: 12/16/2023 Native Language: Spanish
Ocho Peculiares" by Lalia Alejos is a captivating novel that intricately weaves together the lives of eight peculiar characters, exploring the depths of their eccentricities and the interplay of their destinies in a rich narrative that transcends conventional storytelling boundaries.  

Read Ocho peculiares by Lalia Alejos

Detail Novel

Title: Read Ocho peculiares by Lalia Alejos
Publisher: Rebootes.com
Ratings: 9.3 (Very Good)
Genre: Romance, Billionaire
Language: Spanish    
 

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Capítulo 1

Ciudad Lavanda, primera zona residencial; Mansión Juárez. Hoy era el festival de las linternas. Luces de colores estaban decoradas alrededor de la casa, dando un toque de calidez a la fría atmósfera de la Familia Juárez. De repente, un grito resonó por toda la mansión. —Ay. Seguido de un ruido sordo, ¡una mujer embarazada cayó por las escaleras! Todos se sorprendieron y corrieron hacia ella. Esteban Juárez, presidente de la Corporación Ador Juárez, preguntó rápido: —Débora, ¿estás bien? El rostro de la mujer palideció al ver la sangre fresca que le corría por las piernas. Horrorizada, respondió: —Esteban, me duele... Nuestro bebé... ¡Rápido, salva a nuestro bebé! La madame de la casa, Paula Andrade, presa del pánico, preguntó: —¿Qué sucedió?
Débora miró hacia lo alto de las escaleras con lágrimas en los ojos. Todos levantaron la vista y vieron a una niña, de unos tres años, de pie en lo alto de la escalera. Al ver la mirada de todos, abrazó con fuerza el conejo de juguete que tenía en los brazos, asustada. Ricardo Juárez rugió furioso: —¿Fuiste tú quien empujó a Débora? La niña hizo un berrinche. —No fui yo, y yo no... Mientras lloraba, Débora suplicó: —No... Papá, no es culpa de Liliana. Todavía es joven, y ella no quería... Sus palabras reafirmaron rápido que era culpa de Liliana. Los ojos de Esteban se oscurecieron, y ordenó de inmediato: —¡Enciérrenla en el ático! Me ocuparé de ella en cuanto regrese. El otro se apresuró a enviar a Débora al hospital mientras los sirvientes arrastraban a Liliana escaleras arriba. Incluso cuando se le cayó un zapato, mantuvo un rostro obstinado y no suplicó ni gritó pidiendo ayuda.

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