Read Ocho peculiares by Lalia Alejos Capítulo 185

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Capítulo 185 Siempre hay alguien para provocar conflictos

Fuera de la mansión de los Castellanos, los padres de la chica que saltó del edificio lloraban y rodaban por el suelo.

-Mi niña. Van a pagar por mi niña.

-ilos ricos son crueles y no les importa la vida de una chica pobre!

Aparte de los padres de la chica, también habia parientes de su familia gritando.

Julio salió y funció el ceño:

Siento su pérdida. Pero esto no tiene nada que ver con la Familia Castellanos, ivayanse, por favor!

La familia de la chica se quedó desconcertada.

-¿Qué quieres decir? Mataron a nuestra hija, y se van a quedar ahi sentados sin hacer nada al respecto?

Otros también exclamaron:

-¿No tienen piedad?

-¿Cómo que no tiene nada que ver con ustedes? ¿No es demasiado irrazonable?

Julio se calmó y analizó la situación.

-Entonces, puedo preguntar si su hija ha contactado alguna vez con alguien de nuestra familia?

Los padres de la niña permanecieron en silencio. Eso significaba que no lo había hecho.

Buscaron en su diario, teléfono y redes sociales, pero no pudieron ver una respuesta de Jonás, ni siquiera una respuesta del equipo de apoyo oficial.

Jonás era una estrella, ¿cómo iba a ponerse en contacto con él una persona común y corriente?

-Pero mi hija murio por culpa de Jonás!

El padre de la chica que salto del edificio apretó los dientes con dolor e indignación en el rostro.

Julio lo miró y pregunto:

-Perdone, acaso el Señor Leo le dijo que saltara de un edificio? ¿Llamó al Señor Leo antes de saltar?

Los padres de la chica guardaron silencio. Si ella no tenia su contacto, ¿cómo podía relacionarse con Jonás? Estaban siendo irracionales.

Julio volvió a preguntar:

-Nada? Se reunió con el Señor Leo? ¿Tenía una relación con él?

Los padres de la chica volvieron a quedarse sin decir nada.

1/4

Julio se rio:

-Los dos ni siquiera interactuaron en línea y ni siquiera se conocen en la vida real. ¿Cómo podría nuestra familia ser responsable de la muerte de su hija?

Si se hubiera caído y muerto en la carretera, ¿deberían culpar al gobierno municipal?

Si se hubiera ahogado en el rio, ¿deberían culpar al agua por no fluir en la otra dirección?

Si se hubiera asfixiado con comida, ¿habría que culpar al agricultor por cultivar las verduras?

Estas palabras parecian sin sentido, pero cuando se trataba de gente sinvergüenza, no podían permitirse dudar o ceder. De lo contrario, les harian más daño.

El padre de la chica rompió la botella de agua mineral que tenía en la mano y dijo en voz alta:

-¿De qué sirve hablar tanto? Mi hija ya está muerta. No es tu hijo el que murió, ¿es que tus hijos no lo

saben?

Las palabras tus hijos de inmediato hicieron que la mirada de Julio se volviera fría.

El grupo de parientes parloteó:

-Solo quieren escapar de la responsabilidad.

Si nuestra hija no hubiera estado persiguiendo estrellas, ¿estaría obsesionada con los fantasmas? Si no hubiera sido por el Señor Leo, que ponía esas fotos y videos en Internet todo el día, ¿estaría obsesionada con los fantasmas? Si no estuviera obsesionada con los fantasmas, habria saltado de un edificio?

-¡Sí, sí, es su responsabilidad!

-¡Dile a Jonás que salga! ¿Cómo puede seducir a la gente y no asumir la responsabilidad cuando pasa algo? ¡Qué cobarde!

Los familiares de la chica se enfadaron y empezaron a tirar cosas, rompiendo las macetas y los adornos de la mansion de los Castellanos.

En la habitación, Jonás miró el sistema de seguridad para ver lo que ocurría en la puerta y no pudo evitar fruncir el ceño. ¿Cómo se había filtrado la dirección de su familia? ¿Cómo pudieron encontrar la mansión de los Castellanos?

Jonás se masajeó la sien y no encontró explicaciones. Estaba seguro de que nunca le había dicho a nadie su dirección, incluso había escrito la dirección de su apartamento en sus contratos.

Jonás solo dijo:

-De acuerdo.

Y luego colgó.

-Tienes tres segundos, ite atreves a quedarte aquí más tiempo?

En la puerta de la Mansión Castellanos, Julio sacó su teléfono y llamó a la policía.

2.4

-Hola, novecientos once? Un grupo de acosadores vino a nuestra casa a causar problemas y destrozaron una macera valorada en cinco millones, una decoración valorada en cuatro millones y una rosa valorada en seis millones en nuestra puerta.

La multitud guardó silencio por un momento.

Julio echó un vistazo y dijo:

-También hay una maceta de flores de cactus importada, valuada en diez millones y están a punto de destrozarla.

Un hombre quiso aplastar el cactus, pero lo bajó con cara de incredulidad.

¿Este cactus vale diez millones?-.

Habia cactus por todas partes, ¡y nunca habían visto uno que valiera más de mil!

Todos se enfadaron, pero no se atrevieron a destrozarlo. Se hartaron de intimidar y expusieron su dirección de una vez para dejar los demás los mataran.

-¡A ver si tienen miedo!..

Julio colgó el teléfono y de inmediato hizo otra llamada.

-Hola, habla el Señor Sifuentes? Alguien filtró nuestra dirección y se la vendió a diecisiete personas. Si no recuerdo mal, es un delito de violación de datos personales, ¿verdad? Bueno, demándelo de mi parte, ia nuestra familia no le falta dinero!

-¿Causó pérdidas económicas? Sí, hizo perder a nuestra familia cinco millones al romper macetas, cuatro millones por la decoración colgante y seis millones por la destrucción de las rosas, en total quince millones.

-¿Sentencia? ¿De tres a siete años? Hay cinco hijos menores de edad en nuestra familia. Amenazaron la seguridad de nuestros cinco hijos. No nos atrevemos a llevar a nuestros hijos a la escuela, lo que retrasa mucho su desarrollo. Así que, por favor, idemándalo por más de siete años!

Los alborotadores guardaron silencio. Estuvieron a punto de estallar, ¿cómo podian no enviar a sus hijos a la escuela? ¡Estaba mintiendo!

-Tu…

El padre de la chica dijo con rabia:

-¿Nos estás amenazando?

Julio colgó el teléfono y preguntó sin comprender:

No pretendo amenazarlos, solo digo la verdad! ¿Tienes algo más que añadir?

-Vaya broma, algún plan debe tener bajo la manga para poder ser el mayordomo de la Familia Castellanos».

Julio miró con odio al grupo de provocadores Todos guardaron silencio.

3.4

La madre de la chica se desmayó en el acto y gritó:

-Oh, mi Karla murió de forma tan lamentable!

-Dios no es justo, mató a alguien.

Su hija estaba muerta y a la Familia Castellanos no le importaba. Además, querían demandarlos. ¡Qué poco razonables!

Justo cuando estaban gritando, llegó la policía.

-¿Quién está causando problemas?

Los familiares de la chica que saltó del edificio los vieron y se retiraron.

El padre de la chica estaba angustiado:

-¡Se supone que los funcionarios deben ayudar a la gente y no por dinero! No les importa que hayan matado a nuestra hija. ¿Cuánto les pagaron?

Los policías estaban atónitos y confusos porque los veían como algo desagradable cuando llegaban.

Un policía frunció el ceño y dijo:

-Ya hay más de tres personas causando problemas y ya llamaron a la policia. Por favor, váyanse.

Sin esperarlo, todos los provocadores se quedaron atónitos:

-¡No nos iremos hasta que nos den una explicación hoy mismo!

Eran tantos que era imposible atraparlos a todos. La ley no toleraba a la gente que provocaba problemas.

El oficial de policía ordenó en voz alta:

-¡Arréstenlos!

De inmediato se acercaron unos cuantos policías detrás de él, se oyeron unos chasquidos y arrestaron a la multitud.

Todo el mundo se quedó en silencio.


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Score 9.9
Status: Ongoing Released: 12/16/2023 Native Language: Spanish
Ocho Peculiares" by Lalia Alejos is a captivating novel that intricately weaves together the lives of eight peculiar characters, exploring the depths of their eccentricities and the interplay of their destinies in a rich narrative that transcends conventional storytelling boundaries.  

Read Ocho peculiares by Lalia Alejos

Detail Novel

Title: Read Ocho peculiares by Lalia Alejos
Publisher: Rebootes.com
Ratings: 9.3 (Very Good)
Genre: Romance, Billionaire
Language: Spanish    
 

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Capítulo 1

Ciudad Lavanda, primera zona residencial; Mansión Juárez. Hoy era el festival de las linternas. Luces de colores estaban decoradas alrededor de la casa, dando un toque de calidez a la fría atmósfera de la Familia Juárez. De repente, un grito resonó por toda la mansión. —Ay. Seguido de un ruido sordo, ¡una mujer embarazada cayó por las escaleras! Todos se sorprendieron y corrieron hacia ella. Esteban Juárez, presidente de la Corporación Ador Juárez, preguntó rápido: —Débora, ¿estás bien? El rostro de la mujer palideció al ver la sangre fresca que le corría por las piernas. Horrorizada, respondió: —Esteban, me duele... Nuestro bebé... ¡Rápido, salva a nuestro bebé! La madame de la casa, Paula Andrade, presa del pánico, preguntó: —¿Qué sucedió?
Débora miró hacia lo alto de las escaleras con lágrimas en los ojos. Todos levantaron la vista y vieron a una niña, de unos tres años, de pie en lo alto de la escalera. Al ver la mirada de todos, abrazó con fuerza el conejo de juguete que tenía en los brazos, asustada. Ricardo Juárez rugió furioso: —¿Fuiste tú quien empujó a Débora? La niña hizo un berrinche. —No fui yo, y yo no... Mientras lloraba, Débora suplicó: —No... Papá, no es culpa de Liliana. Todavía es joven, y ella no quería... Sus palabras reafirmaron rápido que era culpa de Liliana. Los ojos de Esteban se oscurecieron, y ordenó de inmediato: —¡Enciérrenla en el ático! Me ocuparé de ella en cuanto regrese. El otro se apresuró a enviar a Débora al hospital mientras los sirvientes arrastraban a Liliana escaleras arriba. Incluso cuando se le cayó un zapato, mantuvo un rostro obstinado y no suplicó ni gritó pidiendo ayuda.

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