Read Ocho peculiares by Lalia Alejos Capítulo 183

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Capítulo 183 Ve al fantasma

Jonas abrió los ojos y sus pupilas se contrajeron. No sabía que a su lado dormia una mujer. Tenía la cara. muy pálida y un aspecto un poco extraño. Sus ojos estaban fijos en él y le tocaba la cara con el cabello,

Al verlo despertar, la mujer sonrió:

Estás despierto.

Jonás saltó como un resorte, inunca se había sorprendido tanto!

-¿Quién eres? -gritó.

Aunque estaba desconcertado, intentó no pensar que era un fantasma. Lo seguían demasiados paparazzi. Era normal que abrieran la puerta cuando se alojaba en un hotel.

Sin embargo, en ese momento, esa mujer había sido la única que abrió la puerta y estaba acostada a su lado. Le daba miedo pensar en eso.

El fantasma femenino se levantó despacio, se sentó en la cama y se quitó la ropa, dejando al descubierto. sus hombros redondos. Dijo con timidez:

-El tiempo es algo valioso, pero esta noche, soy tuya.

Jonas se quedó helado. Ignoró los escalofríos y dijo con firmeza:

-¡Fuera!

La mujer fantasma se levantó resentida, con un gesto de queja en el rostro.

-¿Qué pasa, Jonás?

Continuó diciendo:

-Estoy muerta por tu culpa. Ya doy lástima, ino puedes sentir lástima por mi?

Jonás frunció el ceño, sintiendo que esa mujer acosadora tenía algunos problemas mentales.

Como ella llevaba una falda larga, él seguía sin notar nada raro, hasta que ella flotó directo por la cama frente a él, sus pies no tocaban el suelo y los dedos de sus pies colgaban.

Jonás se sorprendió.

-¡Es un fantasma!».

Estaba entumecido, y de pronto pensó en la historia de fantasmas que le había contado Liliana antes de acostarse. ¿Era posible atraer fantasmas si la cama no estaba llena?

El fantasma femenino levantó la cabeza y lo miró obsesionada:

-¿Por qué no hablas, Jonás? He sido tu fan antes de que debutaras, ino te acuerdas de mi?

El corazón de Jonás latía como un caballo desbocado, ¿cómo podía acordarse? No se acordaba de nada.

1.4

Aunque la gente decía que era un canalla, nunca se relacionaba con sus fans. Y mucho menos interactuaba con sus fans en privado.

El chico de oro de la industria del cine ni siquiera se puso los zapatos, huyó tan rápido como pudo con su teléfono y sus llaves.

Corrió a toda prisa, el hotel estaba muy tranquilo y él era el único que corría por el pasillo. Pero por muy rápido que corriera, el fantasma seguía flotando a su lado.

-¿Por qué corres tan rápido, Jonás? ¿Me tienes miedo?

El fantasma femenino se volvió más resentido.

Jonás subió al ascensor y subió al primer piso.

El director del hotel vio salir a toda prisa a alguien en pijama. Se levantó y dijo:

-Hola, señor.

Jonás había desaparecido. El encargado del vestíbulo se quedó perplejo.

Jonas estaba trabajando en otro país a miles de kilómetros en el sur. Voló de regreso a la mansión de la Familia Castellanos durante la noche.

Por la mañana, una capa de niebla envolvia la ciudad. Los ojos de Jonás estaban muy rojos y el fantasma lo siguió todo el camino. Pensó que al menos desaparecería algunas horas cuando saliera el sol. Sin embargo, no esperaba que siguiera allí.

-¿Los fantasmas pueden salir de día?-..

Jonás sintió que las películas y series de televisión que había grabado antes le habían mentido.

Tras regresar por fin a la mansión de los Castellanos, a Jonás ya no le importaba su imagen de idolo y corrió hacia el edificio principal.

-iLiliana!-gritó.

La Señora Castellanos controló la silla de ruedas y bajó del segundo piso. Vio a un hombre con el cabello desordenado, vestido con pijama. Casi podia verle debajo de su ropa.

Nunca pensó que la persona que tenia delante fuera su hijo, después de todo, Jonás no solia scr asi.

La Señora Castellanos tembló de miedo y se levantó.

-Ayuda! ¡Ayuda!

iSe metió un exhibicionista!”.

La Señora Castellanos estaba sorprendida y enfadada. El exhibicionista llevaba el pijarna puesto, čiba a levantarle la ropa? Ella era solo una anciana, iél estaba loco!

Jonás se quedó desconcertado por un momento y enseguida se dio cuenta de que la Señora Castellanos se habia levantado. Dijo asombrado:

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-Mamá, tu…

La Señora Castellanos se quedó perpleja.

-Jonás?

Jonás dijo:

-Mama, ino me reconociste?

La Señora Castellanos permaneció en silencio. No lo reconoció sin ropa.

La Señora Castellanos no pudo evitar poner los ojos en blanco, se sentó en la silla de ruedas y dijo:

-¿Por qué estás así? Es como si te persiguiera una bestia.

Jonás se olvidó un poco del fantasma y le señaló los pies:

-Mamá, te acabas de levantar.

La Señora Castellanos balbuceó mientras controlaba la silla de ruedas para salir:

-Qué tontería. Sabes que no puedo ponerme de pie.

“Espera, ime levanté?».

La Señora Castellanos también se quedó paralizada de asombro. Ya que ella había podido estar de pie la mayor parte de su vida, a diferencia de algunas personas que llevaban diez o veinte años discapacitadas y no se habian puesto de pie. Se había olvidado de esa sensación.

Al darse cuenta de que ahora podía ponerse de pie, la Señora Castellanos se quedó boquiabierta.

-¿Puedo ponerme de pie?

La Señora Castellanos apoyó la silla de ruedas, tembló e intentó ponerse de pie. No sabia si se debia a factores psicológicos. pero fracasó.

Jonás la ayudó enseguida La Señora Castellanos se sintió decepcionada, ya que solo podía hacerlo como acto reflejo cuando había peligro.

Jonás no pensó lo mismo y la consoló:

-Ya que puedes ponerte de pie, seguro que podrás hacerlo más veces. Quizá incluso puedas bailar con las viejecitas bromeó en tono relajado.

Los ojos de la Señora Castellanos también se iluminaron de esperanza y de repente pensó que parecia haberle dado una patada al Señor Castellanos hacía dos días.

Le entró el pánico y controló la silla de ruedas para dirigirse al ascensor:

-Voy a buscar al viejo.

Jonás respiró aliviado y escuchó una voz tímida en su oído:

3.4

Resulta que tu también tienes un lado amable! Empiezas a gustarme más.

Jonas permaneció en silencio.

Maldita sea, iacababa de olvidarme del fantasma!-.

Jonas, que llevaba pijama, corrió escaleras arriba.

Liliana…

Justo cuando la mujer fantasma estaba a punto de seguirlo, de repente sintió que algo iba mal, su expresión cambio y salió volando deprisa. Ahi desapareció.

Antonio se acercó con su café y funció el ceño:

Liliana aún no se ha levantado, ¿qué ocurre?

Jonas dijo:

Es urgente!

Eduardo llevaba una bolsa y tenía un trozo de pan en la boca. Tenía prisa y solo dijo:

-Ajuzgar por tu cara, viste un fantasma?

Jonas se quedó callado porque si había visto un fantasma.

En cuanto Liliana abrió los ojos, vio a Jonás de pie frente a ella.

-Eh, Tio Jonas? ¿Por qué estás aqui? ¡Todavía no he terminado de hacer las empanadas!

Jonás le dijo:

-Liliana, vi un fantasma.

Liliana, que aún tenia sueño, le contestó:

-Eh? ¿De qué hablas?


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Score 9.9
Status: Ongoing Released: 12/16/2023 Native Language: Spanish
Ocho Peculiares" by Lalia Alejos is a captivating novel that intricately weaves together the lives of eight peculiar characters, exploring the depths of their eccentricities and the interplay of their destinies in a rich narrative that transcends conventional storytelling boundaries.  

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Detail Novel

Title: Read Ocho peculiares by Lalia Alejos
Publisher: Rebootes.com
Ratings: 9.3 (Very Good)
Genre: Romance, Billionaire
Language: Spanish    
 

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Capítulo 1

Ciudad Lavanda, primera zona residencial; Mansión Juárez. Hoy era el festival de las linternas. Luces de colores estaban decoradas alrededor de la casa, dando un toque de calidez a la fría atmósfera de la Familia Juárez. De repente, un grito resonó por toda la mansión. —Ay. Seguido de un ruido sordo, ¡una mujer embarazada cayó por las escaleras! Todos se sorprendieron y corrieron hacia ella. Esteban Juárez, presidente de la Corporación Ador Juárez, preguntó rápido: —Débora, ¿estás bien? El rostro de la mujer palideció al ver la sangre fresca que le corría por las piernas. Horrorizada, respondió: —Esteban, me duele... Nuestro bebé... ¡Rápido, salva a nuestro bebé! La madame de la casa, Paula Andrade, presa del pánico, preguntó: —¿Qué sucedió?
Débora miró hacia lo alto de las escaleras con lágrimas en los ojos. Todos levantaron la vista y vieron a una niña, de unos tres años, de pie en lo alto de la escalera. Al ver la mirada de todos, abrazó con fuerza el conejo de juguete que tenía en los brazos, asustada. Ricardo Juárez rugió furioso: —¿Fuiste tú quien empujó a Débora? La niña hizo un berrinche. —No fui yo, y yo no... Mientras lloraba, Débora suplicó: —No... Papá, no es culpa de Liliana. Todavía es joven, y ella no quería... Sus palabras reafirmaron rápido que era culpa de Liliana. Los ojos de Esteban se oscurecieron, y ordenó de inmediato: —¡Enciérrenla en el ático! Me ocuparé de ella en cuanto regrese. El otro se apresuró a enviar a Débora al hospital mientras los sirvientes arrastraban a Liliana escaleras arriba. Incluso cuando se le cayó un zapato, mantuvo un rostro obstinado y no suplicó ni gritó pidiendo ayuda.

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