Read Ocho peculiares by Lalia Alejos Capítulo 176

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Capítulo 176 Atrapa a un espíritu del agua

Leandro no sabía qué decir.

-¿Cuál es nuestra misión hoy, Señor Mendoza?

Braulio dijo:

-Vamos a atraer a alguien. Nos vieron a Liliana y a mí antes, así que no podemos mostrarnos. Tú nos vas a ayudar.

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Recuerdo que eres muy bueno nadando, ino? Ya luchaste en una batalla bajo el agua antes.

Leandro asintió con la cabeza. Eso no era un problema, pero había otra cuestión.

—¿Esa persona me ha visto antes? -preguntó muy serio.

-¿De qué enemigo se trata? ¿Es un prisionero que anda suelto?.

¡El Señor Mendoza estaba muy preocupado! Sin embargo, Braulio se detuvo antes de decir.

-No, no lo ha visto.

Leandro se quedó mudo. ¿Qué sentido tenía que se vistiera así?

Como si pudiera adivinar lo que estaba pensando Leandro, Braulio dijo algo que parecía una tontería.

-Este traje es para protegerte. Te ahuyentará los malos espíritus.

Leandro pensó:

-Muchas gracias.

El barco se adentró en el río, girando despacio sobre el agua.

-¿Qué vamos a hacer ahora?

Leandro se tapó la cara. Braulio estaba cómodo, recostado en el sofá, con los brazos extendidos y las piernas cruzadas.

-¿Ves esa ventana? -dijo-. Ábrela y asoma la cabeza.

El barco había sido diseñado para la excursión fluvial. El segundo piso era el muelle, con cómodos sofás. En la cabina había un minibar, con una ventana de cristal que se podia abrir.

Leandro abrió la ventana y asomó la cabeza. Liliana se quitó los zapatos y se subió al sofá, copiando la forma en que Braulio estaba sentado con las extremidades estiradas.

-Entonces tienes que sacar los brazos y jugar con el agua.

Leandro se quedó desconcertado. Se vistió de mujer, tenía que sacar la cabeza por una ventana y ahora jugar con el agua. ¿Por qué sentía algo extraño? No importaba. Una misión era una misión y Leandro

estaba en una.

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La ventana estaba bastante lejos del agua y no tuvo más remedio que asomarse para llegar a ella. Por suerte, tenia las manos bastante largas por lo alto que era.

Liliana pasó el dedo por su teléfono, tomando una foto tras otra de Leandro antes de decir:

-Ahora di: -iven a jugar, bebé!».

Todo el mundo en la televisión decía eso.

Antonio sonrió satisfecho. Braulio se movió divertido.

-No grites demasiado, cariño.

Así que se sentaron a tomar café mientras Leandro estaba junto a la ventana. El viento le había revuelto el sedoso cabello y su mano acariciaba el agua. Era un espectáculo precioso.

Justo entonces, Leandro sintió algo. Frunció el ceño.

¿Son plantas?-.

Pero era algo muy fino y resbaladizo, iparecía más bien cabello!

Enseguida, isintió como si le agarraran la muñeca con fuerza y lo jalaran! Leandro estaba eufórico.

¿El cebo había funcionado? ¿Quién demonios era? Se les daba bastante bien el combate submarino, no?

Ya era impresionante que aguantaran tanto tiempo sin respirar, ¡y además eran tan fuertes!

Leandro sonrió con dificultad, estaba a punto de jalar hacia arriba a quien lo arrastraba hacia abajo. Sin embargo, la voz de Braulio sono detrás de él:

-¡Ya está aquí! Leandro, isujétate!

Leandro estaba a punto de decir que lo tenia controlado, que tenía experiencia suficiente. Sin embargo, al momento siguiente, vio una mano blanca y pálida que salía del agua para agarrarle la otra mano y jalarla

también.

iLeandro cayó al agua y salpicó! Llevaba puesto un vestido rojo al caer. Un grito desgarrador resonó en el

aire:

-¡Ayuda, alguien cayó al agua!

Tenía una vista bastante aguda y fue capaz de abrir los ojos bajo el agua.

Leandro se dio la vuelta para agarrar las manos de la persona, jalando con fuerza para ver de quién se trataba. Lo que vio fue un rostro pálido, sin color, con los ojos desorbitados. A su lado había una chica joven que también lo miraba fijo.

Leandro pensó:

-¡Qué mi*rda! iSon hierbas acuáticas!.

Leandro no era una persona tan tranquila como Braulio. El susto le hizo tragar agua y, antes de que pudiera parpadear dos veces, las dos personas lo habian arrastrado hasta el fondo del agua.

En el último segundo, el collar que llevaba emitió un débil resplandor cuando la voz de Braulio resonó en

el aire.

–Atrápala, Leandrol No la dejes escapar.

De repente, agarraron sus pies. Leandro agarró ambas muñecas a la vez y jaló con fuerza. Salpicó mucha

agua.

Dos cuerpos fueron arrastrados fuera del agua, aterrizando en el barco con un golpe seco. Antes de que Leandro pudiera reaccionar, su visión se oscureció y se desmayó.

Liliana agarró el amuleto y gritó con fuerza:

-¡Lo tengo!

La espada de madera unida al amuleto salió volando, clavándose en los dos cadáveres que intentaban escapar hacia el barco. El gesto asustó a Eduardo y al resto.

Sabían que estaban tratando con espiritus. Lo que significaba que no podrían ver a dichos espíritus, solo veian cómo Liliana los atrapaba. Pero esos dos no eran solo espíritus, sino cuerpos.

Liliana recordó lo que había dicho su maestro. Ella no era lo bastante fuerte todavía y no debería ocuparse de los espíritus por su cuenta.

Pero, si ella no ponía a esos espíritus de agua a descansar, su amuleto no iba a durar lo suficiente para clavarlos a los dos. Su maestro no volvería a tiempo.

Recordó las palabras de su maestro. Su brazalete rojo era lo bastante fuerte como para repeler esa energia.

-Si, eso es suficiente, pensó Liliana.

Liliana se acercó a los dos espiritus del agua, con las manos en la cintura mientras levantaba la barbilla.

-Vengan a mí, vamos!

Su expresión era de arrogancia. Braulio y Antonio se quedaron mudos.

Los ojos del cuerpo rodaron hacia atrás y comenzó a aullar:

-¡Oooh, oooh!

-¡Otra vez esta niña desgraciada!».

Uno de los cadáveres parecía muy enfadado, isaltó y se abalanzó sobre Liliana! Braulio se llevó un susto.

-¡Liliana!

Liliana puso las manos delante de ella por instinto y un brillante rayo de luz roja estalló. El cadáver fue golpeado por la luz roja y fue arrojado lejos. El espíritu del cadáver también salió despedido, aullando y

chillando.

En cuanto los espíritus salieron, los dos cadáveres empezaron a desprender un olor nauseabundo. Empezaron a pudrirse y a descomponerse, convirtiéndose rápido en dos repugnantes charcos.

Capitulo 176 Atrapa a un espíritu del agua

Eduardo apenas podía contener su asombro.

-Los atrapaste?

Cielos, isu sobrina era increible!

Liliana dijo:

-iTodavía no!

Aferró la espada de madera con el amuleto, iy se acercó corriendo!

-Toma eso! Muere.

Agitó la espada, dando vueltas.

Sin el amuleto que los sujetaba, los espiritus del agua estaban a punto de escapar.

Liliana gritó:

-¡La vida es inesperada! Lo van a conseguir, iapestosos! ¡Malos!

Con un sonido parecido al de una flatulencia, los espiritus salieron volando.

Antonio, Braulio y Edmundo pensaron:

-¿Eso funcionó?..

Antes de que pudieran volver en sí, Liliana sacó su frasco de almas.

-Vamos…

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Un espíritu del salió volando. Los tres espiritus estaban jugando en el frasco y el Espiritu del Harén estaba a punto de atraer al Espiritu Debilucho a unirse cuando fue lanzado fuera.

Vio

que los dos Espiritus Resentidos se abalanzaban sobre ella y no lo pensó dos veces antes de lanzarles una dura bofetada.

Los Espiritus Resentidos no eran tan fuertes como los Espíritus Malignos. El Espiritu Resentido, que dio el grito más agudo, fue sujetado por el Espíritu del Harén, incapaz de moverse.

-iOooh, oooh! -se debatía, lleno de furia.

De repente, el espíritu de la chica que estaba a su lado cayó al suelo de rodillas y sollozó:

-Por favor, dejen ir a mi madre.


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Score 9.9
Status: Ongoing Released: 12/16/2023 Native Language: Spanish
Ocho Peculiares" by Lalia Alejos is a captivating novel that intricately weaves together the lives of eight peculiar characters, exploring the depths of their eccentricities and the interplay of their destinies in a rich narrative that transcends conventional storytelling boundaries.  

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Detail Novel

Title: Read Ocho peculiares by Lalia Alejos
Publisher: Rebootes.com
Ratings: 9.3 (Very Good)
Genre: Romance, Billionaire
Language: Spanish    
 

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Capítulo 1

Ciudad Lavanda, primera zona residencial; Mansión Juárez. Hoy era el festival de las linternas. Luces de colores estaban decoradas alrededor de la casa, dando un toque de calidez a la fría atmósfera de la Familia Juárez. De repente, un grito resonó por toda la mansión. —Ay. Seguido de un ruido sordo, ¡una mujer embarazada cayó por las escaleras! Todos se sorprendieron y corrieron hacia ella. Esteban Juárez, presidente de la Corporación Ador Juárez, preguntó rápido: —Débora, ¿estás bien? El rostro de la mujer palideció al ver la sangre fresca que le corría por las piernas. Horrorizada, respondió: —Esteban, me duele... Nuestro bebé... ¡Rápido, salva a nuestro bebé! La madame de la casa, Paula Andrade, presa del pánico, preguntó: —¿Qué sucedió?
Débora miró hacia lo alto de las escaleras con lágrimas en los ojos. Todos levantaron la vista y vieron a una niña, de unos tres años, de pie en lo alto de la escalera. Al ver la mirada de todos, abrazó con fuerza el conejo de juguete que tenía en los brazos, asustada. Ricardo Juárez rugió furioso: —¿Fuiste tú quien empujó a Débora? La niña hizo un berrinche. —No fui yo, y yo no... Mientras lloraba, Débora suplicó: —No... Papá, no es culpa de Liliana. Todavía es joven, y ella no quería... Sus palabras reafirmaron rápido que era culpa de Liliana. Los ojos de Esteban se oscurecieron, y ordenó de inmediato: —¡Enciérrenla en el ático! Me ocuparé de ella en cuanto regrese. El otro se apresuró a enviar a Débora al hospital mientras los sirvientes arrastraban a Liliana escaleras arriba. Incluso cuando se le cayó un zapato, mantuvo un rostro obstinado y no suplicó ni gritó pidiendo ayuda.

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