Read Ocho peculiares by Lalia Alejos Capítulo 165

Read Ocho peculiares by Lalia Alejos Capítulo 165

Capitulo 165 No lleves dinero contigo

–Asi que no uses a tu hijo como excusa, solo quieres volver porque no has vivido lo suficiente, guardaste

por voluntad el dinero y no lo utilizaste cuando podías, ahora quieres volver y disfrutarlo antes de irte. propia-dijo Pablo.

La anciana pareció quedar al descubierto, se recogió la dentadura postiza y murmuró:

-Es que no tuve tiempo de decirlo, es que no tuve tiempo…

Liliana comprendió. Reconstruyó la lógica poco a poco, y dijo:

-Porque todavía tienes mucho dinero para gastar, no quieres irte, y no quieres soñar después de la muerte porque quieres vivir y gastar el dinero, por eso quieres robarle a mi madre.

La anciana se apresuró a decir:

-No se necesita tiempo para enviar un sueño, imucha gente está enviando un sueño y puede que pronto no me toque a mi! Yo… mi hijo estaba a punto de vender la vieja casa, tengo prisa?

Además, enviar un sueño le costaría su virtud, entonces tenía que trabajar duro para recuperar la virtud.

Lo hago de verdad por mi bebé… -insistió. De verdad, de verdad….

y no

Pablo levantó la mano y un amuleto amarillo salió volando para cerrar la boca de la anciana. Por lo general, los fantasmas en duelo que vagaban por el mundo no podían ser vistos por los familiares, habia forma de soñar. Podía tardar decenas o cientos de años en esperar esta oportunidad, pero si iba al inframundo y pagaba un poco de virtud para soñar, el tiempo que tardaría sería mucho más rápido que si vagara por el mundo.

Amaba el dinero y lo guardaba, pero no le habló a su hijo del oro enterrado hasta que murió, y después de muerta, descubrió que en realidad el dinero no se lo podían quitar. Pablo miró a Liliana:

-¿Qué piensas de la anciana?

Liliana lo pensó.

Es mucho dinero-. Recordó sus propios ahorros.

Liliana sintió un pequeño dolor en el corazón. Si su dinero fuera tomado por otros, ella estaria muy disgustada. Liliana dijo:

-Entonces… dile al hijo de la abuela que saque primero el oro, para que pueda comprarse una casa nueva en vez de vender la vieja.

Pablo asintió:

-Bueno… ¿y entonces?

Lo más importante era cómo tratar con esa anciana. Liliana no lo pensó mucho y dijo:

-Igual que mi tia, que acaba de romperse el estómago, ienvialo al Pueblo de la Prisión!

Capítulo 165 No lleves dinero contigo

Las personas tenian su propio lugar dónde quedarse, y los fantasmas debían quedarse con los fantasmas, era muy sencillo. Pablo no pudo evitar reírse, ya que la niña sacaba deducciones de un solo ejemplo. De hecho, también era posible acoger a la anciana, dejar que se convirtiera en un espíritu maligno, recuperar su alma y conseguir que mejorara.

Los fantasmas que vagaban por el mundo no cumplían las normas, y cualquiera que los viera, podía ser asesinado, no obstante, Pablo seguía sin decir nada, abrió el amuleto y preguntó:

-Ahora te daré una oportunidad, le hablaré a tu hijo sobre el oro a través de un sueño, solo tienes que decirme su nombre y dónde vive.

La anciana abrió la boca, pero se negó.

-Quiero decirle a mi hijo que todavia quiero verlo…. Es una naturaleza humana, es normal que una madre se reúna con su hijo…

Liliana no pudo evitar interrumpirla:

-¡Es naturaleza humana, pero ahora eres un fantasma!

-¡Así que esta fórmula no funciona!–

La anciana estaba confundida. Quiso decir algo más, pero Pablo levantó la mano:

-Está bien si no dices nada, de todos modos, no me importa el dinero, solo me importan los fantasmas.

Después de terminar de hablar, la mitad de las piernas de la anciana desaparecieron, por lo que se puso nerviosa de inmediato, todavía hablando en defensa. Después de ver que su cuello también desaparecía. en el último momento, la anciana no tuvo más remedio que decir el nombre y la dirección de su hijo.

En verdad quería gastarlo ella sola, pero si en verdad no podía gastarlo, era mejor dejar que se lo quedara su hijo que un desconocido. Pablo retiró la mano y dijo:

-Mira, no es fácil.

-¡Ahora lo sé! -gritó Liliana.

Pablo tocó su pequeña cabeza y dijo:

-Espiritus raros.

La energia maligna en el pasillo se disipó por completo, y la cuenca de hierro de Josué también se detuvo con lentitud. Julieta, por su parte, se quedó aturdida. Los fragmentos de su alma se volvieron a unir, y su memoria regresó. Miró a Liliana y a Eduardo, que estaban más cerca, y dijo con voz temblorosa:

-Liliana, quinto hermano….

Como alcanzado por un rayo, Eduardo miró de inmediato a Julieta y dijo sorprendido:

-Julieta tú, también recuerdas al quinto hermano?

Con lágrimas en los ojos, Julieta asintió:

También estaban el hermano mayor, el segundo hermano y los demás…

Antomo se quedó inmóvil. Liliana estaba estupefacta, y no podía recuperarse.

-¿Te acuerdas de Liliana?

Miró a Julieta con incredulidad. Julieta la miró y ni siquiera se atrevió a alargar la mano para tocarla, por miedo a que todo fuera una ilusión.

iLo siento, Liliana! -dijo.

De repente, Liliana comenzó a llorar.

-iMamá… es mamá de verdad! -Liliana saltó a los brazos de Julieta y la abrazó con fuerza-. iLiliana echa tanto de menos a mamá!

Era como si por fin viera a su madre, y todos los agravios reprimidos ya no pudieran ocultarse. Con lágrimas en los ojos, Liliana lloraba mientras decia:

y

-Mi madre se fue al cielo, y a mi padre ya no le agrada Liliana… -Sollozaba y las lágrimas se le escapaban La tía se cayó sola por las escaleras y dijo que yo la empujé. Mami, Liliana nunca haría eso, Liliana nunca lo hará… Pero nadie cree en Liliana. A menudo se olvidan de alimentar a Liliana, y Liliana no tiene. ropa muy abrigadora. Después de que mamá se fue, Liliana sintió frio todos los días.

Liliana lloraba mientras hablaba, la pena que se había curado volvia a salir en ese momento, y solo quería que su madre la abrazara. A Julieta le dolía el corazón.

-Liliana…

La abrazó, odiándose a si misma por ser ciega, y odiándose aún más por su incompetencia, ya que no podia hacer un milagro y superar la enfermedad antes de morir, o al menos devolver a Liliana a la Familia Castellanos-. ¡Todo es culpa mia!

Julieta se sintió angustiada. Liliana negó con la cabeza.

-No es culpa de madre, es culpa de alguien más.

El corazón de Julieta se entristeció, su amada niña siempre era tan sensata. Eduardo se apresuró hacia Julieta, pero la vio desaparecer con lentitud. Estaba tan ansioso que gritó:

-Julieta!

Liliana se frotó los ojos y le dijo:

-No te preocupes, mamá sigue aquí.

Eduardo estaba nervioso.

-¿Entonces por qué no puedo verla?

Liliana lo miró con suspicacia.

..Talvez el Tio Eduardo no puede ver fantasmas! Aunque, ¿por qué era capaz de ver a los fantasmas antes? Después de Josué, el Tio Eduardo era la otra persona que podia verlos».

Pablo miró a Liliana en silencio, pero también estaba muy desconcertado. Parecía que mientras la energía maligna era fuerte y el campo magnético era caótico, era fácil ver fantasmas de pie junto a Liliana. No obstante, esto no podía explicar por qué Antonio y Braulio no vieron al fantasma.

34

—Olvidalo.

Pablo levantó la mano y el cuaderno apareció de la nada. En la página del nombre de Liliana, no había ningún nuevo recordatorio. Los fragmentos del alma de Julieta habían regresado, y ella también tendría que bajar al inframundo. Pablo dijo:

Julieta, has permaneció demasiado tiempo en el mundo de los vivos, debes irte.

Ni Julieta ni Antonio tuvieron tiempo de decir una palabra, y Liliana acababa de encontrar a su madre. Al escuchar aquello, todos se mostraron renuentes. Los ojos de Liliana estaban un poco rojos, y luego tomó la túnica de Pablo.

-Maestro, Liliana quiere una madre. Maestro es tan poderoso que debe haber una manera de mantener a

mamá.

Pablo se quedó en silencio.

-¡Maldita sea jefe! ¿Puedes dejar de arrastrar a un subordinado a la muerte? Digamos que había otros Lantos a los que el jefe podría tomar el pelo…….

Pablo, resignado dijo:

-Si, metiste a tu madre en el frasco de las almas, pero deja que te diga que debes bajar antes del catorce de Julio.

A Liliana se le iluminaron los ojos, abrazó con firmeza a Pablo y dijo feliz:

-¡El maestro es el mejor! ¡Amo al maestro!

Braulio no dijo nada.

¿Esto es lo mejor?-.

Resopló, apoyándose en la pared con los brazos cruzados. El celoso Papá Mendoza estaba un poco molesto, con los ojos en blanco. Mientras que Liliana se paseaba con alegria por el pasillo diciendo:

-Gracias, gracias, maestro.

Pablo dijo en voz baja:

-De nada. Serás prometedora en el futuro, pero no olvides al Maestro.

Esperaba que después del regreso de la Pequeña Hades, fuera ascendido y lo bastante adinerado como para casarse con una mujer. Liliana asintió una y otra vez:

-Si! ¡Liliana ayudará al Maestro a,ascender y hacerse adinerado y a casarse con una mujer!

¿Cómo supo lo que estaba pensando? ¿Fue tan obvia mi expresión?».


Read Ocho peculiares by Lalia Alejos

Read Ocho peculiares by Lalia Alejos

Score 9.9
Status: Ongoing Released: 12/16/2023 Native Language: Spanish
Ocho Peculiares" by Lalia Alejos is a captivating novel that intricately weaves together the lives of eight peculiar characters, exploring the depths of their eccentricities and the interplay of their destinies in a rich narrative that transcends conventional storytelling boundaries.  

Read Ocho peculiares by Lalia Alejos

Detail Novel

Title: Read Ocho peculiares by Lalia Alejos
Publisher: Rebootes.com
Ratings: 9.3 (Very Good)
Genre: Romance, Billionaire
Language: Spanish    
 

Read Ocho peculiares by Lalia Alejos

Capítulo 1

Ciudad Lavanda, primera zona residencial; Mansión Juárez. Hoy era el festival de las linternas. Luces de colores estaban decoradas alrededor de la casa, dando un toque de calidez a la fría atmósfera de la Familia Juárez. De repente, un grito resonó por toda la mansión. —Ay. Seguido de un ruido sordo, ¡una mujer embarazada cayó por las escaleras! Todos se sorprendieron y corrieron hacia ella. Esteban Juárez, presidente de la Corporación Ador Juárez, preguntó rápido: —Débora, ¿estás bien? El rostro de la mujer palideció al ver la sangre fresca que le corría por las piernas. Horrorizada, respondió: —Esteban, me duele... Nuestro bebé... ¡Rápido, salva a nuestro bebé! La madame de la casa, Paula Andrade, presa del pánico, preguntó: —¿Qué sucedió?
Débora miró hacia lo alto de las escaleras con lágrimas en los ojos. Todos levantaron la vista y vieron a una niña, de unos tres años, de pie en lo alto de la escalera. Al ver la mirada de todos, abrazó con fuerza el conejo de juguete que tenía en los brazos, asustada. Ricardo Juárez rugió furioso: —¿Fuiste tú quien empujó a Débora? La niña hizo un berrinche. —No fui yo, y yo no... Mientras lloraba, Débora suplicó: —No... Papá, no es culpa de Liliana. Todavía es joven, y ella no quería... Sus palabras reafirmaron rápido que era culpa de Liliana. Los ojos de Esteban se oscurecieron, y ordenó de inmediato: —¡Enciérrenla en el ático! Me ocuparé de ella en cuanto regrese. El otro se apresuró a enviar a Débora al hospital mientras los sirvientes arrastraban a Liliana escaleras arriba. Incluso cuando se le cayó un zapato, mantuvo un rostro obstinado y no suplicó ni gritó pidiendo ayuda.

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