Read Ocho peculiares by Lalia Alejos Capítulo 26

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Capítulo 26 Activación del Tercer Ojo

Tania estaba orgullosa de Carolina desde que ella ganó el concurso nacional juvenil y fue seleccionada para formar parte del Consejo Nacional de Arte. A menudo lo mencionaba delante de extraños. Pensaba que Carolina era famosa y que Lorenzo, del Consejo Nacional de Arte, debía recordarla. Sin embargo, no esperaba que Lorenzo no reconociera a Carolina en absoluto. Tania no pudo evitar sonrojarse. Carolina era solo una niña. No pudo evitar preguntar:

-Señor Lara, ¿no está aquí para reclutar estudiantes?

-Sí. ¿Qué pasa?

-¿Entonces por qué no me recluta todavía? -preguntó Carolina.

Al escuchar eso, Lorenzo estaba confundido. Sin embargo, Tania estaba avergonzada.

-Lo siento, pequeña, pero acabo de aceptar a una estudiante -dijo Lorenzo de forma cortés.

Al escuchar eso, Tania se quedó sorprendida. Forzó una sonrisa y preguntó:

-¿Liliana?

Lorenzo asintió y no pudo evitar sonreír ante la mención de Liliana.

-¡Sí! ¡Liliana es una niña con mucho talento!

Después de decir eso, asintió y se fue. Tania no podía creerlo. No pudo evitar condenarlo.

-La Familia Castellanos en verdad gastó dinero…

Carolina estaba pasmada.

«¿Liliana se convirtió en alumna del Señor Lara?».

De repente, Carolina sollozó y salió corriendo. Odiaba a Liliana. Lorenzo vino aquí por ella, pero Liliana se lo llevó. Al ver eso, Tania se apresuró a alcanzarla.

Después de despedirse de Lorenzo, Liliana volvió a su habitación. Se dio una ducha y se puso pijama rosa con dos largas orejas de conejo, que le daba un aspecto muy lindo. Tocándole la frente, Beatriz le preguntó:

-¿Quieres que la abuela te acompañe a dormir?

Sujetando la colcha, Liliana negó con la cabeza.

-No hace falta. Puedo dormir sola.

Beatriz acarició el cabello de Liliana.

«Es tan independiente».

-Llama a la abuela si necesitas algo. Toca este timbre.

Liliana asintió y le dio las buenas noches a Beatriz Pablo se apoyó en la pared y se puso a reír. Recordó la escena de hace un momento en la que Lorenzo reclutó a Liliana como su alumna. Lorenzo le robó a su alumna.

-Oye, Tulipán, deja que te enseñe algo de magia. ¿Sabes magia? ¡Mira! Tatán! ¡Y puedes crear una bola de fuego! ¿O quieres aprender algo más?, ¿cómo lanzar un hechizo? Pero primero tienes que hacer la Activación del Tercer Ojo.

-¡No quiero aprender magia! Quiero aprender a dibujar con el Señor Lara. Eso es lo que un niño normal debería hacer.

-¿Qué? ¿Qué dijiste que debería hacer un niño?

-Comer, dormir, dibujar y jugar con Poli.

La habitación de Liliana estaba conectada con la habitación de al lado, la que estaba decorada como una selva tropical para Poli. Las habitaciones eran espaciosas, y existía una valla entre las dos habitaciones. Poli, que estaba a punto de dormirse, abrió de inmediato los ojos y dijo:

-¡Juega con Poli! ¡Juega con Poli!

Al escuchar eso, Liliana soltó una risita y recostándose en la cama fingió que la golpearon.

-Oh, estoy muerta.

¡Truaa! ¡Truaa!

La comisura de los labios de Pablo no pudo evitar levantarse.

“Si no fuera por el hecho de que Liliana tiene el potencial para aprender magia… No, si no se lo hubiera prometido a Julieta, de ninguna manera le rogaría a esta niña aquí».

Frotándose la nariz, Pablo dijo:

-Tulipán, olvidaste lo que dijo mami?

Cuando Liliana soñó con Julieta el otro día, ella le dijo a la niña que cuidara de la abuela y se fue. Liliana lloró de forma amarga cuando se despertó Pablo no tuvo más remedio que disfrazarse de Julieta para consolarla. Al mismo tiempo, se hizo pasar por Julieta y le dijo:

–Liliana, tu maestro es un buen hombre. Tienes que aprender magia de él. Con eso, podrás ver a mamá cuando quieras.

Liliana parpadeó e hizo un puchero.

-Amo, usted fue quien fingió ser mamá aquel día. Lo sabía.

-¿Cómo lo sabes?

Pablo se quedó de piedra. Liliana lo miró y dijo:

-¡Sus pies! ¡Los pies de mamá no son tan grandes! ¡Tonto!

Al escuchar eso, Pablo se quedó sin habla.

«¡No puede ser! ¿Cómo cometí un error tan estúpido?».

Justo cuando Pablo seguía pensando en los errores que cometió, Liliana preguntó de

repente:

-Maestro, ¿de verdad puedo ver a mamá sí sé magia?

Liliana estaba recostada en la cama, agarrada a la esquina de la colcha. Parecía seria.

-¡Por supuesto!

Al escuchar eso, Liliana se incorporó con rapidez y dijo:

-De acuerdo. Aprenderé magia con usted.

«Olvidalo. El maestro parece más tonto que Poli. ¡Debería perdonarlo!».

Resultó que Liliana no estaba contenta cuando Pablo desapareció después de dejar la pulsera roja. Sin embargo, decidió perdonarlo ahora. Pablo estaba sorprendido. Aún no se le ocurría qué enseñarle a Liliana. Al final, decidió engañarla primero.

-Liliana, empecemos con la Activación del Tercer Ojo. Todo el mundo nace con el Tercer Ojo, pero algunas personas pueden activarlo y otras no.

Uno podría ver algo que la gente común no podía cuando se activaba el Tercer Ojo. Esa era la razón por la que algunos bebés lloraban sin explicación, pero a otros no les afectaba en absoluto. Sin embargo, a medida que uno crecía, el Tercer Ojo desaparecía. Sin embargo, algunas personas eran especiales. El Tercer Ojo no desaparecía en absoluto. Solo se cerraba de forma temporal.

-Tulipán, tu Tercer Ojo no desapareció. Puedes verme si lo abres,

Liliana jadeó con los ojos muy abiertos. Se tocó la frente y dijo:

-No quiero abrir mi Tercer Ojo. No quiero tener tres ojos. ¡Eso es feo!

Al escuchar eso, Pablo se quedó con la boca abierta.

¿Cómo? ¿Feo?».

-El Tercer Ojo no se verá en tu rostro. Está escondido entre tus dos ojos.

Liliana soltó un suspiro de alivio.

-¡Uf! Así está mejor.

-Vamos, repite después de mí. Concéntrate en tu respiración y pala, pala… Concéntrate en tu respiración y pala, pala…

De repente, Pablo decidió hacerle una broma.

-Puja y pedorrea -dijo.

Liliana repitió obediente:

-¡Puja y pedorrea!

Mientras hablaba, se tiró un pedo. Pablo no pudo evitar una sonrisa de satisfacción.

¡Qué gracioso!».

Sin embargo, Liliana seguía cerrando los ojos.

-Maestro, ¿por qué no puedo ver nada todavía?

-Bueno, no es tan fácil. Vi uno que tardó cuarenta y nueve días…

Justo entonces, Liliana abrió los ojos. Una luz púrpura le iluminó los ojos y vio una figura blanca en la habitación. Pablo estaba apoyado en el armario y se limpiaba la oreja.

-No te precipites. Creo que tienes que esperar cuarenta y nueve días….

Mientras hablaba, se llevó el dedo de la oreja a la nariz y olfateó. Liliana parpadeó y preguntó:

-Maestro, ¿por qué te hueles el cerumen de la oreja?

-¿Qué? Yo no… ¡Espera! ¿Me viste?


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Score 9.9
Status: Ongoing Released: 12/16/2023 Native Language: Spanish
Ocho Peculiares" by Lalia Alejos is a captivating novel that intricately weaves together the lives of eight peculiar characters, exploring the depths of their eccentricities and the interplay of their destinies in a rich narrative that transcends conventional storytelling boundaries.  

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Detail Novel

Title: Read Ocho peculiares by Lalia Alejos
Publisher: Rebootes.com
Ratings: 9.3 (Very Good)
Genre: Romance, Billionaire
Language: Spanish    
 

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Capítulo 1

Ciudad Lavanda, primera zona residencial; Mansión Juárez. Hoy era el festival de las linternas. Luces de colores estaban decoradas alrededor de la casa, dando un toque de calidez a la fría atmósfera de la Familia Juárez. De repente, un grito resonó por toda la mansión. —Ay. Seguido de un ruido sordo, ¡una mujer embarazada cayó por las escaleras! Todos se sorprendieron y corrieron hacia ella. Esteban Juárez, presidente de la Corporación Ador Juárez, preguntó rápido: —Débora, ¿estás bien? El rostro de la mujer palideció al ver la sangre fresca que le corría por las piernas. Horrorizada, respondió: —Esteban, me duele... Nuestro bebé... ¡Rápido, salva a nuestro bebé! La madame de la casa, Paula Andrade, presa del pánico, preguntó: —¿Qué sucedió?
Débora miró hacia lo alto de las escaleras con lágrimas en los ojos. Todos levantaron la vista y vieron a una niña, de unos tres años, de pie en lo alto de la escalera. Al ver la mirada de todos, abrazó con fuerza el conejo de juguete que tenía en los brazos, asustada. Ricardo Juárez rugió furioso: —¿Fuiste tú quien empujó a Débora? La niña hizo un berrinche. —No fui yo, y yo no... Mientras lloraba, Débora suplicó: —No... Papá, no es culpa de Liliana. Todavía es joven, y ella no quería... Sus palabras reafirmaron rápido que era culpa de Liliana. Los ojos de Esteban se oscurecieron, y ordenó de inmediato: —¡Enciérrenla en el ático! Me ocuparé de ella en cuanto regrese. El otro se apresuró a enviar a Débora al hospital mientras los sirvientes arrastraban a Liliana escaleras arriba. Incluso cuando se le cayó un zapato, mantuvo un rostro obstinado y no suplicó ni gritó pidiendo ayuda.

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