Read Ocho peculiares by Lalia Alejos Capítulo 218

Read Ocho peculiares by Lalia Alejos Capítulo 218

Capitulo 218 Juro que Beatriz no pudo levantarse

El director Ian iba a marcharse, pero al final no pudo dejarlo pasar y estuvo debatiendo con los médicos más jóvenes.

Pasaron cinco minutos.

Pasaron diez minutos.

Beatriz seguía hablando con Liliana; la mayor parte del tiempo era Liliana hablando de cosas interesantes de la guardería mientras escuchaba.

La mirada de los médicos era un poco extraña.

-¿No dijiste que se volvería loca en cinco minutos?

-Todavia está bien….

Fue una bofetada en la cara, ¿no?

La cara del viejo Director experto lan de repente se volvió demasiado fea, iy no pudo salir con gracia en absoluto!

Argumentó enérgicamente:

-Es una situación muy anormal, todo el mundo debería prestar atención.

Todos los médicos se rascaban los dedos de los pies avergonzados. No podían decir gran cosa debido a la reputación del viejo experto, así que se limitaron a asentir en varias ocasiones.

Sin embargo, ia la niña no le importaba tanto!

¡Podía decir lo que quisiera!

Liliana preguntó directamente:

-Viejo, mi abuelita está bien, lo que significa que todo lo que has dicho está mal.

El director Ian reprimió su ira:

-¡La anciana está bien ahora, pero eso no significa que vaya a estarlo después!

El estaba triste y Liliana aún más. Le dijo:

-Señor, iesperas que la situación de mi abuelita sea mala?

El director fan se apresuró a decir:

-Tonterias! ¿Cómo podria esperar que la anciana estuviera mal? En cuestiones médicas, ies muy común estar bien ahora, pero requerir un rescate de emergencia en el segundo siguiente!

De hecho, sólo él sabia con claridad que eso no era cierto.

Liliana dijo:

Sin embargo, lo que has dicho está mal.

Tu qué sabes? ¿Sabes lo que es la medicina? Si lo que yo he dicho está todo mal, identonces podría estar bien lo que tu, una niña pequeña, dice?!

Con ojos firmes, Liliana asintió y dijo:

-¡Sí, eso es!

Director Ian:

Liliana:

-¿Hay algún problema?

Director Ian:

Liliana:

-Al menos yo pude hacer que la abuelita se pusiera de pie, viejo experto, tú no puedes.

El director Ian se rio a los cuatro vientos:

-¡Absurdo! Si pudieras hacer que Beatriz se levantara, te reverenciaría como mi antepasado sin importar la generación.

¿Contenta?».

Liliana se sorprendió y se negó:

-No, no quiero ningún regalo tuyo.

Hmph, este viejo es muy malo».

No sólo no podía curar a la abuela, sino que decía tonterías.

¡Incluso quería engañarla a cambio de regalos!

¡Estaba bien que la engañara por bocadillos, pero no por regalos!

Tal vez Liliana estaba preocupada, inconscientemente cubrió la cartera que llevaba en los brazos.

Director lan

Todos contuvieron la risa, aguantándola demasiado.

Salvo el médico que atendía a Beatriz, la mayoría de los que venían a hacer la ronda eran jóvenes residentes o internos.

En ese momento, todos fingieron tomar notas en sus cuadernos…

decenas de articulos, ino parecía tan autorizado como imaginaban!

El director lan estaba avergonzado, así que sólo pudo apretar los dientes y aguantar, mirando a Gilberto… Esperando a que Gilberto le ayudara.

Después de todo, habían cuidado de Beatriz estos últimos años, ly eran amables con la familia Castellanos!

Otros que no estudiaron mediciña tal vez no podrían apreciarlo, pero Gilberto debería entender lo mucho que han contribuido, ¿no?

Sin embargo, Gilberto dijo:

Director Ian, vuelva y descanse, yo cuidaré bien de mi madre, no se preocupe.

El Director Ian se enfadó de repente.

Por lo general era dificil que otras personas lo invitaran, así que Beatriz ya tenia el honor de tenerlo cerca, ¿ahora Gilberto en verdad le pedia que se fuera?

-Si no escuchas los consejos, tarde o temprano sufrirás.

Soltó la frase, le estrechó la mano con enfado y se marchó.

Liliana murmuró:

-Vete, no vuelvas más.

Sin embargo… El director lan volvió durante las rondas nocturnas. A su lado había un ayudante, con algo en la mano, como si estuviera a punto de volver.

Al ver a Beatriz medio acostada y al Señor Castellanos dándole de comer liquido, volvió a fruncir el ceño y dijo:

-¿Por qué le das de comer ya? La anciana es mayor y se recupera con lentitud. Es mejor que coma

mañana.

Liliana sostenía un pequeño ventilador para enfriar la sopa de pescado y carne, y dijo:

-La abuela tiene hambre, y necesita comer cuando tiene hambre.

Director Ian:

-iTonterías! Beatriz se había sometido a una operación tan importante, i¿qué pasa si tiene una reacción después de comer?!

Además, debe hacer ejercicio de inmediato en cuanto se recupere y salga del hospital. Cuanto antes haga ejercicio, imás probabilidades tendrá de ponerse de pie! Espero que puedas escucharla, y no dejes que una niña que ho entiende nada arruine a Beatriz. -Hizo una pausa y añadió-: La Señora Castellanos es una paciente de la que me ocupo desde hace cinco años. Se lo digo de manera responsable. Si fuera otra persona, me habría marchado hace tiempo.

Todos en la familia Castellanos:

El director lan continuó:

Soy una persona directa, qué quieres que te diga, creo que no deberias malcriar a la niña, ¿podría ser responsable si algo sale mal?

Liliana abrió la boca y vio al anciano de barba gris.

¿Por qué ese viejo siempre le hacia tener ganas de contestarle cuando hablaba? Oh, itambién éra como el hermano Josué… ¿Cuál era la palabra otra vez, rebelde?

Liliana se sintió culpable porque pensó que era rebelde y dijo sin fuerza:

-Yo… podría asumir la responsabilidad.

El viejo experto se mofó, se atrevió a decir que ella era la responsable, aunque no creyera en sí misma.

La joven hija de la familia Castellanos estaba en verdad mimada.

Al contrario, hoy ha sido tan concienzudo que la familia Castellanos se lo agradecerá en el futuro.

El director Ian iba a seguir diciendo algo, pero Gilberto dejó el portapapeles, frunció el ceño y dijo:

-Director Ian, yo seré responsable de mi madre.

Antonio también levantó la cabeza de la pantalla del ordenador:

-No se preocupe.

Eduardo pelaba la fruta mientras fulminaba con la mirada:

-¡Nunca le deseé algo mejor a mi madre!

El rostro del viejo Señor Castellanos era solemne:

-Director Ian, sí que lo molesté en el pasado, pero no es que nuestra Liliana no lo entienda todo.

La voz de Beatriz era débil:

-Creo en Liliana.

Director lan:

-¿…?

¿Qué pasaba con la familia Castellanos?

Resultó que después de que el director lan se marchara por la tarde, Antonio y Eduardo fueron uno tras

otro.

Liliana dijo con sinceridad que podía hacer que la abuelita se pusiera de pie, y que ya había estado ayudando a la abuelita a masajearse las piernas, sólo faltaba la acupuntura.

También dijo que sin duda dejaría que la abuelita se levantara y bailara en la pista de baile.

Eduardo no estuvo de acuerdo al principio, el señor Castellanos y Gilberto dudaron, pero Antonio. Arectamente, diciendo que creia en Liliana.

Beatriz pensó en el maestro junto a Liliana… Y asintió en silencio.

¿Y qué si su pequeña la curaba? A ella le gustaría, no era mucho mejor en el pasado de todos modos.

Asi, la familia llegó a un consenso de esta manera…

Sólo entonces mostraron unidad.

El director Ian vio que todos los miembros jóvenes y viejos de la familia Castellanos eran ignorantes como la niña, y sintió que había dado al algodón un puñetazo completamente inútil, y se sintió demasiado deprimido.

-Tú… ioh! -Agitó las manos apenado.

Deben tener claro que cuidó, de Beatriz en los últimos cinco años en su residencia. El éxito actual de Beatriz y su capacidad para ponerse de pie fueron el resultado de sus esmerados cuidados y tratamientos, ¿de acuerdo?

Ahora la caída de Beatriz no fue causada por él, ipor qué cambiaron todos de postura!

¡Ingratos!

-De acuerdo, no nos importará Beatriz a partir de ahora, ihagan lo que quieran!

El director Ian dijo eso a la fuerza, giró la cabeza y se fue con cara dura.

Antonio bajó un poco los ojos y le dijo a Carlos:

-Liquida las facturas de la residencia.

-Además, retira el plan de inversiones y donaciones para la residencia de ancianos de lan Campos.

Director lan que no había ido muy lejos:

-ji!!

 


Read Ocho peculiares by Lalia Alejos

Read Ocho peculiares by Lalia Alejos

Score 9.9
Status: Ongoing Released: 12/16/2023 Native Language: Spanish
Ocho Peculiares" by Lalia Alejos is a captivating novel that intricately weaves together the lives of eight peculiar characters, exploring the depths of their eccentricities and the interplay of their destinies in a rich narrative that transcends conventional storytelling boundaries.  

Read Ocho peculiares by Lalia Alejos

Detail Novel

Title: Read Ocho peculiares by Lalia Alejos
Publisher: Rebootes.com
Ratings: 9.3 (Very Good)
Genre: Romance, Billionaire
Language: Spanish    
 

Read Ocho peculiares by Lalia Alejos

Capítulo 1

Ciudad Lavanda, primera zona residencial; Mansión Juárez. Hoy era el festival de las linternas. Luces de colores estaban decoradas alrededor de la casa, dando un toque de calidez a la fría atmósfera de la Familia Juárez. De repente, un grito resonó por toda la mansión. —Ay. Seguido de un ruido sordo, ¡una mujer embarazada cayó por las escaleras! Todos se sorprendieron y corrieron hacia ella. Esteban Juárez, presidente de la Corporación Ador Juárez, preguntó rápido: —Débora, ¿estás bien? El rostro de la mujer palideció al ver la sangre fresca que le corría por las piernas. Horrorizada, respondió: —Esteban, me duele... Nuestro bebé... ¡Rápido, salva a nuestro bebé! La madame de la casa, Paula Andrade, presa del pánico, preguntó: —¿Qué sucedió?
Débora miró hacia lo alto de las escaleras con lágrimas en los ojos. Todos levantaron la vista y vieron a una niña, de unos tres años, de pie en lo alto de la escalera. Al ver la mirada de todos, abrazó con fuerza el conejo de juguete que tenía en los brazos, asustada. Ricardo Juárez rugió furioso: —¿Fuiste tú quien empujó a Débora? La niña hizo un berrinche. —No fui yo, y yo no... Mientras lloraba, Débora suplicó: —No... Papá, no es culpa de Liliana. Todavía es joven, y ella no quería... Sus palabras reafirmaron rápido que era culpa de Liliana. Los ojos de Esteban se oscurecieron, y ordenó de inmediato: —¡Enciérrenla en el ático! Me ocuparé de ella en cuanto regrese. El otro se apresuró a enviar a Débora al hospital mientras los sirvientes arrastraban a Liliana escaleras arriba. Incluso cuando se le cayó un zapato, mantuvo un rostro obstinado y no suplicó ni gritó pidiendo ayuda.

Comment

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Options

not work with dark mode
Reset